La dramaturga, escritora y poeta mexicana Acoyani Guzmán habla de Elefantes blancos, su nuevo proyecto teatral que se presenta esta noche hoy a las 20:30 en el teatro Nave 73 (calle Palos de la Frontera 5, metro Embajadores) y para el que aún se pueden comprar entradas (comprar aquí). La obra de esta mexicana cuenta con la actuación de Rita Carrasco, Diego Mattarucco, Olaia Pazos, Rone Reinoso y Kunihito Tomita, y con la música en escena de David Monroy.

MADRID, España.- “El texto surge desde la evocación de la siguiente leyenda, que encontré un día de verano en medio del calor y la angustia: Cuentan que antes de que el gran tsunami de las navidades de 2004 arrasara las costas de Tailandia, unos elefantes que formaban parte de una excursión turística ‘lloraron’, tomaron a los turistas con la trompa para subirlos sobre su lomo y después huyeron tierra adentro, salvándoles la vida”. Así describe la mexicana Acoyani Guzmán el nacimiento de su nuevo proyecto, que se presenta esta noche, a las 20:30, en el teatro Nave 73 (calle Palos de la Frontera 5, metro Embajadores)

¿Hacia dónde te llevó este descubrimiento?

Me sirvió de premisa y de metáfora para desarrollar este leit motiv. Los artistas somos esos elefantes, capaces de salvar al mundo de la catástrofe a través del hecho creativo.

Los personajes de Elefantes Blancos, ¿quiénes son?

Ellos se encuentran en algún lugar del mundo. Son almas viajeras, libres, aunque quizás no lo saben del todo, están en esta búsqueda.

Entendemos que el elenco está formado por actores de diferentes países.

Me formé como actriz en el Centro Universitario de Teatro (UNAM, México). En España he vivido la dificultad de trabajo por ser de otra nacionalidad, por tener otro acento. Así que busqué la solución dramatúrgica que le permitiera a cualquier intérprete del mundo formar parte de una obra de teatro en cualquier lugar del mundo. Una de las primeras acotaciones del texto es que los cuatro actores deben de ser de nacionalidades diferentes.

¿Cómo se justifica esto?

Es el texto mismo el que pide esta riqueza de acentos, esta ensalada de cuerpos, formas de moverse, de diferentes tierras y vivencias culturales, sociales e ideológicas.

Los actores, ¿cómo lo viven?

Tenemos un equipo maravilloso: Rita Carrasco de México, con una esencia muy mística, formada en una escuela mexicana de un entrenamiento emocional y físico espeluznante incluso, que le lleva a proyectar la inevitable fuerza energética de la sangre mexica, con sensualidad, dulzura, veraz y magnética. Olaia Pazos integra su sangre gallega con una sutileza corporal y frágil emocionalidad increíble, además de un uso del cuerpo y la voz auténtico e impredecible. Desde Cuba, el actor de primer nivel Rone Reinoso despliega toda su magia y poder de la alegría también en su canto. Y tenemos a Diegode Argentina, alternando personaje con Kunihito Tomita de Japón. Maravillosos también. Cada uno en su potencia vivencial, encarnando un  personaje eufórico, obsesivo y amante del arte. Es importante destacar que el nombre de los personajes, como indica el texto, será siempre el nombre de los actores que lo encarnan, lo cual hace del montaje siempre una vivencia más profundamente poderosa porque no olvidemos que las palabras… tienen memoria y fuerza, y justamente el tema del olvido y la memoria se balancea constantemente en la historia a través de un fruto sagrado del que se habla a lo largo del desarrollo, el Mangostán.

¿De qué trata o de qué va la obra?

Es que justamente esa es una de las frases del texto. La obra habla de un texto… llamado Elefantes Blancos. Va de una chica que quiere lograr que él se quede, pero es que él quiere montar una broma muy dura con su colega, y su colega sólo desea que su hermana recuerde, pero ella, su hermana, sólo quiere olvidar. Sin embargo va de mucho más, es una apuesta por el lenguaje a partir de una estructura en donde los personajes juegan con su rabia, miedo al plagio, al fracaso, a la mediocridad, reina la creatividad, las ganas de triunfar, de expresar, de crear. Podríamos llamarle teatro actual, contemporáneo, experimental. Le llamaría teatro postmoderno, porque el teatro contemporáneo ya es pasado. Y lo de experimental sí, pues el juego corporal prima y tiene momentos de movimiento de investigación durante la función. Pero siempre bajo unas pautas muy claras basadas en Sistemas Minimalistas Repetitivos de acción física. Aunque en ningún caso es teatro danza.

¿La dramaturgia está escrita desde este concepto?

La dramaturgia parte de un dispositivo escénico llamado entrelazados, donde arquitectónicamente hay 4 sillas y cuatro personajes, a, b, c y d. En una suerte de cuadrado que va girando. Las situaciones y lugares son diferentes dependiendo de las combinaciones. Aquí aposté por un ritmo actual, como las ventanas que la gente tiene abierta en el móvil con varias combinaciones a la vez, supongo que es por esto que a la gente le funciona muy bien el formato y lo disfruta. Va con el ritmo cibernético, pero lo maravilloso es que es Teatro y no hay pantallas en el escenario.

¿Qué hay en el escenario?

Cuatro sillas, construidas a partir de la personalidad de cada uno de ellos. Elaboradas pr Cristian Salazar el escenógrafo.

Has escrito y dirigido el texto, ¿cómo fue este proceso?

Considero que la dramaturgia es una cosa, y la puesta en escena es otra, como decía Alfred Korzybski:  “el mapa no es el territorio”, y realmente es una experiencia milagrosa poder darle forma en escena a tus ideas, y claro que el texto tiende a modificar sus límites, todo sucede cuando hay almas vivas encarnando los seres, se me van dando las pautas. Las propuestas que salen de los intérpretes son muy importantes, los instantes de error que le dan magia al texto y terminas agregando, las coincidencias de la vida, como la perrita de una de las actrices que ahora es parte de la función. Es como si el teatro mismo fuera convocando los elementos, los seres.

¿Qué nos puedes contar de la música?

La toca en vivo David Monroy el quinto personaje, Zikin (la perrita) el último. El instrumento es el Hang Drum, lleva la marea, está dentro pero fuera, como el ojo divino, onírico y terrenal a la vez.

¿Y la iluminación?

Imprescindible, la lleva a cabo Carla Jiménez, el ángel de esta compañía, pues ilumina cuatro sillas auténticamente diferenciadas, en un espacio rodeado de folios escritos. Siempre perceptiva, comparte  porque conoce ya, mi lenguaje artístico. Y porque hay artistas de la luz y del sonido que tienen la intuición y talento como ella, o simplemente la vida nos junta y nos ponemos a jugar en las tablas.

¿Cuánto tiempo dura la obra de teatro y dónde podemos verla?

Tenemos oportunidad de verla esta noche en Nave 73 (calle Palos de la Frontera 5, metro Embajadores), un teatro maravilloso que cumple con todas las condiciones de la sala más conocida del teatro alternativo en Madrid, por su profesionalidad y calidad artística a la hora de elegir programación. Dura una hora.


Fotos: Martínez-Conde

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