El prehispánico atole desagradó a los españoles. A esta espesa comida preparada con maíz, avena, amaranto o tortillas molidas le añadieron leche y popularizaron los atoles de sabor dulce tan característicos de las calles mexicanas.

Pareja inseparable de los tamales de maíz, el atole inició su recorrido como comida en la época prehispánica. Podía encontrarse en las esquinas de pueblos y ciudades a casi todas horas, pero se le consumía más por la mañana, ya sea caliente o frío. La variedad de preparaciones del alimento era sumamente diversa. Se podía preparar de maíz, avena, amaranto o tortillas molidas, y acompañarse de ingredientes como frutos rojos, chile, tomate, quelite blanco, entre otros.

Preparado con agua, este espeso alimento era degustado dulce con piloncillo, miel de abeja o de maguey, o caldo preparado con base de chile. Su sabor desagradó a los españoles, que lo modificaron cociéndolo con leche y popularizaron los atoles de sabor dulce como el de champurrado, de chocolate, de vainilla o de cajeta, delicias de la actualidad.


Colaboración de Conexión Cultural