En 2017, 51 periodistas han sido asesinados y 181 han sido encarcelados, según Reporteros Sin Fronteras (RSF). México ocupa el lugar 147 entre los 180 países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de 2017 de RSF. En marzo de este año se registraron dos intentos de asesinato y tres homicidios en México.

Ser periodista en países como Afganistán, México o Sudán significa vivir con el miedo a la violencia, la presión, los secuestros… pero estos profesionales son conscientes de la importancia que tiene su trabajo y que tal vez sean los únicos que tienen capacidad para oponerse a aquellos que abusan del poder o de los más débiles. El riesgo no es perder lectores o patrocinadores se juegan perder la vida y la seguridad para sus familias.

Cada minuto se producen más de 900.000 accesos a Facebook y se suben cerca de 50.000 post a Instagram, según informa Lori Lewis, vicepresidenta de social media de Cumulus Media. Toda esta información llega a millones de lectores sin estar trabajada o contrastada. Pero la perdida de calidad del periodismo hace que muchas veces sea difícil diferenciar a un verdadero periodista de un bloguero sin formación ni experiencia.

El prestigioso periódico digital eldiario.es organizó el debate “Conflictos Olvidados”, donde periodistas especializados y expertos de ACNUR debatieron sobre el papel de la prensa en estos sucesos. Entre estos conflictos se encuentra la mayor crisis de refugiados de la historia que supera ya los 65 millones de desplazados y la violencia e inestabilidad que afecta a varios países del África subsahariana.

La periodista Trinidad Deiros ha sido corresponsal en el Magreb y el África subsahariana y ha sido testigo tanto de las consecuencias de estos conflictos como la forma en que los tratan los medios. “Hay conflictos mal contados”, afirmó Deiros. La guerra de las audiencias y la lucha por ser el primero en informar resiente la calidad de las piezas. Pero cuando se trata de conflictos los periodistas no trabajamos con datos o cifras, se trata de historias y vidas humanas. “Nada de lo que sea humano nos puede ser ajeno”, sentenció la periodista.

La presión por conseguir la instantaneidad de la información y llamar la atención del público provocan que el periodista caiga muchas veces en la simplicidad. Una simplicidad que puede ser muy peligrosa y puede desviar la atención de lo que necesita ser contado, de las personas que necesitan ayuda. Escribir un buen reportaje o una buena crónica requiere investigación y tiempo para trabajar, algo que se ha convertido en un lujo que muy pocos periodistas se pueden permitir.

“Es muy humano olvidarse de lo más lejano”, afirma Jesús Nuñez, coordinador del instituto de estudios sobre conflictos y acción. Sin embargo sostiene que “lo lejano” se difumina cada vez más conforme avanzan las tecnologías. Las personas estamos conectadas a través de la red aunque estemos a miles de kilómetros de distancia y ahora podemos sentir tan cercano un conflicto que ocurra en Siria como en París. Sólo necesitamos que esa información se trate con el mismo cuidado y seriedad. “Primero eres un ciudadano del mundo, luego de tu país y luego de tu pueblo”.

Juan Luis Sánchez, subdirector de eldiario.es, reconoció que muchas veces los periodistas sacrificamos la calidad en favor de la velocidad. Pero también afirmaba que los reportajes y artículos más trabajados también se leían y que no hay razón para tener miedo a perder audiencia por que creamos que los textos puedan ser más pesados.

En 2016 Sánchez fue el padrino de la promoción de periodistas de la Universidad Complutense de Madrid. En su discurso citó la famosa frase de la película Spiderman “un gran poder, conlleva una gran responsabilidad”. Con esta cita Sánchez animó a los futuros periodistas a darse cuenta del peso que tendrán sus palabras, el poder de salvar vidas, de dar voces a historias que necesitan ayuda, un poder por el que muchos están dispuestos a morir y otros a matar por su silencio.

Los derechos humanos ya no se luchan sólo en las calles ni en las columnas de opinión. Ahora un hashtag puede generar una conexión entre aquellos que apoyan una misma causa. En los últimos meses hemos visto como el hashtag #metoo habría un nuevo camino en la lucha contra el acoso sexual. O como #seguridadsinguerra intentaba evitar la aprobación de la Ley de Seguridad Interior en México. Una ley que pondría la seguridad civil en manos de miliares.

Estos ejemplos demuestran la fuerza y el poder que tienen las palabras, un poder que los periodistas tenemos y que corremos el riesgo de perder por no darnos cuenta de la importancia de nuestra profesión, de nuestras palabras.


FOTO: Javier González Sánchez