Luis Daniel Nava y Jacob Morales no tienen doble nacionalidad para vivir en España de forma indefinida, ni viajaron por turismo o para estudiar grados superiores, sino para protegerse de la violencia contra periodistas y activistas de derechos humanos en México, para reflexionar sobre su futuro y para preparar su regreso. Estarán tres meses con el programa Barcelona protege a periodistas de México que puso en marcha la organización Taula per Mèxic.

Le dijeron a Jacob Moralesque lo matarían si seguía apoyando al portavoz de quienes se oponen a la construcción de La Parota, un megaproyecto hidroeléctrico que ha generado un tensión y conflicto social en el estado de Guerrero, a poca distancia del puerto de Acapulco. Presenció ataques como el de policías federales y estatales que mató a policías comunitarios por defender a las comunidades cerca de Acapulco y que estuvo a punto de quitarle la vida a Bernardino Hernández, un fotógrafo que recibió el XIV Premio Miguel Gil Moreno hace unos meses.

Te ven como simpatizante por cubrir información. No entienden que cumples una función de dar cobertura a una lucha de quince años y que se ha ganado en los tribunales. Las autoridades han castigado a quienes se oponen, los han dejado sin nada. Han vetado a los campesinos de apoyos al campo, de infraestructuras. Vas a las comunidades y están en la misma miseria a pesar de que están a 40 kilómetros de Acapulco. Pretenden obligarles a que se vayan.

Asegura que no sólo policías, políticos y otros grupos de poder recelan de la labor de los periodistas en contextos como el de Guerrero, sino también de los propios movimientos sociales por miedo a que filtren información que pueda exponerlos en un contexto de violencia extrema. Su paso por programas de corte cultural y social, su experiencia como reportero de noticias y su trabajo en diversas plataformas digitales lo llevaron a trabajar para El Sur de Acapulco.

“No se ha debilitado la lucha de 43 comunidades. Podría inundarse una zona con una extensión doce veces mayor a la bahía de Acapulco, lo que generaría desplazamientos masivos”, cuenta Morales, que ha cubierto con sus compañeros la creación de autodefensas y diversos conflictos sociales, así como asesinatos, ataques a negocios y a instituciones y atentados.

El mensaje de Whatsapp con la amenaza y el programa de Barcelona hicieron que Morales se replanteara su vida y su trabajo como periodista, que comenzó en su Guerrero natal cuando tenía 20 años como rebeldía contra unos padres que querían que siguiera sus pasos en el mundo de la enseñanza. Antes que él y que Nava, formaron parte del programa el periodista Martín Durán, de Sinaloa y Carlos Suárez, de Tamaulipas. Tomó la decisión de seguir sus pasos cuando personas de Taula per Mexic y de Artículo 19 lo contactaron tras la matanza de enero.

Asegura que no va a solicitar asilo y que volverá a Guerrero en septiembre, cuando hayan concluido el programa cuyos tres meses de duración están marcados por la naturaleza de los visados de turista. El programa de protección le ha hecho plantearse dejar por ahora el periodismo escrito, que considera más expuesto a situaciones de violencia por la posibilidad de manejar más fuentes, de profundizar en los temas y de llegar a más gente. Pero no piensa dejar su trabajo en radio y televisión.

“Tengo una vida allá, tengo a mi familia. Hay muchas cosas que contar en Guerrero. Dejar esto y dedicarme a algo más… no lo disfrutaría. Hay que sobrevivir para seguir dando voz a los que también luchan”, dice, preocupado por la normalización de la violencia.

Los niños han aprendido a vivir con el olor de la sangre. Ya es normal ver un muerto en la calle y decir ah, ya mataron a otro o mira, un descuartizado. Se ha vuelto normal para las mamás salir corriendo con sus hijos o ver a militares afuera de las escuelas.

Jugarse la vida por dos euros

El compañero de piso de Morales, Luis Daniel Nava, cuenta su trayectoria periodística en el seminario La Región y luego en El Sur de Acapulco, que le han permitido desarrollar una visión crítica de la relación de la prensa con los poderes.

No puedes criticar porque vienen las represalias, las amenazas, las agresiones, la retirada de publicidad oficial. La agenda empieza a ser la de la violencia, de los desaparecidos y de la corrupción. Hemos tenido que trabajar en este ambiente.

Para Nava, Guerrero se ha convertido en un microcosmos de lo que ocurre en todo el país. En mayo desde la asociación Periodistas de a pie le preguntaron si necesitaba un respiro y le presentaron el programa. Además del trabajo con esa asociación y otras como Aluna, ha contribuido a la creación de la Asociación de Periodistas del Estado de Guerrero después de la detención de compañeros suyos.

Las agresiones ya no eran casualidad, sino un ataque sistemático en contra de nosotros. Teníamos que tejer una red desde abajo. Estamos a la deriva.

Asegura Nava que las terapias y el trabajo de respiro que comenzaron en México y que continúan en Barcelona le han ayudado a poner en perspectiva su carrera profesional, a calibrar el peligro y verlo desde una distancia. También ha desarrollado herramientas para visualizar su regreso y para tomar conciencia de la necesidad de construir otro periodismo.

Necesitamos un periodismo que sirva para contarle a la gente las causas de pobreza y corrupción de esta violencia, así como sus consecuencias. Necesitamos darle a la gente herramientas para que comprendan lo que está pasando y no se queden en los números fríos de asesinados y desaparecidos.

Denuncia también las condiciones de trabajo de los periodistas, que trabajan sin contrato ni seguridad social, sin vacaciones, sin seguro médico, ni de vida.

Tengo compañeros que cobran 50 pesos (poco más de dos euros) por nota cuando tratan muchos temas casos delicados.

Programa de Acogida: ¿en qué consiste? 

Los periodistas que forman parte del Programa de Acogida de Defensores y Defensoras de Derechos Humanos, como lo llaman en la taula, reciben formación y atención psicosocial un mes antes del viaje hasta Barcelona que tienen cubierto, junto con un espacio para vivir y con 700 euros mensuales para gastos durante sus tres meses de estancia con visado de turista. Landeros afirma que tienen intención de extenderlo a seis meses por medio de un visado humanitario que dependerá del Ministerio de Exteriores, del Consulado Español en México y de una implicación aún mayor de otras organizaciones para afianzar la figura del periodista como defensor de los derechos humanos.

Años de lucha contra las violaciones de derechos humanos

Taula per Mèxic se compone de cuarenta personas, ocho de las cuales se dedican a la acogida temporal, que funciona por medio de grupos de trabajo en atención psicosocial, en formación ocupacional y en incidencia política, con ciclos de cine como el que se organizó con motivo del Día Mundial de las Desapariciones Forzadas, el 30 de agosto, y otras actividades. Trabajan en conjunto con organizaciones como Artículo 19, Periodistas de a pie y Aluna, de atención psicosocial.

Han pasado dos años desde su creación, pero el impulsor de esta taula, el mexicano Arturo Landeros, que lleva 15 años en Barcelona, se ha implicado con una realidad mexicana marcada de violencia y violaciones de derechos humanos desde hace mucho tiempo. Esa implicación sembró las primeras semillas para el programa que puso en marcha y que recibió el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitar de Cataluña. Landeros considera que el público de Barcelona y las organizaciones de derechos humanos se vuelcan más con otras regiones porque a México, país de la OCDE, se le considera un país democrático. Reconoce que tiene poca relación con las organizaciones culturales de mexicanos en Cataluña porque muchas dicen que sólo están para hablar bien de México, pero él prefiere construir desde la realidad, aunque a veces duela.


Fotos de los periodistas: Carlos Miguélez Monroy Fotos del Día Mundial de las Desapariciones Forzadas: Taula per Mèxic