Los amantes del arte pueden encontrar en la que fue casa del pintor Joaquín Sorolla, hoy el Museo Sorolla, una de las mejores posibles ofertas culturales en Madrid. La entrada es gratuita los sábados a partir de las 14:00, los domingos desde la apertura hasta el cierre, y días concretos que especifica la página web del museo. Inconveniente: demasiada gente y ruido pueden mermar el disfrute de la belleza en pequeñas dosis.

El genio artístico de Sorolla en su trazado de las figuras, la impresión de emoción y movimiento en rostros y cuerpos y su utilización de la luz y del color como pocos se combina con la belleza del que fue su espacio vital interior y exterior a partir de 1911. Las colecciones se distribuyen por todas las zonas visitables de la casa, que ha conservado casi intacta la decoración que tuvo en vida de Joaquín Sorolla. La colección de pintura convive, por tanto, con el mobiliario y los objetos originales de la vivienda. Se trata de una de las casas de artista mejor conservadas de Europa. La colocación de las obras de pintura en las salas varía en función de las exposiciones temporales.

El pintor (documental sobre la exposición de 2009 en Museo del Prado que resume la vida del gran pintor valenciano)

El jardín

El patio exterior ofrece casi tanto material para la contemplación como las salas donde el visitante puede disfrutar no sólo de las pinturas del pintor valenciano, sino de muebles y objetos que formaron parte de su trayectoria de vida. Está dividido en tres espacios: el primero, inspirado en el Jardín de Troya del Alcázar de Sevilla, tiene en su centro una fuente de mármol y, al fondo, el pórtico por donde se entraba a la casa de Sorolla. El segundo jardín se inspira en el Generalife de la Alhambra de Granada, de estilo neoárabe, con un riad o jardín interior de forma longitudinal.

El tercer jardín tiene un estanque con la que se conoce como la “fuente de las confidencias” y una pérgola donde Sorolla solía sentarse con su familia y hoy se sientan los visitantes. Esta parte del patio sale retratada en alguno de los cuadros del pintor.

Salas I, II y III

La visita al Museo se inicia en las tres salas de los estudios del pintor, pintadas de rojo oscuro tal como lo estuvieron en vida de Sorolla.

La Sala I servía como taller y almacén de marcos y lienzos, sin decoración. Ahora contiene una selección de lienzos importantes, representativos de los distintos momentos en la evolución de su estilo, y actúa como sala introductoria a la visita a la casa museo.

La Sala II servía de despacho para el pintor, donde recibía a los clientes y colgaba los cuadros conforme los iba terminando. Tanto el mobiliario como la decoración se mantienen originales; el sofá tiene la tapicería original. La sala contiene sobre todo retratos familiares, fundamentales en sus afectos y en su producción artística.

La Sala III, el estudio del pintor, es quizá el espacio más representativo del Museo. Conserva caballetes, paletas, pinceles y otros objetos artísticos, así como algunas de las obras más conocidas del artista, como la emblemática Paseo a orillas del mar.

Planta superior

El día de la visita estaba cerrado el acceso a las salas IV, V, VI y VII, en la planta superior de la casa, donde se albergan los dormitorios y estancias familiares. En la actualidad se utiliza sobre todo para exposiciones temporales.

Salón

Sus ventanales dan elegancia, luminosidad y hermosas vistas al jardín. Este espacio fue decorado por Sorolla con retratos familiares en pintura, hechos por él mismo, como en escultura, con piezas de escultores como José Capuz o Mariano Benlliure. Dentro del mobiliario del salón, destaca la lámpara de techo realizada en bronce y vidrio opalescente en la casa Tiffany de Nueva York.

Comedor y antecomedor

El Comedor cuenta con un alto zócalo de mármoles blancos y rojos. La elegancia de las decoraciones escultóricas, de la lámpara de Tiffany hace juego con los retratos que hizo Sorolla de su esposa Clotilde García del Castillo y sus dos hijas.

El antecomedor tiene vistas al primer jardín. Lo rodea un zócalo de azulejo. Una gran vitrina exhibe parte de la colección de cerámica que tenía el pintor.


Fotos: Carlos Miguélez Monroy