A diez mil kilómetros de México, la comunidad mexicana se organiza para celebrar y difundir sus tradiciones también en España. En el último Día de Muertos, Madrid y el Campo de la Cebada en La Latina fueron nuevamente el escenario en que los vivos convivieron con los muertos, al más puro estilo mexicano, en un espacio lleno de color y también de denuncia social.

El característico olor de las flores de Cempasúchil y el pan de muerto, las calaveritas de azúcar, los altares llenos de platillos típicos mexicanos, disfraces de catrinas y las fotografías de los seres queridos que no están ya en este mundo nos adentran a esta tradición que rinde culto a la muerte, práctica que se remonta a diversas culturas prehispánicas en México.

Concursos de disfraces de catrinas y catrines en el Día de Muertos de Madrid. Fotografía: Juan Carlos Rojas

Tras la conquista, la unión de las creencias indígenas con el catolicismo español forjó un carácter religioso único, colorido y que conservó en cierta forma los recuerdos ancestrales de las viejas tradiciones precolombinas. Las ofrendas en este espacio madrileño fueron para todos los que pasaron ya a otra vida, incluso al clásico billete del metro de Madrid que hace unas semanas dejó de existir.

Al fondo, mural por los 43 de Ayotzinapa.

Campo de la Cebada de Madrid.

Fotografías: Juan Carlos Rojas.

Una de las ofrendas fue contra los feminicidios.

Un mural que recuerda a los 43 muertos de Ayotzinapa en 2014 fue la antesala de este Día de Muertos en España, una obra que recuerda la cruda realidad que enfrenta México en una fiesta que no dejó de lado la denuncia y recordó al mundo como los mexicanos conviven día a día con la muerte.

Una de las ofrendas tenía el objetivo de recordar los feminicidios en México, donde el gobierno federal reconoce oficialmente uno por día en los últimos tres años.

Otra ofrenda dedicada a los miles de muertos que ha dejado el narcotráfico y su ineficaz combate. Sólo de enero a noviembre de 2017 la cifra acumulada de asesinatos en México es de 26 mil 573 personas.

La asociación Nodo MxM (Mexicanos por Madrid) fue quien hizo posible una vez más que en Madrid se abriera este espacio para los habitantes de Mictlán, el reino de los muertos, costumbres y creencias que cautivaron a cientos de personas que se dieron cita.

Y como en todo lo que hay vida existe muerte, esta fiesta de los muertos fue el epílogo del Campo de la Cebada, un espacio que había sido durante años el megáfono de luchas sociales y fiestas en este céntrico barrio madrileño, y que finalmente cierra para convertirse en un polideportivo o plaza pública en el futuro.

La presencia de luchadores típicos mexicanos, los disfraces, las botellas de tequila y la luz de las veladoras al caer de la noche revelaron el sincretismo de culturas en una fiesta no podía cerrar sin la presencia del mariachi, que no ayuda a olvidar, pero sí para recordarle a tu tierra natal que si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí.

Una festividad llena de tradiciones y muestra única del mestizaje, donde la vida y la muerte conviven como una sola.