Investigadores de la Universidad de Guadalajara (México) han comenzado a emplear trasplantes fecales con pacientes que sufrían infecciones recurrentes de la bacteria Clostridium difficile, con una tasa de curación que roza el 90%. Este nuevo método que se está mostrando útil contra patologías gastrointestinales crónicas como la enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa o el síndrome del colon irritable.

 

Vivimos en una simbiosis constante con una gran comunidad de microorganismos que nos habita. Con muchos de ellos se establece una mera relación de convivencia, sin que exista algún efecto sobre la salud del ser humano. Sin embargo, la relación que se establece con la mayoría de esta microbiota tiene un efecto positivo sobre nosotros, como es el caso de aquellas bacterias que permiten la absorción de muchos nutrientes o aquellas que impiden la colonización de nuestros tejidos por otros organismos patógenos.

De todas éstas, el 95% las encontramos en el colon. Allí, existen aproximadamente 10 bacterias por mililitro de unas 400 especies distintas. Estas bacterias se han adaptado, a lo largo de la historia evolutiva, a vivir en el intestino humano y a nosotros nos ha resultado muy beneficioso: ayudan a mantener correctamente la estructura del epitelio del colon, y permiten la absorción de vitaminas y minerales.

Si bien todo esto se conocía, hasta hace muy poco no se relacionaron muchas patologías gastrointestinales con la alteración de la composición en la microbiota humana.

Y eso que ya en el siglo IV en China, durante la dinastía Dong-jin, el médico Ge Hong prescribía  trasplantes fecales como tratamiento antidiarreico. Lo llamaban “sopa amarilla del dragón”, y su administración era por vía oral. A pesar de lo escatológico del asunto, los resultados eran milagrosos, y era capaz de salvar de la muerte a pacientes con trastornos digestivos.

Desde el año pasado, investigadores de la Universidad de Guadalajara (México), junto con el Servicio de Gastroenterología de la Universidad de Nuevo León, han comenzado a emplear trasplantes de heces, con una tasa de curación que roza el 90%, con pacientes que sufrían infecciones recurrentes por parte de la bacteria Clostridium difficile, un agente muy agresivo capaz de provocar colitis y diarreas.  Debido al desarrollo de la resistencia a antibióticos de esta bacteria, las medidas para combatirla estaban desapareciendo.

Para el trasplante de materia fecal es necesario tomar una muestra a partir de un donante seleccionado que cuente con una microbiota intestinal no alterada. Esta muestra es posteriormente procesada y colocada en el paciente receptor por medio de cápsulas, endoscopia o colonoscopia. Con esta práctica se busca reinstaurar el equilibrio microbiano alterado por las bacterias patógenas en el enfermo, pero además va a permitir disminuir el uso de antibióticos en la población.

Otras patologías gastrointestinales como la enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa o el síndrome del colon irritable también son una buena diana para esta metodología. Se han conseguido resultados muy favorables en pacientes crónicos de estas enfermedades tras el trasplante.

Incluso ha sido mostrada su eficacia en pacientes con alergias e intolerancias alimentarias producidas por una alteración bacteriana que impedía la correcta asimilación de nutrientes.

Trasplantes fecales y trastornos neurodegenerativos

Lo más asombroso de este asunto es que, de forma accidental, se ha observado mejora en otras patologías fuera del aparato digestivo. Así, paciente con esclerosis múltiples o enfermedad de Parkinson mejoraron considerablemente sus síntomas  tras la administración de heces para tratar el estreñimiento crónico.

Si bien, estos casos han sido hitos aislados hasta estos momentos, la puerta para la investigación ha sido abierta. La relación entre la microbiota intestinal y ciertos trastornos neurodegenerativos, que ya se intuía, ha quedado clara con estos hechos.