A raíz de una exposición en España, el pintor mexicano Xolotl Polo decidió llevar el arte a las escuelas de pequeños pueblos en México. Este viaje le acercó a las historias de los migrantes a través de los ojos de “los que se quedan”. La experiencia modificó su obra hasta llegar a los colores y los personajes con los que intenta reflejar la esperanza y el carácter global de la migración.

MADRID, España.- Hace más de 30 años que Xolotl Polo se dedica por completo a la pintura. Este artista mexicano se enorgullece de no haber desempeñado otro oficio desde comenzó a pintar, pero cuando estudiaba la carrera de Diseño Gráfico nunca pensó que terminaría viviendo de sus cuadros. Se sentía molesto cuando la gente veía su trabajo y le animaba a ser pintor. “Yo veía mis estudios como algo más profesional y serio, el arte era algo más incierto”, comenta. Cuando le convencieron para preparar una exposición, sus obras comenzaron a venderse. Polo reconoce que al principio se dedicaba a complacer el ojo ajeno, a pintar aquello que demandaban. Fue en una muestra que preparó a su gusto cuando las ventas se dispararon. “Cuando eres más honesto contigo mismo y la gente empieza a ver la sinceridad de lo que tú haces es cuando tu trabajo adquiere valor”, cuenta a Espacio Méx y añade que este mensaje es algo que las personas que empiezan en el arte deben tener muy presente.

“Cuando eres más honesto contigo mismo y la gente empieza a ver la sinceridad de lo que tú haces es cuando tu trabajo adquiere valor”, Xolotl Polo

Un nuevo camino

Tras pasar por varias etapas artísticas: unos primeros años centrados en la técnica, otros centrados en el realismo y la figura humana. En una visita a Madrid, una charla que impartió a unos niños le dirigió hacia un nuevo camino. Al regresar a México se propuso acercar su obra a los jóvenes y a los pocos años comenzó a realizar viajes a pueblos y comunidades apartadas para explicar su trabajo. En estas zonas comenzó a acercarse al problema de la migración a través de “los ojos de los que se quedan”. Sus viajes le llevaron a recorrer Morelos, el norte de Guerrero, parte de Puebla y el Estado de México, y algunas escuelas de la Ciudad de México. Conoció casos de niños que habían quedado huérfanos, que perdieron el contacto con sus padres, que habían emigrado a Estados Unidos. Entre las personas que viajan para conseguir cruzar la frontera existe un alto de porcentaje que mueren en el desierto o son capturados por narcotraficantes. Esta confrontación con un problema, que Polo considera que trasciende a México, comenzó a modificar sustancialmente su trabajo pictórico.

Pinturas que profundizan en un problema global

Las obras de Xolotl Polo se caracterizan por una perspectiva aérea, para enmarcar a los personajes que aparecen en ellas y que dé la sensación de que se trasladan. Muchos de sus cuadros tienen una línea que atraviesa la pintura dividiéndola en dos y que representa las líneas fronterizas. Sus personajes aparecen siempre sin ropa para que el espectador no pueda asociarlos a ningún lugar o momento histórico, conservando el sentido de que la migración es una situación que golpea a nivel global. Cuando comenzó a perfeccionar este estilo se dio cuenta de que utilizaba colores muy pardos; azules oscuros, verdes militares; con mucha tristeza. Un día vio los colores de una bebida energética, naranjas y verdes muy intensos y limpios, y comenzó a usarlos en sus obras. Más tarde comprendería que reflejaban la esperanza que trasciende en las migraciones.

La migraciones son históricas. Son muy importantes porque contribuyen a la cultura del lugar al que llegan, no la afectan, si no que suman y enriquecen.

Los que migran no quieren dejar sus lugares, migran porque son expulsados de su entorno y esa expulsión va dirigida a tener esperanza, una vida mejor.