Igual que en la teoría del eterno retorno de Nietzsche, popularizada en el cine como el Día de la Marmota (en España, por esa absurda tradición de cambiar los títulos a todas las peículas, fue bautizada como Atrapado en el Tiempo), respecto al actual laberinto político que vive Cataluña los medios de comunicación en España hemos entrado en una especie de ciclo del tiempo en el que todo se repite una y otra vez.

Hoy hemos vivido un nuevo episodio. Desde que el Parlament catalán anunció que este martes, 30 de enero a las 15:00 horas, se celebraría el debate de investidura del huido y depuesto ex President de la Generalitat, Carles Puigdemont, en las últimas semanas todos los diarios, radios y televisiones de España hablaban de la jornada de hoy como un día “decisivo”, “histórico” o, cuando menos, “de vértigo”.

¿Se atrevería el Parlament a desobedecer de nuevo al Tribunal Constitucional y hacer caso omiso a las recomendaciones de los letrados de la cámara? ¿Retorcerían el reglamento para investir vía Skype a Puigdemont? ¿Se atrevería el ex president a regresar a España aún a riesgo de ser detenido y encarcelado, pasando a ser mártir de la causa independentista?

¿Lo encontrarían escondido en el maletero (cajuela) de un coche tratando de cruzar la frontera o entrar en el Parlament, como pareció profetizar el Ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido? ¿Ante la imposibilidad de acudir presencialmente al Parlament sin enfrentarse a una detención, renunciaría Puigdemont a sus pretensiones y dejaría paso a un nuevo candidato independentista que no esté reclamado por la justicia?

Como corresponsal de un medio mexicano en España, tengo que reconocer que me hacía muchas de esas preguntas. Y todas ellas (excepto la de Zoido) eran escenarios posibles en la cobertura “decisiva” que preveíamos vivir hoy en Cataluña y España.

Pero de nuevo, no ha sido ni una cosa, ni la otra, ni la contraria. El presidente del Parlament, Roger Torrent, compareció esta mañana para anunciar el aplazamiento sin fecha de la investidura de Puigdemont, a quien mantiene como candidato hasta que, en palabras de Torrent, haya las “garantías” necesarias para que se celebre un debate “efectivo” en el que Puigdemont pueda ser reelegido. Algo que es muy poco probable que llegue a ocurrir.

El presidente del Parlament, Roger Torrent, durante su comparecencia de hoy.

Todo sigue igual, sólo se pospone la encrucijada.  En unos días o semanas (o incluso horas, ya quién sabe) viviremos un nuevo episodio de este Día de la Marmota mediático. Y volveremos a hacernos las preguntas que planteábamos en el tercer y cuarto párrafo de este artículo. Y Torrent aparecerá de nuevo para anunciar una decisión.

Una situación, la de generar expectación, sobre la que los medios de comunicación quizás deberíamos reflexionar. En síntesis, en su teoría del eterno retorno, Nietzsche decía que el ser humano sólo llegaría al Übermensch (ese estadio superior del superhombre, el despertar del estado de trance en el que se encuentra), cuando logre vivir sin miedos.

Mientras las tertulias de las televisiones y las columnas de los diarios continúen fomentando ese miedo al conflicto y al choque de trenes entre Cataluña y el resto de España, seguiremos inmersos en este Día de la Marmota perpetuo.

Mariano Rajoy en entrevista hoy con TVE.

APUNTE FINAL: Por supuesto,  la falta de iniciativa política por parte del Gobierno de Mariano Rajoy, en su eterno retorno al Tribunal Constitucional para solventar un asunto claramente político, y la actitud mesiánica del fugado Puigdemont, son las principales causas de este laberinto político en el que se encuentran Cataluña y el resto de España. Pero si algo nos enseña este Día de la Marmota que vivimos desde octubre es que poco o nada distinto podemos esperar de ellos. Volveremos sobre el tema. Seguro.


Fotos: Generalitat de Catalunya y Palacio de la Moncloa.