El poder financiero, las grandes empresas y grandes fortunas, quienes mandan en realidad en España, han decidido no correr el riesgo de que gobierne una coalición democrática progresista. Por eso han apostado por Ciudadanos. El PP ya no les sirve como antes.

El legado del Partido Popular (PP) tras siete años de gobierno no es para que la ciudadanía lo celebre con cohetes. El gobierno de Mariano Rajoy entregó a la banca una millonada de euros para rescatarla, con la crisis que estalló hace poco más de diez años de fondo o en ocasiones como pretexto. Una millonada de la que más de 24.000 millones de euros nunca se recuperarán. Aún hay 3,5 millones y medio de desempleados, a los que sumar una tasa de precariedad laboral en España del 26% con su correspondiente reducción salarial. Más del doble que en el resto de la Unión Europea. En España, un 15% de trabajadores son pobres a pesar de tener contrato y tener puestos fijos.

Además del innegable perjuicio a la ciudadanía por la reforma laboral, la corrupción creciente de dirigentes y cargos públicos del Partido Popular en toda España, más la inacción del gobierno, cuestionado a diario por feministas, pensionistas, estudiantes, sindicalistas, policías y otros grupos y sectores sociales, han reducido de modo notable la intención de voto por el PP. Sin embargo, de acertar los sondeos, será peor el remedio que la enfermedad pues aparece Ciudadanos como la organización política más votada.

Aunque sin obtener los votos necesarios para poder gobernar, Ciudadanos fue el partido más votado en las elecciones catalanas en diciembre del año pasado, en pleno conflicto catalán. En un paisaje de nacionalismo español desatado y promovido por el PP, Ciudadanos se erigió en el partido más constitucionalista del Reino para atacar a los independentistas catalanes. Aunque más preciso sería decir que Ciudadanos es un partido ‘unionista’ que pretende ser garante de la unidad de España. Una expresión, por cierto, que consagró la dictadura franquista y que la definía.

Tal hecho no se comprendería de no contar el partido naranja, como se conoce a Ciudadanos, con el apoyo del poder económico de España que, además de considerable financiación, le proporciona el impagable apoyo de medios de comunicación. No hay que olvidar que directa o indirectamente, los grandes medios de información están en manos del poder económico. O controlados por la clase dominante, que dirían Marx y Engels.

La falacia de no ser de derechas ni de izquierdas

Ciudadanos pretende no ser de izquierdas ni de derechas. Muy original. Incluso hace suyas necedades como “izquierda y derecha son categorías vencidas por la realidad, y cualquier partido que se reclame novedoso tiene que superarlas”. La política no es cuestión de modas e izquierda y derecha son términos que, más allá de la frivolidad con que las usan algunos medios, significan querer cambiar las cosas en economía y política o conservar lo injusto y desigual que hay. Cuestionar el actual modelo socioeconómico o afianzarlo. Pero de ningún modo izquierda y derecha son conceptos superados. La pretendida superación de izquierda y derecha la proclaman precisamente gentes de derechas. Y aunque Ciudadanos pretende ser de centro, es de derechas.

Se ve en sus propuestas fiscales que coinciden con las de la fundación FAES del ex presidente José María Aznar, guarida del más radical capitalismo neoliberal. Por ejemplo, la reforma del IRPF que propone Ciudadanos reduciría de modo considerable la recaudación del Estado y además proponen dedicar más recursos públicos al sector financiero. También propone un IVA con dos únicas modalidades:  una reduciría ese impuesto en artículos de lujo, grandes bienes y hostelería, y en otra lo aumentaría en productos básicos, medicamentos y alimentos. Por no olvidar el contrato  laboral único que harían aún más fácil los despidos.

Por otra parte, Ciudadanos, además de apoyar la autoritaria ley Mordaza de 2015 que frena las movilizaciones ciudadanas y reduce la libertad de expresión, tiene un discurso muy retrógrado ante la lacra de la violencia machista en España. Por ejemplo, propone eliminar del Código Penal la tipificación de delitos específicos de violencia de género.

Ciudadanos, un Podemos de derechas

Ciudadanos nació como Ciutadans en Cataluña en 2006, pero ya como Ciudadanos se presentó a las elecciones generales de 2008 con sólo 46.313 votos (0,18%). En las europeas de 2009, el resultado fue también penoso, pero en las elecciones catalanas de 2012 pasó de 3 a 9 diputados en el Parlament de Cataluña y en 2014 obtuvo dos diputados en el Parlamento Europeo.

Un avance lento y moderado hasta que, a finales de junio de 2014, el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, impartiendo una conferencia en el Círculo de Empresarios de Madrid (una de las entidades más neoliberales del país) propuso crear “una especie de Podemos de derechas”.

Podemos, un partido progresista recién fundado que decía recoger el espíritu del 15-M, había obtenido unos meses antes cinco eurodiputados y a Josep Oliu, que además de presidente del Sabadell es patrono de FEDEA (Fundación de Estudios de Economía Aplicada), le pareció buena referencia política como imagen de renovación.

FEDEA es un grupo de presión creado, financiado e impulsado por Banco SantanderBBVA, La Caixa (además del Sabadell), Iberdrola, Telefónica, Repsol, y otras empresas del Ibex 35. En fin, que Ciudadanos es el partido por el que apuesta la banca y las grandes empresas del Ibex.

En su constante esfuerzo por crear una imagen de Ciudadanos que poco tiene que ver con la realidad, Albert Rivera se jacta de ser presidente del partido más democrático del Parlamento español. Pero han testimoniado todo lo contrario varios afiliados de Ciudadanos expulsados, removidos o ninguneados porque toparon con la dirección nacional o regional de ese partido.

José Luis Cifuentes, candidato a la alcaldía de Alicante, dimitió por falta de democracia interna. En su carta de dimisión escribió que “con Franco también se llegó a votar, pero no por eso había democracia”. Jaime Trabuchelli, candidato a las elecciones primarias en Madrid se fue de Ciudadanos porque era una estafa a la sociedad. Por su parte, Carolina Punset, que estuvo en la Ejecutiva de Ciudadanos, denunció técnicas oscuras y, en una entrevista en eldiario.es, afirmó que el congreso de Ciudadanos de 2017 fue el entierro de la pluralidad y la democracia interna, si alguna vez las hubo.

Poder financiero y grandes empresas detrás de Ciudadanos

Por más maquillaje y apariencia de renovación que proporcionen el marketing, la publicidad y la favorable buena prensa de algunos medios, Ciudadanos es un partido de derechas. Claramente. Aunque hablen tanto de clases medias, que nunca concretan ni definen, en realidad defienden los intereses de quienes más tienen, los millonarios, que en este Reino son poco más de 200.000 según el Informe Mundial de la Riqueza del año pasado, elaborado por la consultora Capgemini.

El poder financiero, las grandes empresas y grandes fortunas, quienes mandan en realidad en España, han decidido no correr el riesgo de que en algún momento pudiera gobernar este país una coalición democrática progresista. Por eso han apostado por Ciudadanos. El PP ya no les sirve como antes.