La Fundación Francisco Franco que desgrava impuestos y recibe subvenciones del Estado. ¿Imaginan algo semejante en Alemania con Adolf Hitler? Sacar los restos del dictador Franco del mausoleo de Cuelgamuros es buena ocasión para negar la falacia revisionista que pretende que la Guerra Civil española fue un terrible drama en el que todos fueron culpables.

Análisis de Xavier Caño Tamayo.

MADRID, España.- El Tribunal Supremo avaló por unanimidad el plan del gobierno de exhumar los restos de Franco y enterrarlos en el cementerio madrileño de El Pardo-Mingorrubio, contrario al deseo de la familia del dictador que pretendía enterrarlo en la cripta de la Almudena. El Supremo no ha dado la razón a los Franco. “Al fin y al cabo se trata de levantar una losa”, expresó. El derecho de la familia a elegir su enterramiento no es absoluto “y puede ser limitado por razones de interés general que concurren en este caso”.

Una cuestión pendiente resuelta. Pero quedan más. Resta la tarea de eliminar hasta el último resquicio de franquismo que ha erosionado, menoscabado y corrompido la democracia española. Urge derogar la ley de amnistía de 1977, como Human Rights Watch, Amnistía Internacional, la ONU, el Consejo Europeo y el Tribunal de Estrasburgo han solicitado una y otra vez. Resulta imprescindible la derogación de esa ley porquevulnera el tratado sobre desaparecidos forzados, firmado y ratificado por España, además de impedir juzgar y condenar los crímenes del franquismo. También hay que anular las condenas a muerte del franquismo a republicanos, vergonzosamente vigentes, y eliminar el bochorno de dar nombres de criminales franquistas a calles y plazas.

Cuestiones pendientes

Estas cuestiones pendientes muestran que este país de países llamado España no es una democracia completa. Es una democracia, por supuesto, pero no plena por sus contradicciones de difícil explicación como que el primer Jefe de Estado de la democracia, Juan Carlos I, fuera designado por el dictador Franco. Tampoco se consultó a la ciudadanía si la monarquía era la forma de Estado que quería y se prohibió investigar y juzgar los innegables crímenes de guerra y de lesa humanidad de la dictadura franquista.

Franco traicionó el juramento que hizo a la República, se alzó en armas contra el gobierno legítimo y provocó una cruenta guerra civil de tres años en la que venció por la enorme ayuda de Hitler y Mussolini y buscó prolongar la guerra, que podía haber acabado antes, para poder eliminar a más españoles que no pensaban como él.

Para mayor agravio, hay una Fundación Francisco Franco que desgrava impuestos y recibe subvenciones del Estado. ¿Imaginan algo semejante en Alemania? ¿Imaginan que hubiera en ese país una Fundación Adolf Hitler? Por supuesto que no.

Sacar la momia del dictador Franco del mausoleo de Cuelgamuros es buena ocasión para negar la falacia revisionista que pretende que la Guerra Civil española fue un terrible drama en el que todos fueron culpables.

Contra la pretensión de disolver la criminal responsabilidad de la dictadura franquista cabe recordar que tres meses antes de la sublevación, en abril de 1936, el general Mola dictó a los jefes militares de la rebelión esta orden secreta: “La acción ha de ser violenta en extremo para reducir cuanto antes al enemigo, aplicando ejemplares castigos para estrangular cualquier atisbo de rebeldía o resistencia. El objetivo es eliminar a todos los izquierdistas: comunistas, socialistas, anarquistas, sindicalistas y masones”. Ya había una clara voluntad de rebelión meses antes.

Voluntad de exterminio

Prueba de la voluntad franquista de exterminio del enemigo es que en las zonas donde triunfó el golpe de Estado, como Galicia, no hubo guerra ni víctimas de derechas. Pero la represión de republicanos fue brutal, con el asesinato de unas 4.700 personas, entre las que estaban los cuatro gobernadores civiles de la República, al capitán general de la región militar, al gobernador militar de La Coruña, el contralmirante de la base naval de Ferrol, los alcaldes de 38 localidades y cientos de concejales. En Canarias hubo de 2.600 a 3.000 asesinados. En Navarra, 3.500 asesinados. En Baleares, unos 2.000.

Nunca hubo equidistancia en las muertes y represión en republicanos y sublevados. No la hubo porque mientras la violencia descontrolada en zona republicana, que la hubo, fue una reacción al golpe militar, mucho menor y reducida en el tiempo hasta que la República recuperó el control en su zona, los militares sublevados urdieron y aplicaron un verdadero plan de exterminio de sus adversarios políticos que se prolongó hasta dos décadas después del final de la guerra civil. En los años cincuenta del siglo XX aún podían oírse en ocasiones los disparos de los fusilamientos en la zona conocida como Camp de la Bota, cerca de Barcelona.

Está documentado que las órdenes de los generales franquistas fueron asesinar y violar. Lo dijo Franco claramente: “En una guerra civil, es preferible la ocupación sistemática de territorio, acompañada por la limpieza necesaria, a una rápida derrota de los ejércitos enemigos que deje al país infectado de adversarios”. Y el general Yagüe ordenó “al que resista, ya sabéis lo que tenéis que hacer: a la cárcel o al paredón, lo mismo da. Vamos a imponer nuestra civilización, si no es por las buenas, por las malas”. Y el general Queipo de Llano, uno de los peores entre los sublevados, manifestó que “nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que es ser hombres de verdad. Y de paso también a sus mujeres. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres y no milicianos maricones y no se van a librar por mucho que berreen y pataleen”. Las mujeres no se iban a librar de ser violadas. En tanto que el general Mola aseguraba que “parlamentar, jamás. Esta guerra ha de terminar con el exterminio de los enemigos de España. Hay que derrotarlos, imponer nuestra voluntad y aniquilarlos”.

Porque hubo una clara voluntad de exterminio por las tropas franquistas, que continuó con una sangrienta represión sistemática las dos primeras décadas de la dictadura, los restos del dictador tenían que ser desenterrados de ese inaceptable homenaje que suponía estar inhumado en Cuelgamuros.