Héroes anónimos: un recorrido por la piel de México consiste en una colección de fotografías de Rafael Doniz en una especie de crónica visual de México.

Texto de Ana Rosenzweig.

CIUDAD DE MÉXICO.- Lo primero que salta a la vista de Héroes anónimos: un recorrido por la piel de México es su admiración por los trabajos más elementales de la jerarquía económica. Rafael Doniz lleva muchos años retratando a pescadores de subsistencia, salineros, tejedoras de palma, jimadores, hacedores de adobes. Oficios casi perdidos en nuestras memorias, tan completamente urbanizadas. Sin embargo, la labor de estos jornaleros nos provee del abrigo de muros y techos, de la sal con la que aliñamos nuestras comidas y de la bebida con la que celebramos. Trabajadores anónimos han ido allanando con su esfuerzo los caminos invisibles del café hasta nuestras tazas: auténticos héroes desconocidos nos bendicen diariamente con su labor.

Rafael Doniz - Fotógrafo

Este libro es un reconocimiento para ellos. Más que parte de una documentación meramente etnográfica, las fotografías son producto de la relación personal establecida con los sujetos, que los describe envueltos en una especie de halo de dignidad: “Mis retratos tienen esa característica. Cuando, frente a una escena, encuentro algún personaje inusual o estéticamente singular, establezco primero una relación con esa persona. Cada sujeto es entonces consciente de que se presta a ser fotografiado, y ello se refleja en una actitud entre feliz y desafiante frente a la cámara: nos está regalando su imagen. Este conjunto de fotos no pretende hacer proselitismo, su intención es la de transmitir por medio de imágenes uno de los aspectos compartidos por toda la humanidad, el trabajo. Todo ello desde el mas profundo respeto”, afirma el fotógrafo.

Como fotógrafo, Doniz se formó como ayudante de Manuel Álvarez Bravo, aunque aspirara en sus comienzos a ser sociólogo o a estudiar periodismo.

“En el oficio se aprende y en el camino se crea. Cuando comencé a realizar trabajos propios era más consciente y purista a la hora de escoger una imagen para ser fotografiada; ahora dejo que mis ojos hablen por sí solos y permito que las historias fluyan. Un fotógrafo eventualmente genera un lenguaje propio, que refleja algo de su interior. Cuando se está frente a una escena, los ojos mismos encuentran la estética de lo que se presenta ante ellos. Entonces, el corazón se acelera y empieza a bombear más sangre: es allí cuando sé que estoy cerca de una imagen válida, dice el fotógrafo al hablar de su aproximación a la cámara.

Nacido en el seno de una familia encabezada por un padre que ejercía de maestro sastre cortador, desde muy pequeño se vio rodeado por las herramientas y maquinarias propias de un oficio. Y su camino diario hacia la escuela confirmaba un universo constituido por tijeras, engranajes y bandas de transmisión: los utensilios propios de afiladores, zapateros remendones, tortilleros y dueños de tlapalerías que trabajaban en su barrio.

Encontramos en este libro la confluencia entre un registro fotográfico minucioso con una admiración sentida por todos los oficios. Desde sus fotos ilustradas con una gama infinita de plomo, cenizas, grafito, sal, humo y obsidiana, Doniz nos muestra una vida donde la labor se ejerce casi al borde de la escala económica, al margen del Primer Mundo, como si estas ocupaciones se hubieran idealizado durante la Época Dorada del cine mexicano. Casi cualquier imagen podía haberse utilizado con fines de propaganda política: somos así, y así nos describimos a nosotros mismos frente a la cámara. Pero en el fondo, en vez de ofrecer una respuesta parecen preguntarnos qué hemos hecho con nuestra tierra. El cuché impreso nos lleva así hasta una serie de pequeñas ventanas abiertas a una otredad esencial, la imagen de cada uno de nosotros instalado en un papel diferente.


Héroes Anónimos. Un recorrido por la piel de México

Edición del Autor

50 ejemplares en pasta dura

Rama Ediciones

Prólogo de Víctor Muñoz