Con un gobierno fragmentado y muy lejos de la mayoría parlamentaria, Pedro Sánchez tendrá que enfrentar el desafío catalán, las dudas que genera un gobierno de izquierdas en el plano económico y los reclamos que llegan desde muchos sectores para que convoque elecciones anticipadas.

MADRID, España.- Con 180 votos a favor, 169 en contra y una abstención, el Congreso de los Diputados aprobó cesar a Mariano Rajoy y nombrar al líder socialista, Pedro Sánchez, como nuevo presidente del Gobierno de España. Este sábado toma posesión del cargo ante el Rey Felipe VI, pero lo hace con muchos desafíos, retos e incógnitas por delante.

El secretario general del PSOE se ha convertido en el séptimo presidente de la historia de la democracia, el primero que sale elegido por una moción de censura y no por las urnas. Una anomalía a la que se suma la débil posición de los socialistas para poder gobernar –con sólo 84 diputados sobre un total de 350 en el Congreso–, además de la crisis política que vive España ante las pretensiones independentistas de Cataluña, y el temor a que el regreso de la izquierda pueda suponer una recaída de la economía española.

En sus primeras palabras tras ser investido como presidente, Sánchez dijo ser consciente del momento tan complejo que vive España. “Voy a abordar todos los desafíos que tiene nuestro país con humildad, con entrega y sobre todo con mucha determinación”, dijo Sánchez.

Primero para transformar y modernizar nuestro país, que es lo que ha hecho siempre el PSOE, y en segundo lugar para atender las urgencias sociales de muchísima gente que sufre precariedad y que sufre desigualdad”.

Con solo 84 diputados en el Congreso, los analistas prevén un ejecutivo frágil y corto de Sánchez. Sin embargo, no está en los planes del líder socialista convocar elecciones anticipadas a corto plazo. Es lo que le demanda la oposición, encabezada ahora por el Partido Popular (PP) de Rajoy y los liberales de Ciudadanos, para que sean los electores quienes decidan en las urnas quién debe permanecer en el Palacio de la Moncloa.

El partido izquierdista Unidos Podemos, que cuenta con 71 diputados, ya le ha mostrado a Sánchez su voluntad de formar una coalición de gobierno. “Un gobierno fuerte, un gobierno estable que dé garantías a la Unión Europea y garantice a los ciudadanos políticas públicas progresistas, diálogo y vías democráticas para abordar la cuestión territorial”, señaló Pablo Iglesias, secretario general de Unidos Podemos, tras la investidura de Sánchez.

“Nos ponemos a las órdenes del presidente”, añadió Iglesias, quien no dudó en apostar públicamente por un gobierno progresista que pueda completar la actual legislatura hasta el año 2020 sin convocar elecciones.

Fotografía de archivo. Imagen: Juan Carlos Rojas

Relación con Cataluña

Parece complicado. Precisamente porque la cuestión territorial a la que hacía mención Iglesias será otra de las claves del futuro político. Sánchez logró sacar adelante la moción de censura gracias al apoyo de los nacionalistas vascos y los independentistas catalanes, a quienes ofreció dialogar “dentro del marco de la ley” con el nuevo gobierno autonómico de Quim Torra, a quien hace tan solo unas semanas, el ahora presidente del Gobierno español tachó de racista y xenófobo.

“Somos muy escépticos de su oferta de diálogo, pero nosotros nos movíamos ante dos necesidades”, señala Carles Campuzano, portavoz en el Congreso del Partido Demócrata de Cataluña (PdeCat), la formación de Puigdemont y Torra. El apoyo que Sánchez dio a la aplicación del artículo 155 para frenar el desafío independentista en Cataluña, finalmente ha pesado en los independentistas menos que los deseos de tener en la Moncloa a un interlocutor distinto a Rajoy.

“La inmensa mayoría de la sociedad catalana deseaba que Rajoy se fuese del Gobierno, y después de la sentencia del ‘caso Gürtel’, y sabiendo que en las próximas semanas o meses pueden venir otras sentencias en la misma dirección, en Cataluña había un clamor para que Rajoy no continuase en el Gobierno”, explica Campuzano.

Habrá que esperar a conocer en qué se traduce la oferta de diálogo de Sánchez a los partidos catalanes, ya que hasta el momento se había mantenido plenamente alineado con la estrategia de Rajoy ante el independentismo.

Gobierno ‘Frankenstein’
Porque incluso si finalmente decidiese formar coalición con Unidos Podemos, algo que no está claro para nada aún, Sánchez solo contaría con 155 diputados en el Congreso. Seguiría gobernando en minoría. Necesitaría de los independentistas catalanes y de los nacionalistas vascos (cuatro partidos distintos, más las confluencias de Podemos) para poder sacar adelante cualquier iniciativa legislativa.

Es lo que desde el PP y Ciudadanos llaman el ‘Gobierno Frankenstein’, un frágil ejecutivo que desde la formación liberal creen que solo durará unos pocos meses. “Es una legislatura agotada, una legislatura liquidada, donde prácticamente va a ser imposible sacar leyes, acuerdos o presupuestos, ante la fragmentación del acuerdo que el señor Sánchez tiene con Bildu, Esquerra, PdeCat, etcétera. En definitiva, un Gobierno ‘Frankenstein’”, indicó este viernes Albert Rivera tras la investidura de Sánchez.

El líder liberal, que encabeza los sondeos en intención de voto, exigía al nuevo presidente que convoque elecciones el próximo otoño. Pero Sánchez no está dispuesto a poner fecha a los comicios, aunque  desde el PSOE afirman que tampoco pretende agotar la legislatura.

Economía
A la inestabilidad política y la debilidad parlamentaria de Sánchez, hay que unir el recuerdo económico que los socialistas dejaron durante su último gobierno, el de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011): la mayor crisis desde el regreso de la democracia a España.

Una crisis que dejó nueve trimestres consecutivos en recesión, la destrucción de 3,8 millones de puestos de empleos y la pérdida de 21.000 millones de euros en rentas salariales. El gobierno de Rajoy, que sido cesado por los casos de corrupción que afectan a su partido, consiguió sacar al país de la crisis, al menos en términos macroeconómicos.

Volvió a crecer el PIB (a un ritmo cercano al 3% los tres últimos años), se redujo el déficit y disminuyó el desempleo. Todo a costa de unas políticas de ajuste, contracción del gasto y reformas laborales que, tambien generaron disminución de salarios, aumento de la precariedad y desahucios de la clase media trabajadora.

Ha sido un honor dejar una España mejor de la que encontré”, dijo Rajoy en su último discurso como presidente en el Congreso.

Inestabilidad bursátil

Los mercados y las grandes empresas veían con buenos ojos el Gobierno del PP. Desde que Sánchez anunció su intención de presentar una moción de censura contra Rajoy, la bolsa española cayó durante cinco jornadas consecutivas. “Ya se han perdido 34.000 millones de euros”, indicaba el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando.

Este viernes el IBEX 35 volvió a subir. La decisión de Sánchez de mantener los presupuestos generales del estado para 2018, pactados entre el PP, Ciudadanos y PNV, parece haber insuflado confianza al mercado. Tanto el PSOE de Sánchez como Unidos Podemos, que habían votado en contra de los presupuestos, han asegurado que mantendrán las cuentas públicas como estaban, pero al mismo tiempo pretenden recuperar una agenda económica progresista.

No obstante, su futuro gobierno, que será anunciado en los próximos días por Sánchez, será observado con lupa. Son muchos los frentes abiertos. La gran cuestión es si el nuevo ejecutivo de Sánchez logrará la estabilidad y la fortaleza necesarias para encararlos.