La autora carga contra pseudoexpertos y capitanes a posteriori de las redes sociales, contra padres irresponsables que ponen en peligro los avances conseguidos por el confinamiento al no respetar las normas de salidas con menores y contra quienes propagan mentiras para atacar a este o aquel gobierno. ‘Si no somos capaces de unir esfuerzos en pro del bien común, o apoyar mínimamente la difícil tarea de las autoridades, como bien decía mi abuelita, mucho ayuda el que no estorba’, dice.

Opinión de Laura Martínez Alarcón *.

BARCELONA, España.- Cada quien tiene su modo de matar pulgas, decía mi abuelita, y la realidad de España no es la misma que la de México, ni la de Abu Dhabi, ni la de Alemania, ni la de Singapore. Y con respecto al Covid-19, mucho menos.

Si hay algo que inquieta es esa obsesión de algunas y algunos por comparar los métodos con que cada país hace lo que puede para combatir al virus, muchas veces con el único afán de descalificar a las autoridades que están al mando. La realidad es que nadie estaba preparado para algo que ni siquiera se veía venir.

Ayudaría que muchos dejaran de ejercer de expertos estrategas y especialistas en temas de salud y cumplan con la única responsabilidad que se les pide: permanecer en casa, si pueden hacerlo. Y si no, cumplir cabalmente con todas las medidas de higiene y protección que se demandan.

Este domingo 26 de abril, tras casi siente semanas de encierro, las niñas y los niños españoles pudieron salir a pasear. La medida aprobada establecía un límite de una hora, una distancia máxima de un kilómetro con la compañía de sólo un adulto (habría faltado agregar aquí la palabra RESPONSABLE).

El mal ejemplo lo dieron muchos padres y madres que se pasaron por el forro dichas disposiciones. Dado el clima de crispación en el que estamos viviendo, habrá quien “culpe” al gobierno por permitir esta medida. Así que, OJO: si se llega a dar un repunte de contagios, no será por culpa de las autoridades, sino por la irresponsabilidad de progenitores incapaces de explicar y hacer entender a los más pequeños de la casa cómo actuar y comportarse.

Otra de las obsesiones de un gran número de conocidos y desconocidos es ir comparando cifras como si el tamaño de los países fuera igual. Si cursaron la escuela primaria, recordarán que había una materia llamada Geografía que servía para dimensionar el tamaño de los países y sus poblaciones.

En esta epidemia global, por desgracia, hemos aprendido que, a veces, los datos no son directamente proporcionales al tamaño de los países. Mientras en Alemania han muerto casi 6.000 personas, en España, con la mitad de la población, se ha superado la barrera de los 23.000. Estos resultados tienen mucho que ver con la gestión del asunto desde el principio y aquí, Ángela Merkel, de formación científica, tuvo una intervención espléndida.

Tampoco nos podemos explicar cómo México, un país cuatro veces más grande que España y con 130 millones de habitantes, sin condiciones adecuadas ni recursos suficientes, apenas ha alcanzado las 1.400 muertes. Se dirá que en el caso mexicano todavía no se llega al clímax, o que las autoridades están “maquillando” los números. Esta acusación, por cierto, se ha hecho en TODOS los países del mundo por la simple y llana razón de que no se han hecho pruebas suficientes a toda la población (y los países que lo han hecho tampoco lo tienen muy claro), o no se han contabilizado determinados casos, como las muertes ocurridas en las residencias para personas mayores, o en los propios hogares. Pero asegurar que las cifras están “maquilladas”, con el retintín añadido de que se hace con una perversa intención, es ir demasiado lejos. Seamos suspicaces, pero no caigamos en el disparate.

Tampoco ayuda publicar algo sin verificar las fuentes. Repetimos una vez más: reenviar bulos, mentiras, fake news o como quieran llamarlo, solo reaccionando de manera visceral e inmediata a la “noticia” que nos llega al celular o la computadora, es poco serio y solo contribuye al clima de linchamiento y sabotaje que se percibe por doquier. En el caso de España, solo hay que oír los argumentos zafios de los partidos de la derecha, de no pocos medios de comunicación, o de algunos tertulianos. En las buenas y en las malas, si no somos capaces de unir esfuerzos en pro del bien común, o apoyar mínimamente la difícil tarea de las autoridades, como bien decía mi abuelita, mucho ayuda el que no estorba.

* La autora, periodista mexicana, radica en Barcelona