Ninguno de ellos es mexicano. Abren la tanda y la cierran con una misma canción: ‘El Rey’. Me dice el primer y único trompeta del grupo, que es orgullosamente Paraguayo. Doble mérito adoptar con tanto ahínco el folclore nacional de otro país.

 

Por Gonzalo Gabriel Estrada Cervantes

Madrid, España. En Madrid puede ocurrir casi cualquier cosa. Las calles del centro de la capital española son un escenario permanente de las más diversas expresiones artísticas. El cantaor y la bailarina de flamenco; las sevillanas; el mago; las estatuas vivientes; las orquestas multirraciales, los titiriteros, los músicos que tocan instrumentos rudimentarios; los chamanes y pitonisas; y como no podría ser de otro modo los mariachis en la Plaza Mayor o a la salida del metro Sol.

Abren la tanda y la cierran con una misma canción: ‘El Rey’, del mismísimo poeta del amor y otras desgracias José Alfredo Jiménez. Pasando por todo un repertorio de dolor, amor, desamor, ausencias, presencias, disidencias, en favor y contra de ellas, y de ellos. Los títulos lo dicen todo: ‘Mujeres divinas’, ‘La feria de las flores’, ‘Mátalas’, ‘Acá entre nos’, ‘Mucho corazón’. No cantan mal las rancheras estos mariachis, incluso han agregado otros instrumentos como el acordeón y más guitarras.

Algunos traen en sus trajes la estampa de “la morenita”, la virgen de Guadalupe, como para remarcar la seña de identidad del mariachi de México. Incluso el cantante de turno se cuida mucho de decir en cada oportunidad “órale mi cuate”, “ándale compadre”. Frases que hacen que el respetable público trashumante lance un “Viva México”. Y siempre, casi siempre, no falta un mexicano que completa la frase con el clásico e internacionalmente conocido: “¡¡¡Viva México Cabrones!!!”.

Estos mariachis se mantienen de las aportaciones económicas de los transeúntes y de la venta de sus CD´s, a 10 euros cada uno, algo así como 200 pesos mexicanos. Se mueven en el escenario entre un fuego cruzado de flashes y clics de las cámaras digitales y de los teléfonos móviles, además de los bailadores espontáneos. No cabe duda, llevan la canción bravía en su sangre. Sus trajes y sombreros, en algunos casos, muestran que por su intensa actividad han estado muy expuestos a las inclemencias del tiempo.

Respecto a los elementos que integran el mariachi, me dice el primer y único trompeta del grupo, que es orgullosamente Paraguayo, que violinistas casi no hay y menos trompetistas. Me pregunta que si conozco a algunos músicos mariachis que sean de México para reforzar el grupo, y me dice en voz baja: “Ninguno de nosotros es mexicano”. Doble mérito adoptar con tanto ahínco el folclore nacional de otro país.

Así que se buscan músicos mexicanos para mariachis en Madrid. Y los mariachis hablaron…

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