“Le di las gracias y le sonreí cuando me dijo que le había tocado la patata pero luego me detuve y pensé: ‘¿la patata?’ Y entonces me fui corriendo. Cada vez más rápido. Creo que él se quedó igual de confundido que yo”. Entendió más tarde que al corazón se le llama patata de forma coloquial en España, donde llevaba semanas con Miguel Bosé y su equipo en la gira Estaré.

“El mexicano tiene la capacidad de generar alegría y contacto desde la carencia y desde sentirse solo y en conflicto. Históricamente queda claro, como identidad siempre hay ese conflicto”.

Habla de poder sanador cuando le preguntan sobre la música, una pasión que despertó en ella cuando, siendo una niña, les dijo a sus papás “yo quiero ser eso”. Estaban en Nueva Orleans, delante de una banda que hacía sonar sus instrumentos de metal

La gira, en la que ha entregado durante semanas cuerpo, alma y talento, le ha dejado más vida y energía de la que le ha quitado por ese mismo poder alquímico de la música al que se refiere una tarde de viernes en Madrid, de descanso entre hotel y hotel. Tuvo que volver a México y luego a Nueva York, donde tiene una deuda pendiente con sus estudios de música. Pero tiene claro que España, y sobre todo Madrid, ha sembrado en ella la semilla de un nuevo sueño: vivir aquí su pasión por la música.

Natalie Reyes

Nació y creció en la Ciudad de México pero lleva dentro de ella el bagaje y las vivencias de todo un linaje familiar internacional. “Me influyen mucho las historias de mi bisabuela, sus historias de fantasma. Lo que era ser una mujer en México, su lucha, su resiliencia. Esa palabra es clave en mi vida. El poder de sanar. Tener el orgullo de contar tu historia”.

¿Qué significa la música en tu vida?

Tenía muy claro que la experiencia de compartir lo que es la música es como generar un mundo y un espacio y compartirlo con otras personas. Ya sea escribiendo música o haciéndolo en vivo. Generamos un lugar con la gente que está ahí, que participa. Pasa mucho en los shows. Sale uno con una energía y uno se adapta a la del público. Me ha pasado de decir: “este show fue sanador”. Eso es lo que para mí es sanador de la música. Eso es lo que yo de niña quería hacer. O ser.

¿Cuáles son las influencias más importantes en tu música?

Me influyen mucho las historias de mi bisabuela, sus historias de fantasma. Lo que era ser una mujer en México, su lucha, su resiliencia. Esa palabra es clave en mi vida. El poder de sanar. Tener el orgullo de contar tu historia. Igual no lo pasaste muy bien. Generar un relato, esto fue lo que pasó. Eso influye mucho en lo que hago. Cuando escribo canciones pienso mucho en eso. Y también a la hora de tocar. Siempre se resignifica lo compuesto a la hora de tocar. Creo mucho en el poder del relato y en el resignificar a la hora de contar historias.

“¿Mi lugar de residencia? Mi maleta. Estuve en París pero no era mi lugar. Lo descubrí gracias a un taxista que confrontó mis ideas”.

¿La conociste?

Sí, vivió hasta los 102 años. Era de la Ciudad de México pero perdieron todo en la Revolución. Crió a sus hijos sola. Les enseñó a trabajar y a no tener resentimiento ni vergüenza de ser quien eran y de dónde eran. Siempre habrá cosas de tu familia que no te van a gustar pero eres quien eres y te educaron como te educaron. Y sales adelante. Ella fue el claro ejemplo de que puedes volver a contarte tu historia de una manera en la que no sólo inspiras a otros, sino que también te cambias a ti mismo. Se cambió el nombre y no sabíamos. Se llamaba Tirsa Baldomera Tigria y Arcadia Herrera del Olmo. Se cambió el nombre a Lola, Dolores. Mis primas y yo seguimos influenciados creativamente por ese acto de alquimia de haberse cambiado el nombre.

¿Puedes definir tu lugar de residencia?

Mi maleta. Estuve en París pero no era mi lugar. Lo descubrí gracias a un taxista que confrontó mis ideas. Luego estuve en Nueva York más de siete años, luego en México, donde empecé a trabajar en la música en un círculo más indie, empecé a tocar y a tocar como cantante multi-instrumentista y como compositora. De ahí fue se conectaron cosas y me llamaron para formar parte de la gira Estaré. En enero vine a los ensayos y en febrero empezó la gira en México.

 

¿Los mexicanos nos integramos con facilidad en otros países?

El mexicano tiene la capacidad de generar alegría y contacto desde la carencia y desde sentirse solo y en conflicto. Históricamente queda claro, como identidad siempre hay ese conflicto. ¿Cuál es esa historia y de quién la conocemos? Por otro lado está esa certeza de saber quién eres, ese orgullo de ser mexicano que te hace conectar con la gente. Y tenemos una enorme resiliencia. Hay cosas que son terribles en nuestro país, aun siendo un país inmensamente rico cultural, geográfica y socialmente con gente maravillosa. Y a pesar de tener tantas cosas en contra, seguimos saliendo adelante, seguimos sonriendo y acercándonos a la gente desde la bondad. Nos hemos podido adaptar a las circunstancias y sobrevivir. Pero además florecer. Hay mucha arte, cultura, música y mentes brillantes que se sobreponen.

¿Similitudes con España?

La influencia está clara. Al menos me pasa en Madrid: sentirme en casa. No hay un lenguaje ajeno, pero hay algo más, un acercamiento. La gente suele ser abierta, hablas con ella. El otro día estaba en la calle Espíritu Santo y entré en una tienda de libros de segunda mano. Me puse a hablar con Fernando, el dueño. Acabamos hablando de nuestros gatos y de otras cosas durante horas, estuvimos escuchando música y yo pensaba: “qué lugar tan maravilloso, está hecho con amor”; esto de poder sentarte a hablar con el sueño de un lugar y disfrutar, esa apertura de darte la bienvenida a su casa.

¿Cómo ha sido trabajar con Miguel Bosé?

Trabajar con Bosé y su equipo ha sido como reencontrarse con la familia. Creo que es la química, es algo mágico que ocurre con ellos en el escenario. Incluso pasa con el sentido del humor. Nos entendemos dentro y fuera del escenario, aún siendo cada uno de distintos lugares. Lo ves en cómo reciben a Miguel en México, el amor que hay por él, y que es mutuo. Por quién es él, el mensaje que tiene y cómo ha hecho las cosas.

¿Qué ha supuesto esta gira para ti?

Me ha cambiado la vida de forma radical. No sólo desde el punto de vista laboral, por todo el aprendizaje, sino sobre todo desde una perspectiva humana. A lo largo de mi vida he tomado decisiones basadas en el miedo. Si algo me han enseñado él y su equipo es que ese miedo no sirve de nada. No se puede construir un camino desde el miedo y desde el dolor. No hay una zona fértil. El miedo paraliza. No hay vida, no hay riesgos, no hay magia. No me había dado cuenta del poder que le estaba dando a ese miedo hasta que trabajé con ellos. Me han abierto la puerta a ser yo misma. Ha sido revolucionario como persona, como lección encontrarme con esta persona.

¿Algún proyecto nuevo cuando acabe la gira?

Me encantaría quedarme en Madrid. Estoy enamorada desde la primera vez que vine hace años. No hay algo física, es la forma en que me siento al estar aquí. Es todo muy natural; todo lo que es promotor de la vida y la creatividad está aquí. No he buscado oportunidades concretas, pero al menos me he desbloqueado. Voy a volver a Nueva York para cerrar un ciclo. Pero queda pendiente explorar y conocer lo que se mueve musicalmente en Madrid y en España.