En este 108 aniversario de aquel 20 de noviembre del comienzo de la Revolución Mexicana, la periodista Laura Martínez Alarcón cuenta el papel tan fundamental que jugaron muchas mujeres, sin las que no habría prosperado el movimiento revolucionario.

Ya fuera como periodistas, escritoras, enfermeras o conspiradoras, incluso vendiendo sus bienes materiales para sostener el movimiento revolucionario, la participación de las mujeres en la Revolución Mexicana fue amplia y valerosa.

Gracias a una investigación elaborada por Lorena Hernández Reyes, de la Universidad Autónoma del Estado de México, hoy conocemos los nombres de numerosas mujeres que arriesgaron todo por un ideal.

Periodistas y escritoras fuera de serie

Las periodistas formaron parte de un grupo de mujeres sumamente activas en lo político y social. Fundaron periódicos de oposición al régimen y en defensa de las clases desvalidas.

Juana Belén Gutiérrez de Mendoza dirigió el periódico Vésper, consagrado a defender a los mineros y a combatir la dictadura.

Guadalupe Rojo, viuda de Alvarado, dirigió el periódico Juan Panadero (difundido en Guadalajara y después en la Ciudad de México). Estuvo presa en la cárcel de Belén por defender a los campesinos de Yautepec.

Emilia Enríquez de Rivera, “Obdulia”, sostenía ideas renovadoras en la revista Hogar; mientras que Julia Sánchez, “Julia Mata”, lanzaba violentas críticas a la oligarquía en El látigo justiciero.

Desde la sierra de Guerrero Dolores Jiménez y Muro, fue coronela y redactora del Plan Político y Social. En este documento —escrito por revolucionarios de cinco entidades de la República— se desconoció al régimen porfirista.

María Hernández Zarco se hizo notable porque, en 1913, cuando todas las imprentas de la capital se negaron a imprimir el discurso del Senador Belisario Domínguez en el que condenaba al régimen de Victoriano Huerta, ella lo hizo a escondidas, por las noches, en el taller de Adolfo Montes de Oca, donde trabajaba.

Hermila Galindo, de Ciudad Lerdo, fundó la revista Mujer moderna y solicitó el voto femenino al Constituyente de 1916; también hizo propaganda a favor de Venustiano Carranza.

Conspiradoras que lo arriesgaron todo

En los complots, paso de armas, correos y difusión de noticias, nadie como las mujeres de la familia Serdán. Sobresalieron Carmen Serdán, hermana de Aquiles; Carmen Alatriste, su madre; y Francisca del Valle, su esposa. También se involucraron Guadalupe, Rosa y María Narváez, quienes coordinaron las operaciones en el estado de Puebla, imprimieron y repartieron proclamas, y distribuyeron armas para luchar contra el régimen de Díaz. Carmen Serdán y las hermanas Narváez fueron las primeras colaboradoras del movimiento precursor; después, participaron como orientadoras ante la dispersión originada por el asesinato de Serdán y trabajaron en la distribución de armas, correos, noticias y órdenes.

Asociaciones femeninas y sindicalistas destacadas en la revolución

Numerosas mujeres fundaron clubes liberales y anti-releccionistas, y mantuvieron el espíritu de lealtad a la democracia y de protesta contra la usurpación Huertista. La profesora María Arias Bernal organizó el Club Lealtad, junto con Dolores Sotomayor, Inés Malváes, María Elvira Bermúdez y Eulalia Guzmán. Aparte de defender a los presos políticos y difundir noticias y propaganda, todas las semanas organizaban manifestaciones ante la tumba de Madero y Pino Suárez.

Mención aparte merecen las mujeres que fundaron en 1906 la Sociedad de Empleadas de Comercio, ellas fueron precursoras del sindicalismo. Sus actividades fueron principalmente asistenciales: fundar academias de comercio, de música, un gimnasio, una caja de préstamos a socias enfermas. Estas mujeres tienen nombre y apellido, entre ellas Isabel Díaz de Pensamiento, Anselma Sierra, Carmen Cruz, Margarita y Guadalupe Martínez y Lucrecia Toriz.

Dos Coronelas “bien fajadas”

Carmen Alanís se levantó en armas en Casas Grandes, Chihuahua, y participó en la toma de Ciudad Juárez con 300 hombres a su mando.

Juana Gutiérrez de Mendoza y La China comandaron un batallón formado por las viudas, hijas y hermanas de los combatientes muertos.

Desde luego, sin mujeres, no hay revolución.