En 1991  indagué durante meses sobre la violencia machista para un reportaje de televisión. Visité varios centros de acogida de mujeres maltratadas por todo el país y entrevisté a docenas de mujeres víctimas, pues sólo cuando habían podido llegar a esas casas seguras podían estar en disposición física y psicológica de rememorar y contar un infierno que continúa en 2019 a pesar de los avances.

Por Xavier Caño Tamayo.

La organización Juezas y Jueces para la Democracia critica al partido ultraderechista Vox por pretender sustituir el concepto violencia de género por violencia intrafamiliar, un estúpido adjetivo que niega la innegable realidad de las decenas de asesinatos cada añode mujeres por hombres y las miles de situaciones de malos tratos. Niegan los ultraderechistas la violencia machista justo cuando se dieron a conocer los datos de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, según los cuales han muerto asesinadas 1.000 mujeres por este tipo de violencia desde 2003, cuando empezaron a registrarse datos de crímenes machistas.

Juezas y Jueces para la Democracia rechaza sustituir violencia de género por intrafamiliar, entelequia eufemística que oculta la causa y el origen de la violencia que sufren las mujeres por hombres con quienes tienen o tuvieron una relación sentimental.

De qué calaña es esa gente de Vox en relación con la emancipación de las mujeres lo muestra la declaración de su líder en Andalucía quien, al conocer la sentencia condenatoria del Tribunal Supremo a la que se conoce como ‘La Manada’, ha osado decir que “desde ahora, la diferencia entre tener sexo gratis y pagando, es que gratis puede salir más caro”. Ante declaración tan asquerosa de semejante machista recalcitrante, cabe recordar que, en España, además de ese millar de asesinadas, 1,7 millones de mujeres han sufrido como mínimo una agresión sexual en su vida.

En 1991, muchos años antes de que la miserable violencia machista ocupara portadas y sumarios de noticiarios radiofónicos y televisivos, indagué durante meses sobre la violencia de los hombres contra las mujeres para un reportaje de televisión. La investigación descubrió un mundo atroz, el de la violencia sistemática contra las mujeres por sus parejas o que lo fueron. Visité varios centros de acogida de mujeres maltratadas por todo el país y entrevisté a docenas de mujeres víctimas, pues sólo cuando habían podido llegar a esas casas seguras podían estar en disposición física y psicológica de rememorar y contar el infierno sufrido.

No todas las maltratadas denuncian

También supe de la red de cobardías, complicidades y graves omisiones, tanto personales como institucionales, que permitían, que generaban, cientos de miles de situaciones de malos tratos permanentes contra mujeres. A finales de 2004, el gobierno de España, presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, propuso una ley integral contra la violencia de género que el Parlamento aprobó a principios de 2005.

Por esa ley, se crearon más de cuatrocientos juzgados especiales contra la violencia machista y se adoptaron otras medidas penales, sociales y económicas para hacer frente a esa lacra y apoyar a las mujeres maltratadas o en riesgo de serlo. Los medios informativos parecían ser ya bastante más conscientes de la gravedad de la violencia machista y se empezaron a afrontar falsedades, a denunciar complicidades machistas y a exponer la cruda realidad de la violencia contra las mujeres sin miserables eufemismos.

¿Principio del fin de la violencia machista? Aún no, pero sí creció de modo acelerado la conciencia colectiva de la necesidad de acabar con tan inaceptable canallada. Ese aumento de conciencia común se debió sobre todo al trabajo de las mujeres, con especial dedicación de las organizaciones feministas. Que no se ha frenado el criminal machismo lo prueba que, en lo que va de 2019, ha habido 26 asesinatos de mujeres por los hombres con los que tenían o habían tenido una relación personal emocional. Todas asesinadas por parejas o ex-parejas.

Violencia machista, punta del iceberg de desigualdad y discriminación

Siendo una cantidad brutal de muertes violentas, esas 1.000 mujeres asesinadas solo son sin embargo la parte visible de un enorme iceberg. Un iceberg de cientos de miles de situaciones de malos tratos sufridos por mujeres a manos de hombres. Según fuentes oficiales, un dato que se esgrime al dar a conocer una nueva víctima de violencia machista es que ésta no había presentado denuncias previas por violencia machista. ¿Acaso tiene que haber denuncias previas?  ¿Exonera a las autoridades de sus responsabilidades que más de la mitad de mujeres asesinadas no hayan denunciado malos tratos previos? ¿Por qué no denuncian más las mujeres? Según Altamira Gonzalo, miembro de Themis,asociación de mujeres juristas, “ellas no confían en el sistema porque el sistema no les cree”. El sistema judicial aún no logra proteger a las mujeres.

Y antes, o durante la perpetración de la violencia machista, hallamos omnipresentes la discriminación secular de la mujer, la brecha salarial, la cosificación sexual de la mujer… Un panorama de hechos y situaciones a eliminar, cambiar, revolucionar… hasta alcanzar la deseada igualdad de las mujeres.

En 2007, Amnistía Internacional publicó el informe Pongan todos los medios a su alcance, donde sostenía que una ley necesaria contra la violencia machista como la aprobada en 2005 no ha atajado el gravísimo problema de la violencia machista. Acaso porque no se han puesto todos los recursos precisos para que la ley sea efectiva y para que los derechos de las mujeres y su seguridad físicay psicológica sean una realidad incuestionable. Esa es la cuestión, no si las víctimas denuncian o no. Hasta que la lacra de los malos tratos y los asesinatos de mujeres por hombres no se aborden con el mismo consenso, entusiasmo político y crecidas asignaciones presupuestarias que se acordaron para combatir el terrorismo, por ejemplo, no se resolverá el problema de la violencia machista.

Una vergüenza colectiva recorre el Reino de España: los malos tratos, la tortura de mujeres, pues tortura es en muchos casos, y los feminicidiosque no cesan por amantes, maridos, parejas, novios o que lo fueron, o por otros hombres.


Fotos: Juan Carlos Rojas y Carlos Miguélez Monroy