Gabriela Garza llegó de Monterrey a Madrid en 1987 para convertirse en bailaora flamenca. Inició una carrera que le ha llevado a bailar por media Europa, México y Estados Unidos. Ahora da clases de este arte español a personas de todo el mundo en Madrid.

MADRID.- Todo empezó con un disco de Camarón de la Isla y Paco de Lucía. En aquella época, Gabriela Garza se dedicaba a la danza contemporánea en su Monterrey natal y decidió probar con el flamenco. Sería el inicio de un idilio que sigue muy vivo cuatro décadas después y que ha llevado a esta bailaora mexicana a mostrar el arte flamenco por media Europa, además de en México y Estados Unidos.

“Recuerdo que un día me invitaron a tomar una clase con la mejor maestra de flamenco de Monterrey, Rosario Zambrano. Ya me habían regalado aquel disco. Y en esa clase algo pasó. Me apasionó y me dije: ‘Yo quiero hacer esto, quiero bailar flamenco y me quiero ir a España’”, recuerda.

Meses después comenzó a bailar con la compañía flamenca Plácido y Sandra en Monterrey.  Dos años más tarde, en 1987, aterrizó por primera vez en Madrid para cumplir su sueño.

“Llegué un 12 de octubre, con un maletón a cuestas, 21 añitos y la dirección de la academia Amor de Dios, en el centro. Todo lo demás eran mi ilusión y mis sueños”, dice Gabriela.

Hoy sigue muy vinculada a aquella academia, ubicada cerca del metro Antón Martín, y también a la Escuela de danza Noelia, en la calle Abtao nº1 (metro Pacífico).

En ambos lugares da clases de flamenco para todos los niveles, a personas españolas y de todas partes del mundo. También a mexicanas a quienes, según cuenta, el baile les sirve como herramienta de integración y adaptación a la cultura española.

Asistimos a una de sus clases de iniciación al flamenco. A golpe de tacón y al compás de la canción ‘Quiero que me beses’, de la Niña Pastori, la tapatía Paola Sandoval sigue los pasos que marca Gabriela. Vino a España enamorada de su esposo y le costó adaptarse.

“A Gabi la conocía a través de Mexicanas en Madrid, del grupo Mexishock, que es para mujeres mexicanas que añoramos mucho a México por la distancia, y donde ella es una de las administradoras”, recuerda Paola.

“Me invitó a venir a sus clases y me di cuenta de que hay algo muy bonito en España más allá de mi hijo y mi marido, que es el flamenco, y me ayudó mucho a adaptarme a la cultura española”, dice Paola. “Con el flamenco me he enamorado de España también”.

Testimonio de la época dorada del flamenco

Cuando Gabriela Garza llegó a Madrid para cumplir sus sueños, se vivía el boom del flamenco en España. “En aquel entonces no tenía la experiencia ni las tablas que tengo ahora, pero tampoco tenía mucha vergüenza”, nos cuenta.

Eso le permitió tocar en algunos de los mejores tablaos del momento. Empezó en ‘Zambra’, donde por aquel entonces se iniciaban algunos de los que luego han sido figuras del flamenco en las últimas décadas, como Diego ‘El Cigala’ o Joaquín Cortés.

Gabriela tomaba clases en las mañanas y por las noches siempre tenía dónde actuar. “Era el boom del flamenco. Había muchísimo trabajo. Muchísimos tablaos, peñas, fiestas privadas. Mucho movimiento del flamenco. Desgraciadamente hoy eso no pasa”, dice Gabriela, quien lamenta la falta de apoyos y promoción en la actualidad para el flamenco en directo, un arte que casi ha quedado relegado a espectáculo para turistas y extranjeros.

De España a ‘Hollywood’…pasando por México

En España se casó con el guitarrista y compositor Rafael Aragón. Juntos fueron a México en 1989. Actuaron en Cancún y también en tablaos del DF (hoy Ciudad de México), como los extintos ‘Triana’ y ‘Olé Olé’, en la Zona Rosa de la capital mexicana. Regresaron a España y después giraron con una compañía por Alemania, Francia y otros países europeos.

Acabaron en Los Ángeles, donde Gabriela permaneció 14 años y tuvo a su hija. “Yo ya había vivido en Los Ángeles y juré que nunca iba a volver. Pero por azares del destino acabé allí.  Me resistí durante seis meses a ir allí, pero como soy muy ‘echá pa’lante’, como dicen aquí, fui y al poco de llegar abrieron una academia de baile muy cerca de mi casa”.

Se presentó allá y la dueña de aquella academia se convirtió en una de sus mejores amigas. Fue entonces cuando comenzó a dar clases de flamenco. “Empecé con una alumna, dos, luego tres…y acabé con bastantes. De hecho, formé a muchas chicas que hoy por hoy se están dedicando al flamenco en Estados Unidos”.

También fundó una pequeña compañía con la que bailaba y tenía actuaciones todos los fines de semana.

Regreso a Madrid

En 2004 volvió a España para asentarse aquí con su familia definitivamente. “Yo sigo con el baile, o el baile sigue conmigo”, cuenta con una sonrisa que denota su amor eterno por el flamenco.

Desde entonces no ha dejado de actuar cada vez que ha tenido oportunidad. “Ya no es la misma época que cuando llegué por primera vez, el flamenco está en crisis”, recuerda. No ha dejado de dar clases desde entonces.

Hace tres años tuvo un problema de espalda que le hizo plantearse qué hacer el día que no pueda seguir bailando. Entonces descubrió y empezó a desarrollar lo que hoy es, en sus propias palabras, su segunda pasión: el coaching. “A mi siempre me ha gustado el desarrollo humano y me formé como coach ontológico y social, y también he hecho una especialidad de programación neurolingüistíca”.

Se certificó como coach y ahora fusiona esos conocimientos con el flamenco. Por medio de sus clases de flamenco y del grupo Mexishock, de Mexicanas en Madrid, hace que la vida en España sea mucho más llevadera para compatriotas que, como Paola Sandoval, sienten nostalgia de su tierra natal y de su familia.

 “Me encanta dar clases, me apasiona ver cómo se apasionan las alumnas. Cómo crecen conmigo y cómo les engancha el flamenco. Eso para mí es muy placentero. No se paga con dinero”.

Amor al flamenco que transmite así al final de nuestra entrevista: “El flamenco es un baile muy emocional, puedes bailar y transmitir estés en el estado en el que estés. Pasas por todas las emociones: tristeza, alegría, pasión. El flamenco siempre tiene algo para regalarte y poder expresar tu estado de ánimo”.

Fotografías: Juan Carlos Rojas.