Se cumplen 479 años de la fundación de la capital del estado de Michoacán, Morelia. Su nombre hace honor a José María Morelos y Pavón, uno de los artífices de la independencia de México.

Crónica de Francisco Castellanos J.

MORELIA (Michoacán), Morelia.- En su época prehispánica, Morelia respondía al nombre de Guayangareo, que significa “Loma Larga y Achatada”. La localidad se llamó Ciudad de Mechuacán entre 1541, año de la fundación española, y 1545. A partir de ahí se le denominó Valladolid hasta septiembre de 1828, cuando se le bautizó como Morelia. Adoptado el 12 de septiembre de 1828, este nombre deriva del apellido de José María Morelos y Pavón, una de las figuras destacadas en la lucha de independencia de México y oriundo de la ciudad. Su nombre en idioma purépecha actual es Uaianarhio, evolución del original y con idéntico significado.

A Morelia se le conoce como “La Ciudad de la Cantera Rosa”, “La Ciudad de Las Puertas Abiertas”, “La Rosa de los Vientos”, “El Jardín de la Nueva España”, y religiosamente es conocida como “Morelia del Sagrado Corazón de Jesús”.

Historia de Morelia

Fundaron la villa sesenta familias españolas, nueve frailes y un gran grupo de indígenas que construyeron el nuevo asentamiento.

En 1545, se le otorgó el nombramiento de ciudad Valladolid en honor a la ciudad española del mismo nombre, patria del Virrey de Mendoza, nombre que conservó hasta el 12 de septiembre de 1828 en que por Decreto del gobierno del estado se le cambió el nombre por el de “Morelia” en recuerdo de don José María Morelos y Pavón, originario de este lugar.

Morelos, ilustre Cura de Carácuaro, dijo que había nacido en “el jardín de la Nueva España” en referencia a su belleza arquitectónica, flora y fauna.

Desde sus inicios la ciudad era apenas un pequeño caserío que no tenía más que el nombre de ciudad.

Tuvo el anhelado crecimiento al ser nombrada Sede del Obispado de Michoacán en 1580, con el consecuente traslado de los poderes eclesiásticos y civiles de Pátzcuaro a Valladolid. También se trasladó el Colegio de San Nicolás que fundó Vasco de Quiroga con el Colegio compañía de Jesús.

Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XVII en que el panorama de la ciudad empezó a cambiar con la edificación de templos y modestos conventos de San Francisco, San Agustín y Santa Catarina de Siena, El Carmen y La Merced.

A través del tiempo Morelia fue construida con su característica cantera Rosa dando vida a majestuosos templos, conventos, edificios virreinales de gobierno, casonas y viviendas barrocas.

Morelia es considerada como una de las ciudades más representativas del periodo virreinal de México, identificada sobre todo por sus edificios de cantera rosa, su acueducto, plazas, palacetes, templos y conventos. Sobre todo destaca su catedral. Morelia tiene un lugar muy importante en la historia del país por diversos hechos históricos y personajes que nacieron o vivieron en ella, como José María Morelos y Pavón, Agustín de Iturbide, Josefa Ortiz de Domínguez, así como dos presidentes de México, poetas y compositores. También cuna de los principales conspiradores de Valladolid como fueron José Mariano Michelena y José María García Obeso.

Morelia en la actualidad

Morelia

La vida de Morelia la han dado sus habitantes, hombres y mujeres ilustres de las diferentes épocas que le han dado prestigio e historia, así como costumbres y tradiciones por lo que la UNESCO en 1991 la declaró Patrimonio Cultural Mundial de la Humanidad.

Con casi 700.000 habitantes, se trata de la ciudad más extensa y poblada del estado de Michoacán, aunque el municipio cuenta con más de 800.000 habitantes.

Morelia también, es la urbe más importante del estado desde el punto social, político, económico, cultural y educativo. Alberga la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, conocida como Nicolaita y considerada una de las universidades más importantes de México y la primera institución de educación superior del continente americano.

Riqueza cultural de Morelia

La principal actividad económica de Morelia son los servicios, entre los que destacan los financieros, inmobiliarios y turísticos, seguidos por la industria de construcción, la industria manufacturera y en último término las actividades del sector primario. Como parte de su activa vida turística, la ciudad es sede de importantes festivales culturales anuales como los festivales internacionales de música, órgano, cine y gastronomía.

El 12 de diciembre de 1991, la UNESCO inscribió a Morelia en la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad. El Centro Histórico es la ciudad mexicana con más edificios catalogados como monumentos arquitectónicos (posee 1113 y de ellos 260 fueron señalados como relevantes), de tal manera que visitarla ofrece la garantía de un recorrido enriquecedor por su valor histórico y arquitectónico amplio y variado.

Estos inmuebles se asientan sobre una suave loma de cantera que abarca 390 hectáreas distribuidas en 219 manzanas con 15 plazas que se convierten en remansos para el visitante.

Otra característica es su ornamentación exterior conocida como “barroco moreliano”, donde los elementos decorativos escultóricos y vegetales dominan los planos y las líneas de tableros y molduras. Las calles y plazas de la capital michoacana se apegan a la forma de retícula irregular y muchas de ellas rematan con un monumento que origina espectaculares perspectivas.

En su declaración, la UNESCO consideró que algunas de las perspectivas urbanas del Centro Histórico de Morelia constituyen “un modelo único en América”. Estimó también que la arquitectura monumental de la ciudad se caracteriza por su estilo calificado como “barroco moreliano”, por la originalidad de sus expresiones locales que se plasman en el Acueducto, la Catedral Metropolitana, en el conjunto de la iglesia de la Compañía y el ex Colegio Jesuita, así como en las fachadas y las arcadas de los corredores y patios de las casas Vallisoletanas.

Por otra parte, señaló que la diversidad de estilos va desde tipologías arquitectónicas de finales del siglo XVI, donde el aspecto de fortaleza medieval convive con elementos renacentistas, barrocos y el neoclásico hasta llegar al eclecticismo y afrancesamiento del periodo de Porfirio Díaz.