¿Quién no ha visto una película de la época del cine de oro mexicano protagonizada por Pedro Infante o llorado con una de sus canciones en una noche de copas? El Museo a Pedro Infante en Guamúchil, el pueblo de Sinaloa donde creció el actor y cantante, contribuye a mantener viva su leyenda y a pasar el testigo de generación en generación.

Por Aracely Lugo Melendrez.

CIUDAD DE MÉXICO.- Mujeriego de corazón, carpintero y peluquero de profesión, actor y cantante por convicción y piloto anónimo por afición, Pedro Infante Cruz (1917-1957) se ha inmortalizado como parte de la cultura popular mexicana encarando a la identidad ideal: pobre, pero de buen corazón; mujeriego, pero querendón;  borracho, pero cuando la ocasión lo pide; y charro, pero chillón (llorón para los españoles).

Por sus talentos, Pedro Infante ha sido capaz de convertirse en un icono único al pasar de generación en generación a más de medio siglo de su repentino fallecimiento como uno de los máximos exponentes del cine mexicano y de la música ranchera. Los jóvenes mexicanos de hoy aún conocen la leyenda del personaje que interpretó alrededor de 60 películas y tres centenares de canciones. Nosotros los pobres, Dos tipos de cuidado o La vida no vale nada fueron clásicos que aún se transmiten en cadenas de televisión nacional.

Aunque nacido en un pueblo cercano a la ciudad de Mazatlán, en el estado de Sinaloa, al noroeste de la República Mexicana, el ídolo mexicano siempre habló orgullosamente de Guamúchil como la tierra donde se crió. Es justo aquí en el municipio más pequeño del estado donde pasa su infancia y juventud, etapas clave para su formación. Por este motivo, la ciudad de apenas 63.000 habitantes lo adopta como su hijo pródigo y así está decretado en la placa del monumento de bronce erguido en su honor ubicado en la plazuela central.

También, dentro de esta pequeña ciudad, se inaugura en 2017 el Museo a Pedro Infante para celebrar 100 años de su natalicio. Éste es de hecho el más grande recinto dedicado a su conmemoración, con una dimensión que abarca más de 600 m2.

El museo tiene como propósito revivir los escenarios en los que éste se desenvolvió y presentar las diferentes épocas de su vida y profesiones que desarrolla durante su paso por varias localidades sinaloenses. Podrás ver en el museo los primeros muebles que realizó y que se atesoran con cariño, así como su oficio de peluquero, instrumentos musicales originales, su pasión por los coches y aviones. Por supuesto, también se muestra la discografía y filmografía más relevante de su trayectoria.

Los directivos del museo pretenden enaltecerlo como el más grande ídolo de México por su legado de superación y trabajo. Es recordado por los ciudadanos locales que llegaron a tener trato con él como un hombre sencillo y bondadoso. Por eso resultaba crucial dejar a las nuevas generaciones una herencia sobre la esencia del artista.

Lo que sí es un hecho es que México sigue y seguirá tarareando Amorcito Corazón siempre que haya oportunidad, y las calles de Guamúchil silbarán con orgullo por más siglos las melodías de sumuchacho alegre.