La ‘asexualidad’ o falta de deseo sexual hacia otras personas se comprende cada vez más desde la ciencia y gracias a plataformas como la Red para la Educación y Visibilidad de la Asexualidad.  

Por Carmen González Rincón.

CEUTA, España.- Las personas asexuales han sido etiquetadas como enfermas y reprimidas durante décadas, aunque su falta de deseo sexual hacia otras personas se empieza a considerar una orientación más. Esta ausencia de deseo no está peleada con la atracción romántica o el interés por mantener una relación de pareja con otros. Quienes se definen como asexuales se enamoran en la misma medida que cualquier otra persona.

La atracción y el deseo sexual se rigen por un sistema neuro-hormonal diferente al del enamoramiento. Este segundo, más nuevo desde un punto de vista evolutivo, se rige por el sistema de apego y su finalidad es la de establecer vínculos y relaciones familiares.

Resulta llamativo que muchas de estas personas ejercen su sexualidad mediante la masturbación e incluso en pareja, pues su deseo sexual no encuentra alteración fisiológica u hormonal, lo que mantiene la excitación y el deseo, aunque rara vez hacia otra persona. Por ello, en el sexo en pareja muchos afirman obtener placer a través del bienestar de la otra persona o la propia sensación física del sexo.

En la edición de 1995 del manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), publicado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA), la asexualidad aparecía englobada dentro del Trastorno de Deseo Sexual Hipoactivo. En 2013, la APA publicaba una nueva edición con la novedad de que los trastornos relacionados con el interés sexual se diferencian en femeninos o masculinos. Pero lo más relevante es que excluye a la asexualidad como trastorno sexual.

Una orientación que necesita visibilidad

En su libro “S=EX2: La ciencia del sexo”, el científico y comunicador español Peré Estupinyá afirma que se puede entender la asexualidad como una falta extrema de deseo sexual. Sin embargo, la diferencia con quienes padecen algún trastorno es que, para los asexuales, esto no es algo transitorio y la falta de interés por el sexo no supone un problema para la autoestima o la salud mental de la persona.

Las personas asexuales carecen de referentes, información o educación que sí encuentran personas con otras orientaciones en la televisión, el cine o la literatura de esta sociedad tan sexualizada. Las consecuencias de esta falta de referentes explican lo que encontró un estudio de 2015 sobre la relación entre asexualidad y depresión. Los autores del estudio llegaron pronto a la conclusión de que la pertenencia a un grupo sexualmente marginado podría resultar para muchos estresante y alterar su estado del ánimo.

Las personas pueden encontrar recursos en Internet para dar respuesta a muchas de sus dudas. El mayor punto de encuentro para ellos es la Red para la Educación y Visibilidad de la Asexualidad (AVEN), con foros y publicaciones especializadas que permiten a estas personas compartir sus experiencias y encontrar apoyo. Desde AVEN también se busca dar visibilidad a esta opción sexual y luchar contra la marginación.

Aunque la ciencia pueda dar muchas respuestas, nada sustituye la cultura y el respeto en la búsqueda de conocimiento hacia personas “diferentes”. Este conocimiento de nuestra especie desde su inherente curiosidad debe hacerse para enriquecernos, no para utilizarla contra las personas, para juzgarlas o para excluirlas de la sociedad.