Juan Hernández Rodríguez es el penúltimo eslabón de una estirpe familiar que mantiene vivo el arte de la cartonería. Una técnica tradicional del estado de Guanajuato, México, con la que se elaboran figuras, joyas y esculturas alegóricas de la cultura popular mexicana a base de cartón kraft, papel bond u hojas de periódico, decoradas con pintura acrílica.

“Es una técnica milenaria, con la que inicialmente se hacían piñatas o juguetes para niños. Primero se elaboran las estructuras de carrizo y luego se forran con el cartón o con el papel de periódico”, cuenta Juan Hernández en entrevista con Espacio Méx. Los pedacitos de papel se van pegando minuciosamente sobre la estructura de la escultura con engrudo, un aglutinante elaborado a base de harina de trigo y agua. Elementos tradicionales y puramente orgánicos.

“Cuando ya se tiene pegado el papel, se deja secar y entonces se empieza con la decoración, a base de pintura acrílica y pincel fino. Al final se le da un acabado, que nosotros le llamamos ‘porcelanizador’ o barniz”. La técnica en realidad es sencilla, dice Hernández, pero igualmente laboriosa.

A cada pieza tiene que ponerle uno el corazón, el alma, porque no es como estar produciendo en serie. Cada pieza es única, no se puede repetir. Aunque algunas partes sí son moldes, el resto es hecho a mano.”

Tradición de padres a hijos

Juan Hernández se dedica a la cartonería, en San José Iturbide, Guanajuato, prácticamente desde que nació.  Como sucede en muchos pueblos de México, su familia lleva toda la vida entregada al mismo oficio: la cartonería, también como conocida como castillería.

“Mi abuelo, don Cornelio Hernández, era castillero y juguetero desde principios del siglo pasado. Posteriormente, mi padre, don Daniel, también fue castillero y cartonero y a su vez nos transmitió a mí y a mis hermanos el oficio. Soy de la tercera generación y ahora mis hijos y sobrinos también trabajan la cartonería”.

Desde su taller, Juan mantiene vivo este arte y lo sigue transmitiendo a las siguientes generaciones. Ahora, además, se ha convertido en embajador mundial de la cartonería. Recientemente fue seleccionado por la Secretaría de Turismo de Guanajuato para mostrar este arte durante la reciente Feria Internacional del Turismo de Madrid (FITUR), en España, y también en Punto Guanajuato.

Historia de la ‘Catrina’, la calavera garbancera

En la capital española, Juan Hernández mostró el proceso de elaboración de figuras como alebrijes, charros, Judas, mojigangas, joyas, collares, aretes o pendientes y, sobre todo, ‘catrinas’ o calaveras, quizás las figuras que más llamaban la atención del público español que pudo disfrutar de sus artesanías. Él sabe mejor que nadie de donde procede la tradición de las “Catrinas” (o Calaveras garbanceras), tan popularizadas ahora mundialmente por la película Coco.

“Nuestros antepasados veneraban mucho a la muerte desde siempre y posteriormente hubo un grabador guanajuatense muy reconocido, José Guadalupe Posada, que fue el primero en dibujar esqueletos y vestirlos como personajes de la vida cotidiana”, cuenta. Guadalupe Posada era un ilustrador de periódicos y panfletos de finales del siglo XIX y principios del XX.

Él creó escuela, pero quien popularizó las catrinas a nivel nacional e internacional fue el mayor pintor y muralista guanajuatense de todos los tiempos: Diego Rivera, esposo de Frida Kahlo. En su mural ‘Sueño de una tarde dominical en La Alameda’, Rivera retrató una catrina caminando del brazo de José Guadalupe Posada por La Alameda Central de la Ciudad de México.

De este mural es de donde toma el nombre de ‘Catrina’ y desde entonces se representa en la cartonería, pero también en diferentes técnicas como son la cerámica o el latón”, cuenta Juan Hernández. Las ‘Catrinas’ no son las únicas figuras elaboradas en la cartonería.

“También se hacen cosas pequeñas, como joyas aretes o collares, y cosas monumentales. Pueden ser esculturas de gran formato. En San José Iturbide contamos con una ‘catrina’ que mide 18 metros de altura que está elaborada con esta técnica de la cartonería”, recuerda.

Herencia artística y cultural

En su taller, que ahora está ampliando con ayuda de sus hijos, Juan Hernández trabaja prácticamente sobre pedido. “Son piezas que requieren de mucho tiempo. Me solicitan a lo mejor una mojiganga, y hago la mojiganga (figura o máscara típica de carnaval). O me mandan hacer alguna escultura de cartón, y es así como voy trabajando. Ahora estamos armando el nuevo taller con mi familia y con mis hijos”.

Tiene la ilusión de que ellos sigan manteniendo vivo el arte de la cartonería en San José Iturbide. “A mí me encantaría, aunque ellos también tienen sus aspiraciones personales y estudian, pero lo que les digo es que aprendan el oficio y en algún momento yo pienso que ellos van a seguirlo. Igual que mis sobrinos”.

Palabras de esperanza de un hombre dedicado a este arte popular guanajuatense que, gracias a gente como él, sobrevive y empieza a traspasar fronteras y continentes.