Con una noche mágica que fue de menos a mas, Tom Odell cerró su gira por una veintena de ciudades europeas para presentar Jubilee Road, su tercer álbum. Nos lo cuenta el periodista Raúl González García, que estuvo en La Riviera para presenciar la magia del cantante británico.

MADRID, España.- Entre luces tenues y con un foco apuntando al piano, situado en el centro de la escena, apareció Tom Odell en el escenario de la sala madrileña de La Riviera para interpretar su último concierto del año. Pone fin a una gira en la que ha pasado por una veintena de ciudades europeas presentando su tercer álbum de estudio, Jubilee Road, que vio la luz el pasado 26 de octubre.

Han pasado cinco años desde que el cantante británico diera el salto al panorama con su disco debut, Long Way Down. Y aunque la esencia de sus inicios se ha mantenido hasta ahora, destacando como elemento principal de composición el piano, han evolucionado las formas. Un Tom Odell más maduro se atreve a explorar armonías y sonidos más allá de la comodidad de las teclas, dando como fruto canciones más complejas en las que su voz siempre brilla con luz propia, al igual que lo ha hecho sobre el escenario.

El músico arrancaba la noche con la balada progresiva Jubilee Road, que da nombre a su último disco, y que sería un pronóstico de lo que depararía en las próximas horas: un show de menos a más, donde Tom Odell pasaría casi más tiempo tocando de pie que sentado. No había terminado la segunda canción del concierto, I Know, y el británico ya había lanzado por los aires la banqueta del piano, se había acercado a las primeras filas a codearse con los espectadores y había puesto a todo el recinto a cantar al unísono.

Aunque no ha sido hasta el cuarto tema de la noche, Supossed to Be, cuando el cantante ha roto el hielo y se ha presentado; tanto a sí mismo como a los tres músicos que le acompañaban en la tarima, que han gozado de tiempo para lucirse con sus respectivos solos.

El cantautor también ha tenido unas palabras para Madrid, la que asegura que es “una de sus ciudades favoritas en el mundo”, sumando valor al show, que lo hacía “más especial” para él. Y a la capital ha dedicado una de las canciones, Constellation, asegurando que le gusta pensar en la ciudad madrileña cuando la interpreta.

Tom Odell venía dispuesto a todo en el último concierto de su gira y así lo plasmó ante su público, al que regaló momentos memorables. Uno de los mejores de la noche ha llegado cuando, a mitad de recital, el músico ha atravesado la pista para llegar hasta la barra, sobre la que se ha subido. Una vez allí se ha servido él mismo una cerveza, se la ha bebido de un trago y ha terminado cantando ahí el resto de la canción, Hold Me.

Una de las dos caras de la moneda que ha ofrecido esta noche el artista, mientras que por otra parte deleitó a los asistentes con melodías más delicadas, donde solo había sitio para su voz y su piano. Con una puesta en escena mágica, como en Wrong Crowd, donde la gente ha llegado a pedir silencio para que allí no se escuchara nada que no fuera al británico.

También ha habido momentos desenfadados, como cuando la banda paró lo que estaba tocando para que Tom Odell interpretara la mítica Para Elisa al piano; incluso una versión de Imagine de John Lennon se ha dejado asomar, que el público también ha coreado.

Un cierre de gira impecable al que no ha faltado ninguno de sus hits, y donde el público ha disfrutado con la polivalencia del artista, capaz de pasar de la balada más delicada al Rock & Roll más bravo en cuestión de segundos. El británico se despide de los escenarios hasta el año que viene, pero hasta su retorno recordará seguro con un buen sabor de boca su último concierto, cuando una Madrid entregada bailó, cantó y se emocionó al ritmo de las notas de su piano.