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Reconstrucción tras la desolación: crisis como oportunidad de cambio

Reconstrucción tras la desolación

Foto: Stephen Philpott (Unsplash)

La reconstrucción de Europa ante una crisis socioeconómica agravada por la pandemia del coronavirus tiene un objetivo claro y sencillo que concreta Juan Torres López, catedrático de Economía: trabajo decente, menos horas para que trabaje más gente y empleo con mejores condiciones. Es posible.

Análisis de Xavier Caño Tamayo.

MADRID, España.- De nuevo crisis tras la pandemia del coronavirus. El Gobierno de España prevé que el PIB, la riqueza nacional creada, caiga un 9,2% y también que el paro aumente hasta el 19%. El déficit aumentará hasta algo más del 10 % del PIB en 2020, pero en 2021 se espera ya una recuperación de algo más 6% del Producto Interior Bruto. También se prevé que en ese año la economía se empiece a recuperar gradualmente.

No hay referencia alguna en la historia reciente a esta crisis económica que estalla con el obligado confinamiento y la detención de la economía. Según las instituciones económicas internacionales, la crisis será más aguda, profunda y disolvente que lo soportado hasta hoy.

En el caso de España cabe añadir que antes de la pandemia ya se había alcanzado una preocupante precariedad laboral que ha afectado a grandes capas de población. Uno de cada diez trabajadores ya era pobre un año antes de la pandemia.

Pandemia, por cierto, que ha dejado con las vergüenzas al aire la escasa calidad del empleo en España, la debilidad de la industria y una economía demasiado de servicios, con relevancia del turismo, que no ha resistido el embate de las consecuencias de la pandemia. En menos de dos meses, el mercado laboral ha retrocedido una década en la reducción del desempleo, se han destruido más puestos de trabajo que nunca y a mayor velocidad.

¿Qué hacer? ¿Qué medidas tomar? Fracasaron las recetas de austeridad, recortes de presupuestos sociales y reducción del gasto público en general que se impusieron en la Unión Europea desde 2009 .

Esas pretendidas terapias aplicadas durante diez años nunca han estado nunca al servicio de la mayoría ciudadana, sino todo lo contrario. Austeridad, recorte de gasto público y retroceso en derechos laborales han empobrecido a trabajadores y trabajadoras. De no revertir la situación, pagarán esta crisis los de siempre: los trabajadores, con especial virulencia de los temporales, los desempleados de larga duración, los jóvenes y las mujeres. A este viaje a ninguna parte se suman retos como afrontar el cambio climático para evitar el desastre.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) pronostica la pérdida de tres millones y medio de empleos en España. El Gobierno de coalición trata de parar el golpe con varias medidas que economistas y sindicatos valoran de cara a la reconstrucción nacional. Sin embargo, a parte de la clase política, las derechas, les da igual la suerte de la clase trabajadora y de los desfavorecidos, que cada vez son más, y han anunciado que pondrán palos en la rueda para impedir medidas y políticas de contenido social, como ya han empezado a hacer.

Tras la destrucción, recuperación

Tal vez haya que cambiar el chip y empezar a ver la crisis como una ocasión para transformar la realidad para mejor. Porque se puede. Si recurrimos a la Historia, mucho peor estaba Europa hace tres cuartos de siglo, en 1945, al acabar la Segunda Guerra Mundial. Pero se recuperó y superó una terrible situación.

En la guerra fueron destruidas muchas ciudades europeas y la economía se fue por el sumidero sin olvidar las decenas de millones de muertos. Sin embargo, la respuesta no fue lamentarse por la magnitud del desastre. Al contrario, la Europa deshecha ofrecía la oportunidad de partir de cero y empezar de nuevo. Muchas ciudades se destruyeron, pero otras tantas fueron reconstruidas de modo espectacular.

Por ejemplo, los bombarderos aliados arrasaron la hermosa ciudad de Colonia. No quedó piedra sobre piedra, pero hoy es una dinámica y bella ciudad. Las encarnizadas batallas destruyeron Budapest, hoy muy viva y considerada la novena ciudad más bella del mundo. Dresde fue bombardeada por los aliados y los incendios la redujeron a escombros y cenizas, pero se reconstruyó y hoy es sede mundial de cultura y arte. En 1944, Varsovia se alzó contra la ocupación nazi y la Wehrmacht destruyó la ciudad. Rotterdam era una bella ciudad de canales, casas típicas e intensa vida urbana que destruyó la Luftwaffe en 1940, pero se alzó de sus cenizas y se convirtió en una activa ciudad de más de 600.000 habitantes con el mayor puerto de Europa. En toda Europa fue igual: reconstrucción tras la desolación.

El ejemplo del milagro alemán

Decenas de millones de muertos, regiones y naciones devastadas, ciudades arrasadas, destrucción del tejido industrial y pérdidas económicas increíbles tras la Segunda Guerra Mundial. Cinco años después de acabar la guerra, el diario británico The Times hablaba de “milagro alemán” para explicar la situación de un país destruido pocos años antes. Fue tal que los derrotados en la guerra alcanzaron una prosperidad superior en algunos casos a la de los países vencedores. En gran medida por el Plan Marshall, una propuesta de Estados Unidos para ayudar a la reconstrución de Europa Occidental con aportaciones económicas de miles de millones de dólares.

La destrucción y el desastre bélicos se consideraron una oportunidad, una ocasión para empezar de nuevo y reconstruir una Europa nueva en paz.

Foto: NeONBRAND (Unsplash)

La reconstrucción de esa Europa, que afronta una tremenda crisis socioeconómica agravada por la pandemia del coronavirus tiene un objetivo claro y sencillo que concreta el catedrático de Economía Juan Torres López en castellano cotidiano y coloquial: trabajo decente, menos horas para que trabaje más gente y empleo con mejores condiciones. Es posible. Además, cabe añadir, de mucha imaginación y una sólida voluntad política al servicio de la gran mayoría ciudadana, no del poder financiero como hasta ahora.

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