Con fuentes, miradores, azulejos coloridos, puentes y jardines únicos, el ‘nido de Quetzalcóatl’ ofrecerá un oasis de paz en medio del bullicio de la ciudad. Este exponente de la arquitectura orgánica de Javier Senosiain exalta los sentidos mientras sirve de zona residencial que tendrá además un espectacular parque que abrirá al público en dos años.

CIUDAD DE MÉXICO.- Basado en la filosofía de volver al origen de las cosas, el arquitecto Javier Senosiain ha desarrollado una arquitectura orgánica caracterizada por la utilización de curvas y formas sinuosas. El arquitecto considera que el espacio natural del hombre siempre ha sido curvo, incluso lo remite desde el momento de la creación cuando se forma como embrión dentro del vientre materno.

Con esta ideas en 2008 decide comenzar un proyecto urbano denominado El Nido de Quetzalcóatl en un gran terreno en Bosques de los Naranjos, a las afueras de la ciudad de México. Este proyecto incluye una zona residencial ya habitada con viviendas que siguen un juego de formas de serpiente en movimiento que entra y sale del terreno accidentando donde se emplaza. Los interiores de estas viviendas son una mezcla de luces y formas que exaltan los sentidos del usuario. Rodeado de lagos, vegetación viva y colores fluorescentes que resaltan con el sol, se consigue el efecto de un escenario surrealista sacado de un cuento de ficción.

Además de esta primera etapa, se está trabajando también en un gran parque que estará abierto al público en un par de años y que constará de un invernadero con plantas medicinales y autóctonas del país, un jardín de mariposas, y una cueva-museo con muestras de los diferentes minerales que abundan en México. Fuentes, miradores, azulejos coloridos, puentes y jardines únicos ofrecerán un oasis de paz en medio del bullicio de la ciudad. Su intención es hacer al ser humano consciente de los tres reinos que le rodean: el animal, el vegetal y el mineral.

A pesar de las tentaciones de la arquitectura internacional de vanguardia y de las críticas, el arquitecto ha permanecido fiel desde sus inicios a su estilo, que ha permeado en su forma de vida al habitar desde hace muchos años con su familia en una de sus casas subterráneas, donde comparte con efusión la alegría de vivir en espacios orgánicos.

Estas formas arquitectónicas son poco comunes en la actualidad por la adopción de las líneas ortogonales como la ley en todas las culturas del mundo por su sentido práctico. Nos hemos acostumbrado de tal manera que ahora hasta nos parece ahora exótico o extraño. Sin embargo, la arquitectura orgánica que proclama Senosiain debe darse a conocer por su originalidad y la libertad de dejar al hombre fluir y sanar su relación con la naturaleza. Sus entornos buscan crear una armonía plena del ser humano con su segunda piel: la arquitectura que da vida a los espacios que habita.

El significado de Quetzalcóatl

Las culturas prehispánicas precolombinas rendían culto a deidades provenientes de la naturaleza. Quetzalcóatl resalta como una de las más importantes con un legado que se extendió por toda Mesoamérica. Su nombre se deriva del náhuatl Quetzal, que significa ave de hermoso plumaje y Coatl, que quiere decir serpiente, por lo que comúnmente se traduce como la Serpiente emplumada. Su importancia se le asoció con el florecimiento y prosperidad de los pueblos al hacer referencia a la unión de las aguas pluviales y terrestres. Llegó a marcar incluso el origen de la vida misma, reflejado en numerosos poemas náhuatl que lo asocian con el nacimiento del sol o el útero donde inicia la vida.

Han existido diferentes representaciones de esta deidad en la historia, principalmente en esculturas, orfebrería y artesanías que hoy se exhiben en museos. Sin embargo, no  es exclusivo de artistas, ni de encasillarse en museos o centros culturales, y un arquitecto mexicano ha decidido optar por llevar a Quetzalcóatl a una nueva dimensión: crearle un hábitat.