La búsqueda del bronceado perfecto para estar a la moda contribuye al incremento en los casos de melanoma, un cáncer de piel con casi 3.500 personas diagnosticadas en México y 6.000 en España cada año. La autora de este artículo comparte pautas sencillas para detectar posibles casos y para cuidar de nuestra piel tras un largo confinamiento y ante la inminente llegada del verano.

Por Carmen González Rincón.

CEUTA, España.- Casi 3.500 personas son diagnosticadas con melanoma en México cada año, mientras la cifra se acerca a los 6.000 en España. La alta tasa de mortalidad convierte a este tipo de cáncer de piel en el más letal y, de todos los padecimientos oncológicos, uno de los que más han aumentado en la población desde los años ‘90.

La piel, órgano más extenso de nuestro cuerpo, constituye la primera barrera defensiva de nuestro organismo frente a patógenos y agentes externos dañinos, entre ellos las radiaciones solares.

La complejidad de las diferentes capas de la piel abarca numerosos tipos celulares, de los que se destacan los melanocitos. Estas células de nuestra piel se encargan de darnos color y bronceado, y las responsables de uno de los cánceres más agresivos en la población joven, el melanoma.

Este tipo de tumor es uno de los que mayor incidencia ha tenido en los últimos 30 años. La Organización Mundial de la Salud estima que, para 2035, mueran cada año cerca de 100.000 personas como consecuencia de esta patología oncológica. Australia se posiciona como el país con la mayor tasa de cáncer de piel como resultado de su posición latitudinal combinada con alta radiación solar y una población de piel clara.

La búsqueda del bronceado perfecto para estar a la moda contribuye a este incremento y se le considera uno de los principales factores de riesgo para desarrollar este tipo de cáncer.

Quienes más riesgos corren son las personas de piel blanca, el cabello rubio o pelirrojo y los ojos azules o verdes. La razón de esto la encontramos en el pigmento responsable de dar estos colores claros a piel y cabellos, la feomelanina. Morenos y de pieles bronceadas y oscuras presentan una mayor proporción de otro pigmento, la eumelanina. Estudios recientes demuestran que la feomelanina presenta una menor capacidad protectora frente a los rayos solares que la eumelanina.

Otro factor importante es la herencia. Variantes génicas del gen productor de la melanina han sido identificadas como factor de riesgo para el desarrollo del melanoma, incluso sin la necesidad de la exposición solar.

Cerca del 10% de las personas con melanoma tienen antecedentes familiares. Sin embargo, el estilo de vida de los familiares pudo ser el condicionante más importante para el desarrollo de la enfermedad sin que exista esa predisposición en nuestro material genético.

Detección temprana del melanoma

Conocer nuestro cuerpo y, en este caso nuestra piel resulta fundamental para detectar las manchas o lunares que aparecen nuevos en ella. Para facilitar el estudio de nuestros lunares y ser conscientes de los signos de alerta, los dermatólogos han elaborado y promulgado la regla del ABCDE, una regla nemotécnica que puede ayudar a distinguir un simple lunar de un melanoma.

Con la letra A se hace referencia a la asimetría de estos lunares cancerosos, la B indicaría la irregularidad de los bordes, que suelen ser desiguales o dentados. En cuanto al Color o Diámetro de éstos suelen ser rojizos o azulados sobre fondo negro con un tamaño superior a los 6 milímetros. Por último, con la letra E se quiere hacer hincapié en la evolución en cuanto a cambios en color o tamaño.

Entre las últimas técnicas médicas para llevar a cabo el seguimiento de cualquier mancha o lesión cutánea destaca la dermatoscopia digital. Con esta herramienta se toman fotografías del paciente y de cada lunar con el fin de llevar a cabo un exhaustivo seguimiento. Cuando se sospecha de una de éstas por alguno de los indicadores mencionados, el diagnóstico será confirmado o descartado mediante biopsia y estudio patológico de la muestra tomada por el especialista en dermatología.

Cuidar nuestra piel tras un largo confinamiento

Tras dos meses en casa, nuestra piel ha estado muy poco expuesta a la exposición solar –exceptuando los afortunados con jardín o terraza- y eso ha hecho que hayamos perdido el poco bronceado que pudiera quedar del pasado verano.

El fotoprotector se convierte así en el mejor aliado para el cuidado de la piel. Aplicar una buena crema solar antes de salir de casa en las zonas que vayan a estar expuestas: brazos, cara, cuello… y siempre que sea posible reaplicar ésta a las dos horas, especialmente en aquellos de pieles sensibles y niños más pequeños.

Teniendo en cuenta que casi un 10% de los cánceres de piel se presentan en la zona del párpado, resulta indispensable utilizar uso de gafas solares con filtros capaces de detener las radiaciones solares. También así se consigue proteger el ojo y especialmente la córnea, capa más externa y expuesta a sufrir daños por la luz solar.