Constituido por el eje del paseo del Prado y el Buen Retiro, el Paisaje de la Luz ha sido inscrito en la lista de Patrimonio Mundial por la Unesco en meses recientes. El Real Observatorio de Madrid ocupa uno de los lugares destacados de este singular Paisaje de las Artes y las Ciencias.

MADRID, España.- Como gran ciudad que es, Madrid tiene muchas facetas que descubrir. Algunas resultan más evidentes, como los museos de renombre universal, en especial El Prado, que probablemente sean lo primero que destacaría. La intensa vida cultural y social podría ser otra relevante, con la Gran Vía como eje vertebrador. Pero hay otros ámbitos que pasan algo más desapercibidos, como son los dedicados a la ciencia, aunque lleven funcionando ya… varios siglos.

Uno de estos espacios es el Real Observatorio de Madrid, situado en la parte sur del parque del Retiro, que ha pasado a ser parte integrante del denominado Paisaje de la Luz, entorno de arte y ciencia elevado a la categoría de patrimonio de la humanidad por la Unesco, que tiene al paseo del Prado como columna vertebral.

Real Observatorio de Madrid

Historia del Real Observatorio de Madrid

Los orígenes del Real Observatorio de Madrid hay que situarlos a finales del siglo XVIII, en el momento cumbre de la Ilustración española. Su impulsor fue un marino y cosmógrafo de renombre, cuya figura despierta actualmente un interés creciente: Jorge Juan. El objetivo de su creación no fue otro que el de ser un centro de estudio de las ciencias de la tierra y del universo, al igual que el de otros creados en esa misma época.

La construcción del edificio se encargó al más destacado arquitecto del momento, Juan de Villanueva, que hoy en día es sobre todo conocido por ser también el arquitecto del, por aquel entonces, Gabinete de Ciencias Naturales y, en la actualidad, Museo Nacional del Prado. El lugar elegido fue una colina conocida como Cerrillo de San Blas, en lo que entonces eran las afueras de Madrid, que ahora se halla anexo al parque de El Retiro, a escasa distancia de la popular estación de Atocha.

El cometido del observatorio era, por tanto, la realización de estudios astronómicos y meteorológicos, enfocados desde el primer momento a su aplicación práctica. La principal de todas ellas posiblemente fuera el establecimiento de los meridianos terrestres, algo de capital importancia para la navegación oceánica. Pensemos que el mundo de los satélites y del GPS estaba todavía lejos de inventarse. De hecho la sala principal del Observatorio es su sala del meridiano y los relojes, necesarios para hacer los cálculos espacio-temporales.

Un museo de ciencia único en Madrid

¿Y qué uso tiene en la actualidad el Observatorio? Su condición de centro tecnológico ha pasado a un segundo plano, puesto que ya no se realizan en sus instalaciones observaciones astronómicas, que se han traslado a otros emplazamientos fuera de Madrid con menor contaminación lumínica, pero sigue siendo un lugar importante para la ciencia y el conocimiento.

El Real Observatorio de Madrid atesora un valioso patrimonio de instrumentación científica, destacando especialmente la reconstrucción del gran telescopio de Herschel, el más grande del mundo en su momento, expuesto en un pabellón construido ex profeso para albergarlo. También encontraremos un gran patrimonio documental, incluso con incunables, custodiado en la biblioteca del edificio Villanueva.

Todo este destacado patrimonio arquitectónico y la valiosa colección de instrumentos científicos antiguos, junto con otros más modernos procedentes del Instituto Geográfico Nacional (actual organismo gestor de Observatorio), constituye una colección, reunida a lo largo de más de dos siglos de historia, que es accesible a todo aquel que quiera conocerla.

El Real Observatorio es, en definitiva, un genuino museo científico en el corazón de Madrid, que se integra con personalidad propia en el Paisaje de la Luz, un espacio urbano con reconocimiento ya universal.