La intolerancia al gluten supone un problema de salud pública, que podría afectar al 4.3% de los mexicanos. Para aquellos que no padecen la enfermedad, el consumo de productos sin gluten no supone una mejora en su dieta ni en la calidad alimenticia de los productos que consume.

Durante los últimos años, el gluten se ha posicionado como el enemigo dietético por excelencia. Si bien es cierto que aquellos que padecen la enfermedad celíaca deben evitarlo en sus dietas, para los que no sufren de ésta, el gluten no supone problema para la mayoría de personas.

La enfermedad celíaca es un trastorno de tipo autoinmune. Su origen es la intolerancia permanente al gluten, aparece en individuos dispuestos genéticamente y afecta primordialmente al aparato digestivo.

El gluten es un conjunto de proteínas que podemos encontrar en los cereales de secano, como el trigo, la cebada, el centeno y la avena, así como en sus variedades e híbridos: espelta, escanda o kamut.  Estas proteínas que forman el gluten son la gliadina y la glutenina. La primera, la gliadina, es viscosa y es la responsable de la extensibilidad de la masa del pan, permitiendo que ésta se estire y aumente su tamaño durante la fermentación.  La glutenina es la encargada de conferirle elasticidad a la masa. Son estas propiedades las que hacen que el gluten sea tan utilizado en la industria alimentaria.

La enfermedad celíaca es una enfermedad genética que puede desarrollarse en cualquier momento de la vida, tanto durante la infancia como en la adolescencia, y es muy frecuente su aparición en la edad adulta. Los individuos susceptibles son aquellos que portan los marcadores genéticos HLA-DQ2 (90%) y HLA-DQ8 (5-10%) localizados en el cromosoma 6. Estos marcadores son necesarios, pero no suficientes, para el desarrollo de la enfermedad. En muchos casos, la enfermedad permanece latente y se manifiesta tras el consumo de fármacos como el interferón-α. En otras ocasiones, las infecciones intestinales por bacterias o virus pueden desencadenar la enfermedad.

Sintomas y tratamiento

Los síntomas de esta enfermedad pueden confundirse con el síndrome de intestino irritable: distensión y dolor abdominal, diarrea, pérdida de peso y malestar general. En algunos pacientes, se ha manifestado dermatitis herpetiforme o neuropatía periférica. Por ello, para el diagnóstico el especialista médico en el aparato digestivo emplea, además de la sintomatología clínica, pruebas complementarias como la biopsia, análisis genéticos o determinaciones en el suero del paciente. Hay ocasiones en las que el mejor marcador de la enfermedad es la respuesta positiva a una dieta sin gluten durante un mínimo de seis meses.

Hasta hace unas décadas, la enfermedad celíaca estaba considerada una enfermedad poco frecuente, pero en la actualidad es un proceso muy común y que posee una distribución mundial, afectando a personas de distintas etnias y procedencias. Representa un problema de salud pública a nivel mundial, y es necesario el conocimiento de las características clínicas de la enfermedad, tanto en la comunidad médica como en la población en general.

La principal pauta de tratamiento para los pacientes es el mantenimiento de una dieta sin gluten. Aproximadamente un 70% de los pacientes presentan una clara mejoría clínica al cabo de las dos semanas de iniciada una dieta sin gluten, aunque  en muchos casos es imposible mantener una dieta libre de gluten. Así, en los países menos industrializados la disponibilidad de este tipo de alimentos es muy escasa y, en los países desarrollados, el elevado coste dificulta para muchos enfermos la compra de estos alimentos.

En cuanto a su prevalencia no hay datos claros, algunos investigadores determinaron que el 0.68% de la población mexicana es celíaca, es decir, uno de cada 140 mexicanos; mientras que otros determinan que la prevalencia es mayor, rondando el 4,3%.

La “moda” antigluten

En la actualidad se investigan nuevos fármacos. Algunos emplean enzimas digestivas para que degraden el gluten y disminuyan la reacción de intolerancia; otros bloquean una de las enzimas que participan en el proceso de intolerancia, la transglutaminasa.

La “moda” anti-gluten favorece el desarrollo de productos sin gluten, que mejoran la oferta de alimentos para los intolerantes. Sin embargo, para aquellos que no padecen la enfermedad, el consumo de productos sin gluten no supone una mejora en su dieta o en la calidad alimenticia de los productos que consume. Algunas asociaciones de enfermos manifiestan su preocupación ante la banalización de la enfermedad tras el anuncio publicitario de un producto de higiene sin gluten.