México y España tendrán que buscar alianzas con países como Corea del Sur, Indonesia y Brasil si quiere tener peso en el escenario mundial que se avecina. Así lo sostuvo Enrique Berruga Filloy en un encuentro con Anna Terrón Cusí y Alberto Ares Mateos en un encuentro en la Casa de México en España.

MADRID, España.- “Lo que hubiera parecido impensable hace unos años está ocurriendo ahora”, sostuvo Enrique Berruga Filloy en referencia al acercamiento entre Rusia y Estados Unidos para frenar a China. El que fuera embajador de México ante la ONU trazó unas líneas para dibujar el nuevo orden mundial que se avecina, dominado por la tensión entre un mundo en tensión por la globalización y su fuerza antagónica, que se manifiesta en los nacionalismos y en lo que denominaba “nativismos” Anna Terrón Cusí, directora de la Fundación Internacional para Iberoamérica de Administraciones Públicas, también presente en el diálogo en la Casa de México.

Los nacionalismos como rechazo a la globalización ya no escapan ni a Estados Unidos, principal impulsor de un mundo globalizado en décadas anteriores y ahora empeñado en debilitar la OTAN y el sistema de Naciones Unidas que contribuyó a crear para reconstruir un mundo destruido por los nacionalismos tras la Segunda Guerra Mundial.

En referencia a las 19 Operaciones de Mantenimiento de la Paz que hay en el mundo, Berruga Filloy se preguntaba: “¿Quién va a administrar estos conflictos?” Asegura el ponente que Naciones Unidas ha mostrado una alta eficacia en resolver los pequeños conflictos, una eficacia mediana en resolver los de tamaño mediano y una nula capacidad para resolver los grandes.

Hay que abordar los conflictos pequeños antes de que se hagan más grandes.

Berruga Filloy advierte de que las políticas de Donald Trump no obedecen a improvisación alguna, a verborrea tuitera y simple narcisismo. Asegura que el presidente aprovechó el fermento que había para su slogan Make America Great Again. Organizó focus groupsen todo el país y se tomó el tiempo de preguntar qué pensaba la gente más allá de la corrección política.

Trump se ha dedicado a leer la partitura que le daba la gente.

La población blanca resentida se convirtió en el factor determinante de su victoria electoral. Se sentían desplazados en derechos y privilegios por una inmigración descontrolada y percibían que otros países inundaban el mercado local con productos que dejaban en la calle a los trabajadores blancos. Sentían también que Estados Unidos perdía fuerza en un plano internacional en el que China se ha convertido en destinataria de muchos de las acciones del gobierno estadounidense en materia de política exterior.

Este panorama pone a México en una complicada situación al carecer de un mercado diversificado para defenderse de las recientes medidas proteccionistas que dañan la industria nacional. Si México quiere mantenerse como octava potencia exportadora del mundo, tendrá que buscar alianzas con países como España, Brasil, Indonesia y Corea del Sur.

También complica la vida a los mexicanos y sus descendientes que viven en Estados Unidos. Terrón Cusí afirma que los inmigrantes se han convertido en chivos expiatorios de los problemas del mundo rico. Por su parte, Alberto Ares Mateos, director del Instituto Universitario sobre Migraciones de la Universidad Pontificia de Comillas, considera que la inmigración debe reconocerse como elemento positivo. Citando a George Borjas, afirma que las sociedades con mayor diversidad cultural ofrecen una mayor riqueza.

Por otro lado, México se ha convertido en puerta de entrada a ese “paraíso” que buscan cada año millones de inmigrantes que provienen de Centroamérica. Durante algunos años, México ha jugado un papel de contención de esas migraciones y evitar que lleguen a Estados Unidos como en cierta medida lo han hecho España y Marruecos con Europa con los inmigrantes provenientes de África.

Berruga Villoy atribuye los fenómenos migratorios a los islotes de prosperidad en un mundo empobrecido que se refleja a la perfección en una viñeta de El Roto y que dice: “Pobres contra pobres: la lucha de clases”.

El 2% de la población mundial controla el 50% de las riquezas.

Los ponentes conversaron también sobre la crisis política e institucional que recorre a muchas partes del mundo, y la desafección política por gran parte de la población como resultado.

“La depresión de fondo ya está en las sociedades”, afirmaba Berruga Filloy al extenderse sobre la falta de legitimidad popular de muchos políticos y de su alejamiento de las personas a las que dicen representar.

Esta afirmación respondía en parte al planteamiento que hacía desde el público Ximena Caraza, directora de la Casa de México, respecto a la preocupante apatía de las nuevas generaciones y de la necesidad de liderazgos como los que se producían en décadas anteriores para resolver los problemas de la humanidad.

Berruga Filloy pidió optimismo a pesar de la complejidad del mundo que durante una hora y media trazó junto con los otros dos ponentes. Afirmaba que a la sociedad en su conjunto le llevará tiempo ajustarse a los cambios que se producen en el mundo con semejante velocidad. Optimismo y paciencia.


Fotos: Carlos Miguélez Monroy