El escritor mexicano Ramón Ortega Lozano proyecta el resurgimiento de la extrema derecha hacia un futuro en que el mundo “próspero” consigue blindarse de los inmigrantes por medio de campos de Reubicación (Tandaia, 2019), como se titula la novela que acaba de presentar en la Librería Juan Rulfo, en Madrid.

Ramón Ortega Lozano - Reubicación

Ramón Ortega Lozano (izquierda) presenta Reubicación en la Librería Juan Rulfo, en Madrid. 3 de diciembre de 2019.

MADRID, España.- El mundo “próspero” se sirve de la mentira mil veces repetida de equiparar “inmigrantes” con delincuentes hasta convertir en ilegales a seres humanos que no han cometido delito alguno. Se justifica así un blindaje por medio de una hipervigilancia orwelliana-huxleyana y de muros que aíslan y confinan a esa “plaga” en campos de Reubicación (Tandaia, 2019), como se titula la novela que el escritor mexicano Ramón Ortega Lozano presentó en la Librería Juan Rulfo, en Madrid.

Reubicación - Ramón Ortega Lozano

Un grupo de científicos desarrolla un proyecto por medio de Franqueando muros, una fundación humanitaria para traer a un grupo de inmigrantes al mundo próspero y moderno en un viaje en el tiempo hacia el pasado. Un error de cálculo de Dhanu, el personaje principal, provoca un retraso de dos meses, aunque los científicos no se dan cuenta del desfase hasta que se produce un encontronazo con los inmigrantes que se sintieron engañados y abandonados tras esperar a una expedición que no llegaba y que ya se había llevado a sus hijos.

Superadas las diferencias, deciden retomar el plan inicial, lo que los obliga a emprender el horrible viaje para cruzar la frontera al mundo civilizado donde se encuentra la consola de programación con el fin último de viajar en el tiempo hacia el futuro para reencontrarse con sus hijos ya salvados en el “mundo civilizado”. Todo va bien hasta que surge un nuevo contratiempo.

En la presentación de la novela, Ortega Lozano contaba que la novela surge de la pesadilla que tuvo una noche junto con la voluntad de levantarse por un trozo de papel y un lápiz para apuntarla, a diferencia de tantos otros sueños olvidados.

Desde una proyección realista de futuro, el escritor mexicano se sirve de sus personajes oníricos para cuestionar discursos de la extrema derecha que parecían superados. Aquella sociedad de futuro supera el muro de Donald Trump y las concertinas de las fronteras que separan Europa de África, un juego de niños junto con el sistema de campos de reubicación que divide la humanidad en dos.

“La etiqueta del inmigrante ilegal no es gratuita. Sabemos que es una falacia, pero se necesita un discurso para contrarrestar lo que se esconde detrás de esos mensajes – que calan hondo en las masas – fomentando ideas discriminatorias y separatistas”, reflexiona el autor por medio de Dhanu, el personaje principal.

Desde esa voz, Ortega Lozano cuestiona el concepto de inmigrante ilegal. Esta premisa falsa, una de las más arraigadas del mundo desarrollado, se ha combinado con la tendencia a culpar al inmigrante por el desempleo y por el colapso de los hospitales y de otros servicios públicos que garantizan derechos humanos básicos. Esto ha servido de caldo de cultivo para justificar muros, dejar a miles de inmigrantes morirse en el Mar Mediterráneo, dispararles pelotas de goma mientras intentan nadar a la otra orilla y pretender criminalizar a quienes socorren a personas desamparadas.

“Nadie parece darse cuenta de que la falta de igualdad y de justicia social atenta no sólo contra los más desvalidos, sino contra la sociedad tal y como la conocemos”, continúa antes de exponer una brillante metáfora de un barco para demostrar que el hundimiento de unos terminará por arrastrar a la humanidad entera.

Las escenas dantescas que narra el autor permiten ponerse en la piel del otro. El lector puede sentir sus miedos y la humillación en un control fronterizo como si se tratara de nuestros hijos, nuestros padres, nuestros hermanos y nuestros abuelos. La literatura puede contribuir a la extensión de este ejercicio de empatía a la cotidianidad y evitar vejaciones que la sociedad moderna ha normalizado y que atentan contra los derechos fundamentales que el mundo civilizado conquistó durante siglos de lucha y progreso para ahuyentar la barbarie. También permite vislumbrar nuestra responsabilidad como sociedad ante la encrucijada que se nos presenta.

O normalizamos los discursos de la extrema derecha con todas sus consecuencias, echando por tierra el nunca más, o les hacemos frente con una respuesta coordinada basada en argumentos y en un enfoque de derechos humanos. Si elegimos lo primero, miraremos hacia atrás como hace Reubicación y nos avergonzaremos porque, habiendo podido tanto, nos atrevimos a tan poco, en palabras que algunos autores le atribuyen a Albert Camus.


Fotos: Carlos Miguélez Monroy