Bajo la sombra de un pino centenario conversamos con Silvia Elena Goirguli Saucedo, la primera presidenta mujer del Colegio de México, un centro académico y de investigación de vital importancia para el país y que, como ningún otro, representa el estrecho vínculo intelectual, científico cultural entre México y España.

Acaba de hacer un recorrido por la Residencia de Estudiantes, otro emblema de la relación entre ambos países. Entre sus residentes más ilustres están Federico García Lorca, Luis Buñuel, Salvador Dalí y Severo Ochoa, aunque también acogió en sus visitas a Madrid a intelectuales y escritores de la talla de Miguel de Unamuno, Alfonso Reyes, Manuel de Falla, Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gasset, Pedro Salinas, Blas Cabrera, Eugenio d’Ors o Rafael Alberti.

Es inevitable decir que en el ADN de la institución que ahora encabezo está la relación entre México y España, la relación con el exilio, ese flujo de intelectuales que llegó a México. Fue fundamental para lo que es el campo de conocimientos que se trabaja en el Colegio, que es ciencias y humanidades y que dio un toque en términos de la orientación del oficio del investigador en esos campos”, dice Giorguli.

Pero además del vínculo con el pasado, habla de una relación cambiante y que se renueva cada día, un intercambio de ida y venida entre los dos lugares.

“Refleja bien que el Colegio es depositario de una historia que une mucho a México con España y es un espacio de crecimiento para una agenda de intercambio académico renovada”, dice la presidenta del Colmex antes de atender a las preguntas de Espacio Méx, que no pierde ocasión de preguntarle sobre migraciones, su tema de especialidad sobre el que vino a hablar en una conferencia con motivo de las celebraciones del 15 de septiembre.

¿Qué mensaje lanzaría a la comunidad de mexicanos en Madrid, Barcelona, Sevilla y el resto de España?

Les hablaría de las posibilidades de la comunicación y de la información. Uno piensa en las diásporas y en la emigración calificada, pero mí me gusta el concepto de “circulación de cerebros”, que refleja la circulación de ideas y de redes. Se abre más con todo lo que la tecnología permite. Aprovechemos esa posibilidad de vinculación y de mantener el intercambio con el país de origen, en este caso México.

Vino para dar una conferencia sobre migraciones. ¿Por qué es importante hablar de migraciones en este momento?

La migración está en la coyuntura actual en México, en España y en Europa en general pero con carices muy distintos. México es un país con una migración centenaria hacia Estados Unidos. Y cuando parecía que estaba estabilizado y agotado el fenómeno ocurre lo que está pasando con Trump. Encontramos una serie de nuevas movilidades que no teníamos hace diez años. Al mismo tiempo uno encuentra paralelismos con lo que ocurre en Europa.

¿Qué aporta la migración a los países involucrados en el proceso?

Desde la academia nos toca aportar datos, hacer una revisión continua de la intervención política en torno al tema migratorio y favorecer una discusión informada, hasta ahora dominada por las remesas y las transferencias monetarias que hacen los migrantes de México y de varios países de América Latina, muchas veces la principal fuente de ingresos. Pero más allá de esta monetarización hay otros beneficios que vienen de la circulación de ideas y de la innovación que se va generando tanto de la emigración cualificada como a nivel más “local”. Tuve la oportunidad de trabajar en comunidades rurales en Querétaro. Encontré gente desarrollos de irrigación aprendidos en Estados Unidos.

¿Cuáles son las principales dificultades a las que se enfrenta una persona que emigra?

Tiene mucho que ver con la voluntad de los gobiernos. El principal problema tiene que ver con la supervivencia en el trayecto y con garantizar los derechos humanos de los migrantes, lo que articula gran parte de la discusión. Si hubiera un marco de políticas migratorias que facilitara esta movilidad podríamos ocuparnos de otros aspectos como la integración y cómo potenciar los beneficios de la inmigración tanto para los lugares de origen como de los de destino.

¿Considera que hay un cambio en las políticas migratorias desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos o se trata más de un cambio en el discurso respecto a los años de Barack Obama?

Hasta ahora que Trump hizo esta modificación y que le puso un límite a la ley en torno a los DACA, los ‘Dreamers’ de este programa que se implementó con Obama, la cuestión había estado más en el discurso que en cambios a la legislación. Pero este cambio en el discurso sí genera un impacto en la forma en la que se implementan las políticas en muchos sentidos. Uno encuentra mayor restricción y un ambiente mucho más tenso en los cruces al momento de enfrentar a los agentes de migración. Este discurso genera mayor vulnerabilidad. Hay 12 millones de indocumentados en Estados Unidos, casi la mitad mexicanos (5,8 millones). Esto genera una situación de vulnerabilidad y miedo en torno a las aprehensiones y las posibilidades de ser deportado. Luego están las cuestiones simbólicas. Una de las cosas que hizo Donald Trump fue otorgarle el perdón al Sheriff del Condado de Maricopa en Arizona, Joe Arpaio, que había tenido prácticas de violación de los derechos humanos de los migrantes detenidos. Son mensajes muy fuertes y que polarizan más el ambiente en torno al tema migratorio en Estados Unidos.

¿Considera que hay alternativas a Estados Unidos para quienes quieren buscar fuera de México un mejor futuro?

México tiene esta situación sui generis por la que el 90% de su migración se dirige a Estados Unidos. Es diferente al caso de República Dominicana, Ecuador, que tienen más diversificada su migración. Esto tiene que ver con la geografía y con las redes históricas. La misma emigración latinoamericana habla de otras posibilidades, por ejemplo los países de Sudamérica, España se convierte en opción por los fuertes vínculos históricos; dentro de Sudamérica hay un intenso intercambio entre los países. México sólo mira hacia el Norte. Lo que es difícil es compensar las redes históricas, más de cien años de emigración hacia Estados Unidos. Si preguntas, prácticamente todo el mundo tiene algún familiar o conocido que vive o que ha vivido en Estados Unidos. Esto genera una inercia. Encontraremos cada vez más una población compartida, una población con doble ciudadanía, gente que será ciudadana mexicana y de Estados Unidos, un recurso de movilidad en los dos sentidos.

¿Algún mensaje para los lectores de Espacio Mex?

Un saludo cordial a los lectores de esta revista digital, esperando que espacios como éste coadyuden a mantener este intercambio entre la comunidad de allá y la de acá.


Fotos de JUAN CARLOS ROJAS.