Impresionantes fotos acompañadas de textos de distintos autores y del propio Santiago Arau componen ‘Patrimonio’, el libro con el que el joven fotógrafo mexicano recorre un paisaje esculpido por la naturaleza, pero también por las acciones y omisiones de sus habitantes a lo largo de la historia.

Por Carlos Alberto Miguélez Monroy.

MADRID, España.- Se orienta mejor en los espacios y sabe distinguir lo que le rodea, nombrarlo como ahora sabe nombrar los volcanes, espacios y monumentos que inmortaliza con su cámara, muchas veces sobre un dron que maneja desde su teléfono. Así lo contó Santiago Arau al presentar en la Casa de México en España ‘Patrimonio’ (2023), el libro que acaba de publicar y que se compone de centenares de fotos que hizo entre 2015 y 2023, y que acompaña con textos de célebres pensadores mexicanos o de sus propias reflexiones.

Muchas de estas fotografías están expuestas en gran tamaño, con unos dos metros de altura, en su exposición en el Palacio de Bellas Artes a la que bautiza con el mismo nombre, Patrimonio, un concepto al que sólo atribuía un significado de herencia o de lo que llevamos en la cartera. Sin embargo, más adelante descubrió la segunda parte de su etimología, que se refiere también a expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza, el universo y al territorio.

El libro arranca con los volcanes, fundamentales en la orografía mexicana e incluso en la agricultura por la riqueza de las tierras, que permitió a grandes grupos de personas asentarse en grupos urbanos y comerciar con otros. El Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, de los que muestra impresionantes fotos, ocupan el imaginario colectivo sobre los volcanes, aunque en realidad setenta volcanes rodean la Ciudad de México.

“Creo que mi experiencia es común: muchos habitantes de Ciudad de México somos incapaces de ver el horizonte. Viviendo a ras de suelo, en una vasta mancha urbana, es fácil desorientarse y desconectarse del paisaje sobre el cual está construida la ciudad. Vivimos entre bloques de concreto que nos impiden ver las inmensas fuerzas geológicas que se levantan ante nuestros pies. Pero si bien estas fuerzas no siempre son visibles desde el suelo, sus efectos pueden observarse desde el aire”, dice Arau en su libro.

Impresionan sus fotos del volcán Tetlalmanche en Iztapalapa o la del volcán La Caldera con un arcoíris en un día típico de verano en la ciudad, nublado y cargado de lluvia.

Patrimonio - Santiago Arau

Fragmento de la foto de Santiago Arau del volcán ‘La caldera’

La foto aérea del volcán de Xico muestra cómo todo su cráter se ha utilizado como tierra fértil para el cultivo.

Patrimonio - Santiago Arau

Arau explicó su foto del volcán Tepepolco. En una de sus laderas se agolpa una masa de construcciones grises, una línea roja infranqueable para la policía. En el cráter del volcán Teolca hay un campo de futbol de tierra, otra muestra de surrealismo que capta la mirada curiosa, inquisitiva y crítica que ha desarrollado el autor.

Patrimonio - Santiaago Arau

El siguiente capítulo lo dedica a los lagos, elemento fundamental para la civilización azteca y que, desde la llegada de los españoles en el siglo XV, han desaparecido de forma progresiva en un ecocidio al que Arau señala, con un Lago de Texcoco que ha perdido más del 95% de su extensión, con sólo dos de veinte ríos de los que atravesaban la zona que han sobrevivido.

“Lo que sigue es un registro visual de lo que queda de esta historia acuática: lagos poco profundos, lechos lacustres secos, rodeados de expansión urbana; los ajolotes, diminutas criaturas nativas de la región, ahora prácticamente extintas en estado salvaje. Su destino estaba ligado al de los lagos”, dice Arau al abrir este segundo capítulo que cuenta también con impactantes imágenes de los lagos que quedan con los volcanes de fondo, de los ríos intubados y de paraísos lacustres de ayer como Xochiaca, que significa “lugar de flores”, hoy convertido en el basurero al aire libre más extenso de la ciudad en la zona de Texcoco.

Después de estos dos capítulos prosiguen los siguientes: Prehispánico, Conquista, Independencia, Siglo XX y Siglo XXI, cada uno con imágenes representativas a su tema correspondiente y con textos que nos ayudan a poner todo en el contexto de un México surrealista ante los ojos que lo observan.

“Todo parece tan fugaz, tan temporal. La crisis de hoy es el olvido de mañana. El ritmo de vida, marcado por la velocidad a la que podemos responder a los mensajes de texto o a los correos electrónicos, es implacable”, afirma Arau en la introducción al capítulo que dedica al siglo actual y en el que agradece al lector lo que hoy cuesta cada vez más trabajo tener y dar: el tiempo.

“Este libro se imprimirá en un momento en el que la tecnología ha acelerado a tal grado la velocidad de la vida que las experiencias fuera del ámbito digital son cada vez más escasas. Gracias por detenerse”, concluye el fotógrafo mexicano.

El autor decide cerrar esta obra, casi a modo de epílogo, con un capítulo titulado Memoria, que incluye imágenes de espacios de otros fotógrafos y artistas que sirven para comparar los espacios que él ha inmortalizado y para reflexionar sobre el rumbo de esta sociedad.

Las imágenes de Arau sirven para reflexionar sobre nuestra historia y para rescatar del olvido a los desaparecidos de Ayotzinapa, a las mujeres desaparecidas y a la belleza de un país con cicatrices que requieren del ojo observador para hacerlas presentes y, así, buscar una reparación debida.