El Audiorama es un rincón idílico que está escondido detrás del monumento a las fuerzas de expedicionarios que ayudaron a liberar las Islas Filipinas en la II Guerra Mundial. Al entrar suena Bach y pueden prestarte libros de Bolaño, Curiel, Elena Garro o Thomas Mann para sentarte a leer en sus bancos de colores. Disfrutamos del lugar hasta que descubrimos que, en una curiosa afectación del síndrome de Stendhal, hay un señor que interpreta su propia sinfonía íntima sentado en una esquina. Mientras nos vamos me pregunto si será la música, la literatura o la naturaleza lo que le habrá podido excitar.