La conversación con Juan Villoro sobre la Ciudad de México, Cataluña y el Barça sin Messi gira en torno al concepto de porvenir. Al presentar en la Casa de México en España ‘El vértigo horizontal’, su recién publicado libro de crónicas, transmitió esperanza, cariño, ternura y calor humano al compartir con el público la ciudad que recuerda y que aún vive uno de los redactores de la primera constitución de la Ciudad de México.

 

MADRID, España.- El escritor mexicano Juan Villoro presentó El vértigo horizontal (Anagrama, 2019) en la Casa de México en España. Conversó sobre su recién publicado libro con el escritor Jorge F. Hernández, designado nuevo director del Instituto de México en España, con el arquitecto Luis Fernández Galiano y con un público contagiado de la esperanza, del cariño, la ternura y el calor humano que transmitió al recordar la ciudad que recuerda y que aún vive uno de los redactores de la primera constitución de la Ciudad de México.

La conversación del final con Espacio Méx giró en torno al concepto de porvenir y abordó tres temas: la Ciudad de México, donde nació, creció y vive, Cataluña, la tierra de su padre, el filósofo Luis Villoro, y el Barcelona después de Messi, el equipo del que se declara hincha. También compartió una pincelada de los autores que más lo han marcado como escritor.

La Ciudad de México

“Para mucha gente la Ciudad de México está condenada porque ha crecido demasiado, porque trae agua desde 300 kilómetros de distancia, porque de alguna manera prefigura el fin de los tiempos. Pero en su capacidad de resistencia, la ciudad ha demostrado que se puede reinventar de muchas maneras. La Ciudad de México ha marcado la pauta de lo que puede ser un país diferente. Es una ciudad de garantías, de derechos, de convivencia, una ciudad progresista. En esa medida es uno de los lugares más estimulantes que hay en México. Cuando me preguntan si es apocalíptica, respondo que es post-apocalíptica. Está más allá de la tragedia. La tragedia ya ocurrió y no debe volver a ocurrir”.

Cataluña y España

“Creo en la autodeterminación de los pueblos, cada uno debe decidir su propio destino. Me parece muy importante que los catalanes decidieran su circunstancia. Debería haber un referéndum constitucional y válido para Cataluña, pues no tiene porqué votar toda España sobre su destino. Pero creo que es más interesante sumar que restar. Me parece importante un referéndum, pero hago votos porque no se multipliquen los países, no se multipliquen las aduanas y las fronteras. Una decisión tan grave como separarse no se puede decidir por la mitad más uno. Debería de ser como lo estipulan otras constituciones por dos terceras partes de la población”.

El Barcelona sin Messi

“Gravísimo. Hay una messidependencia. Ha marcado toda una época. Va a ser muy difícil que el Barcelona sea lo mismo. Puede volver a haber un gran jugador y un gran Barcelona pero la ausencia de Messi marcaría el final de una época”.

Mayores influencias literarias de Juan Villoro

“Son muchas. De México, al gran poeta Ramón López Velarde, el novelista Juan Rulfo, al cronista y novelista Jorge Ibargüengoitia, dueño de un gran sentido del humor, escritores imprescindibles como Miguel de Cervantes, Quevedo, Sor Juana Inés de la Cruz, los grandes autores rusos como Dostoevski, Chejov, Tolstoi, escritores tan versátiles como Italo Calvino”.

El Vértigo Horizontal

“Cuando Pierre Eugène Drieu La Rochelle llegó con sus muchos nombres a Argentina, quiso conocer la pampa. El viajero francés definió esos pastizales sin fin con insólita puntería. Dijo estar ante ‘un vértigo horizontal’”, dice Juan Villoro en las primeras páginas de su libro, que lleva ese nombre.

Ese vértigo se puede extrapolar a la expansión horizontal de la ciudad, tan monstruosa en población que el margen de error de su número de habitantes es de 4 millones de habitantes, el número de personas que había en la ciudad cuando Carlos Fuentes publicó La región más transparente, en 1958.

En la entrañable conversación con Jorge F. Hernández y Luis Fernández Galiano, Villoro recorrió en zigzag algunos de sus recuerdos. Recordaba el autor cómo, antes del movimiento zapatista con el subcomandante Marcos, el tema indígena en México se reducía a reliquias en los museos y en las zonas arqueológicas.

El metro de la Ciudad de México vertebra este libro de crónicas. En la presentación, el autor se refirió al suburbano como un engranaje del sistema de segregación racial.

Habló de su entrada en contacto con la realidad de los niños de la calle y otros aspectos lúgubres de la ciudad, de los carnavales en Iztapalapa, que coronan como Cristo a la persona más virtuosa, de Tepito, uno de los mercados de piratería más grandes de México y del mundo.

Contó con humor cómo las gorditas de nata siempre se aparecían en los embotellamientos pues, según el autor, nadie las come menos por voluntad propia que para calmar la ansiedad del tráfico. Habló de la venganza de Moctezuma que aqueja a los extranjeros, pero también a los propios mexicanos en silencio cuando se exceden en el taco de ojo.

Su libro llegó a su fin de forma natural con el gran terremoto que asoló la ciudad el año pasado y que erigió en héroes a los brigadistas que levantaban el puño para solicitar el silencio general con el fin de oír el aliento de supervivientes ocultos entre los escombros. Luis Villoro concluye su libro con este gesto que representa la solidaridad de las personas.

Compartió con el público un momento en su infancia en que sus padres sacaron a la abuela a pasear, el último recuerdo que tiene de ellos haciendo algo juntos antes de separarse. La Ciudad de México es eso: los recuerdos de cada uno de sus millones de habitantes fijados en un tiempo y en un lugar concreto dentro de las infinitas posibilidades que se presentan a quien los vive.


Fotos: Carlos Miguélez Monroy