El coloquio Con las madres de personas desaparecidas, verdad y justicia que organizan Nodo MxM y Amnistía internacional aborda la realidad de los desaparecidos desde el papel de los medios de comunicación en la búsqueda de la verdad y de la lucha contra la impunidad. Esta búsqueda requiere la conversión de los números fríos de decenas de miles de desaparecidos en historias de personas con nombre y apellidos a las que les truncaron la vida y la de sus familias que exigen justicia.

 

Por Carlos Miguélez Monroy.

Desde hace años, Adela, Fabiola, Esperanza, Victoria, Yolanda, Rosa Elena, Patricia y María Antonieta no pueden celebrar con sus hijos el Día de las Madres. Carmelo, Argenis, Xóchitl, Yuneri, Ivone, Iriana Itzel, Antonio de Jesús, Lizbeth Yetzil y Guillermo están entre las más de 40.000 personas desaparecidas en México, según cifras oficiales.

El 1979, un periodista en Argentina le preguntaba a Jorge Videla por los desaparecidos en su país. Así respondía el dictador:

“Frente al desaparecido, en tanto esté como tal, es una incógnita. Si el nombre apareciera, tendría un tratamiento equis. Si la desaparición se convirtiera en certeza de su fallecimiento, tendría un tratamiento zeta, pero mientras esté desaparecido, no puede tener ningún tratamiento especial. Es una incógnita, es un desaparecido. No tiene entidad, no está. Ni muerto ni vivo, está desaparecido”.

El periodista puede contribuir a darles entidad por medio de los testimonios de sus familiares. Contar historias de personas con nombres y apellidos devuelve a las víctimas la dignidad y la dimensión de seres humanos que les corresponde, pero que sus victimarios han pretendido arrebatarles. Esas vidas truncadas se pueden reconstruir por medio de la memoria y de la verdad; sólo sacándolas del terreno de la abstracción podemos descubrir que lo mismo nos puede ocurrir a nosotros, a nuestros familiares, a nuestros amigos y a nuestros seres queridos si no cambia la situación.

Ante la tentación de restar importancia al papel de la memoria, cabría recordar el papel que han jugado las madres de la Plaza de Mayo en la larga lucha contra la impunidad por las desapariciones durante la dictadura argentina.

El periodismo tiene como tarea pendiente erradicar coberturas y discursos que criminalicen a las víctimas, haciéndole juego a la frivolización masiva de las redes sociales. Hurgar en el “pasado” de las víctimas en lugar de investigar a los victimarios genera un discurso que relativiza atrocidades que no tienen justificación.

Desde los medios de comunicación se puede investigar y preguntar sobre la destinación de recursos para el esclarecimiento de casos de personas desaparecidas.

Adela de Anda de Paz envió una carta al rey Felipe VI para exponerle el caso de su hijo Carmelo, desaparecido desde agosto de 2012. Sólo ha recibido una carta del consulado español en México que expresaba consternación por lo ocurrido y donde le aseguraban que se pondrían los medios para investigar, y un acuse de recibo de la Casa del Rey. Los periodistas podemos contribuir a la investigación y a la reconstrucción de los hechos, así como a dar seguimiento a las peticiones de madres y familiares a los gobiernos, no sólo al mexicano, para la investigación de sus casos.

La amenaza a la que están expuestos los propios periodistas en México se puede mitigar si los profesionales de distintos medios, avalados por sus directores, juegan en equipo. Unidos, los medios de comunicación tendrán menos dificultades para realizar registros de personas desaparecidas y compartirlos, junto con otros recursos que surjan como fruto de su trabajo de investigación. Tendrán mayor alcance a la hora de escuchar los testimonios de los familiares de los desaparecidos y de sus comunidades, de investigar y de reconstruir los hechos, de ponerse en contacto con medios internacionales para dar a conocer diversos casos y de establecer posicionamientos comunes ante las versiones “oficiales” de los hechos.

En colaboración con medios y periodistas locales, los medios internacionales y sus profesionales pueden dar a conocer las historias de los desaparecidos para dar una imagen que vaya más allá de la gastronomía, la riqueza cultural y la maravilla natural de un país como México, que nadie puede negar. Pero ese panorama idílico necesita completarse con los desafíos a los que se enfrenta un país donde se vulneran los derechos humanos con la participación o con la complicidad de las autoridades del estado.

Desde otros países, los periodistas pueden dar seguimiento al papel de sus propios gobiernos en casos de víctimas de doble nacionalidad, como ocurre con Adela de Anda de Paz. No se puede infravalorar el aspecto de la nacionalidad para poner contra las cuerdas a militares y personas implicadas en casos de tortura y desaparición. Jueces como Baltasar Garzón o Santiago Pedraz ha, demostrado que puede hacerse efectiva la jurisdicción universal en casos de violaciones graves de derechos humanos. En la mano de los periodistas está continuar en la labor de dar voz a las organizaciones, activistas y defensores de derechos humanos, y de reconocer su incansable trabajo de la mano de las madres y los familiares de las víctimas.