El sentido del Metro, las propinas, la añoranza de los tacos de suadero y el agua de Jamaica dan forma a la nostalgia mexicana en Madrid que traza Jorge F. Hernández en su primera colaboración con Espacio Méx. ¡Bienvenido, maestro!

Por Jorge F. Hernández.

CARRERA DE SAN JERÓNIMO (MADRID, España).- Al llegar, parece que vuelves. Quizá por ello, Madrid –si no es que España entera—se desdobla en espejos encontrados. Uno baja al universo subterráneo del Metro y descubre que los trenes entran a cada una de las estaciones por el lado opuesto al que acostumbrábamos montar en la Ciudad de México; además, ya instalada la nostalgia, habrá más de un chilango que extraña el chiflidito y los vagones anaranjados. De ser posible, soy de los que aboga por abrir una línea que conecte directamente a la Puerta del Sol con Chapultepec, Argüelles con Viveros y Goya con la Glorieta de Utopía (en este caso, nuevo nombre para la antigua estación de Etiopía).

Luego viene el tema de las propinas, donde no hay un solo mexicano que entienda a la primera que aquí en Madrid o España entera no es necesario u obligatorio dejar propina para un ejército considerable de camareros que cuentan no sólo con seguridad social, sino con ingresos estables mayores a los del consumidor turista. Después, viene el tema de los suspiros que uno soñaba para probar el jamón de pata negra, Jabugo de verdá y sin aviso, amanecemos con ese necio Síndrome del Jamaicón que nos urge a echar de menos unos buenos tacos de suadero: la solución es entonces aprovechar la creciente cantidad de taquerías y restaurantes mexicanos que poco a poco van multiplicándose en España, con todo y agua de Jamaica que aquí no es más que infusión de hibiscus.

Así que uno vuelve a Madrid, aunque desconozca el olor a diésel de los taxis y se azore ante los impecables autobuses azules de una ciudad que en realidad se anda, porque aquí se camina lo que nadie camina en sus lares. Uno recuerda hacer ido en coche al OXXO de la esquina al deambular por el Parque de El Retiro con los pies resucitados y así, consta que hay por lo menos una novela donde un mexicano accidental confunde a la Gran Vía con Avenida Juárez y al Paseo de la Castellana con el Paseo de la Reforma; al llegar a Cibeles, cree estar en plena colonia Condesa y sube por Alcalá hasta confundir la Plaza Mayor con el Zócalo de la Ciudad de México (la sombrerería Tardan con las gorras de Yustas) y un poco más allá, el primer kebab giratorio con los tacos al pastor de piña volante. El personaje de la novela se deja soñar que Chapultepec es el Retiro, que las aceras son banquetas y los gemelos mancuernillas… y en el fondo, su delirio nos une a todos los que nos sentimos tan cerca de Madrid viniendo de tan lejos.