Resulta siempre fascinante conocer México desde miradas como la de Weselina Gacinska, doctora en Literatura Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid. Esta entrevista trasciende a Juan Rulfo, Carlos Fuentes y Jorge Ibargüengoitia para llegar hasta los chilaquiles de una fonda.

Entrevista de Laura Martínez Alarcón.

MADRID, España.- Cuando la vi por primera vez, reparé en su melena rubia y sus ojos claros, característicos de las mujeres del Este. Pero esta impresión tan superficial se desmoronó en un pispás, cuando la escuché hablar en un castellano impecable, mejor que el de muchos hispanoparlantes que conozco. A Weselina Gacinska, hispanista polaca especializada en la obra de Juan Rulfo y Carlos Fuentes, la conocí por azar en una reunión de la Colonia Mexicana en Madrid hace muchos años. A todos los presentes nos causó tal impacto que poco después la invitamos a impartir un inolvidable taller sobre los antecedentes literarios de Aura.

A Weselina le gusta México, lo conoce bien. Tanto es así que su tesis doctoral, por la que obtuvo un Cum Laude, lleva por título Manifestaciones culturales de la muerte en México. La obra de Juan Rulfo.

Ha vivido durante temporadas en nuestro país, ha viajado por su territorio y es asidua a las bibliotecas y hemerotecas de la Ciudad de México.

En tu familia no hay antecedentes relacionados con México o España, ¿por qué te decantaste por el castellano? ¿Y por qué la literatura mexicana?

Desde siempre me atraían las distintas literaturas mundiales y en Polonia existe una estupenda colección de los clásicos de la literatura hispanoamericana.

Aunque mi primer acercamiento a Carlos Fuentes, Elena Poniatowska, Alejo Carpentier o Julio Cortázar fue en polaco, gracias a estas magníficas traducciones tuve mi primer contacto con lo que ahora es mi campo de investigación.

El interés por estas literaturas me llevó a estudiar Filología Hispánica en Polonia y luego seguir ampliando mi formación en España y en México. En la literatura mexicana siempre veía —aparte de las propias historias— un telón de fondo cultural e histórico que me atraía mucho y que quería conocer más en profundidad, sobre todo debido a su diversidad cultural. Viniendo de Europa —y de Polonia, que puede ser considerado un país bastante homogéneo—, quizás al principio era fácil caer en una fascinación superficial por el exotismo, pero creo que después de varios viajes y muchas lecturas puedo acercarme a México más allá de una mirada occidental.

¿Qué hay en Rulfo que te haya hecho decidirte a escribir tu tesis doctoral sobre él?

La obra de Rulfo, cada vez que alguien se acerca a ella, demuestra ser infinita. A pesar de la vastedad de las obras críticas acerca de él, se trata de un autor amplio y cuya escritura es tan impecable que siempre cabe la posibilidad de aplicar una mirada nueva. En mi caso, quería compaginar en la tesis mi formación filológica con la antropológica y, al acercarme por enésima vez a Pedro Páramo, vi que allí había una oportunidad poco explorada. Contaba con varios estudios previos muy enriquecedores y decidí desarrollar esta línea. Además, quería demostrar que el trasfondo antropológico de la obra de Rulfo no se limita a las dos obras archiconocidas, El Llano en llamas y Pedro Páramo. Su última novela El gallo de oro parece un reportaje etnográfico acerca del mundo de las peleas de gallos que ofrece información casi de primera mano. Uno de los descubrimientos que más me ayudaron en afianzar este tema ha sido conocer la labor editorial de Rulfo y leer sus ensayos de corte antropológico.

Me di cuenta de que la obra de Rulfo puede ser considerada en su totalidad, como un universo del autor: la fotografía, la literatura, el trabajo en los proyectos en la cuenca del río Papaloapan y su posterior trabajo editorial forman parte de una misma inquietud vital y estética. Separarlos y hablar solamente de la literatura o de la fotografía resultaría reduccionista.

Por suerte para mi propuesta es precisamente la antropología la que enlaza y atraviesa todas estas manifestaciones creativas. Por otro lado, necesitaba tener mucho cuidado a la hora de hablar de los temas tan importantes y tan ampliamente estudiados como la muerte en México para evitar abordar el tema de manera demasiado somera.

Otro autor mexicano que te entusiasma es Jorge Ibargüengoitia. Yo recuerdo una charla que diste sobre su obra en la querida Librería Burma, en Lavapiés. Todos los presentes nos reímos mucho, ¿por qué te gusta tanto?

Creo que es muy difícil encontrar autores o autoras con un sentido de humor y una mordacidad tan aguda como la de Ibargüengoitia, y que no se trate de un humor fácil, sino de una ironía analítica y profunda. No creo que sea una literatura fácil, requiere de un conocimiento de la historia de México y de las circunstancias sociales y políticas de su época. La voz de Ibargüengoitia, alejado del fenómeno del boom y fuera del canon —aunque por suerte esto está cambiando y su figura se reivindica cada vez más— se me antoja muy iconoclasta, original e independiente, difícil de clasificar, porque no se trata solamente de un autor “divertido”. Una de sus mejores novelas, en mi opinión, Las muertas, es un relato desgarrador y un tanto profético respecto a toda la ola de feminicidios que azota el país y, aun así, el lector no puede evitar reírse o sentir empatía o una cierta comprensión de los personajes. El fracaso y la mediocridad están presentes en toda su obra y definen a sus protagonistas. Creo que es uno de los rasgos de su escritura que más me gusta por su realismo y su profundo conocimiento de la condición humana. Además, cuando esta mediocridad afecta incluso a los más grandes personajes históricos —como puede ser el caso del cura López, el trasunto novelesco de Miguel Hidalgo—, es difícil no sentir una cierta satisfacción y afinidad con la mirada del escritor.

Además de la literatura y la comida mexicana, ¿qué te atrae de nuestro país? Me da la impresión de que estás más enganchada que muchos compatriotas. Hablas de México con un gran cariño.

Weselina Gacinska

México me ha aportado muchísimas cosas a nivel intelectual, vital y emocional. He tenido la oportunidad de viajar allí varias veces, conocer distintas zonas del país y a muchísima gente no solamente del ámbito académico.

Tengo amigos y amigas que conozco desde que tenía dieciocho años, y otros que conocí haciendo mi estancia de investigación en 2018. Aunque suene a tópico, México para mí han sido sobre todo la gente y su gran cariño y apertura. Gracias a estas personas he podido acercarme al país de un modo más profundo y más humano, y ver el país en su cara menos amable, con sus dificultades y cuestiones un tanto espinosas. Además, una cosa que siempre he admirado en México es el nivel de educación y la vida cultural. En este caso hablo de la Ciudad de México, ya que es lo que mejor conozco, pero sería difícil encontrar en Madrid tanta oferta cultural tan rica, asequible, variada y de calidad. La vida en la capital puede resultar vertiginosa para un extranjero, porque faltaría una vida entera para disfrutar de la oferta académica de sus instituciones, de todos los museos o centros culturales, librerías, etc. Recuerdo que a veces resultaba hasta apabullante, pero tremendamente satisfactorio.

Si pudieras volar a nuestro país, ¿qué cinco cosas harías, si la Covid19 lo permitiera?

Parece una tontería, pero primero me iría a una fonda a comer un plato de chilaquiles. En serio. Aunque abunden los restaurantes mexicanos en Madrid, todavía no he encontrado un lugar para saciar este antojo eterno.

Después de esto haría un viaje a alguna de las zonas que no conozco. Tengo muchas ganas de conocer Baja California, Zacatecas, Chiapas y Oaxaca. También una de las cosas que siempre quería hacer, pero no he tenido la oportunidad es ver las mariposas monarca o hacer una observación de aves. Siento que nunca he disfrutado lo suficiente de la naturaleza mexicana. Siempre que voy paso unos días con mis amigos de Pachuca, una tradición con la que cumplo rigurosamente. Por último, pasaría un día entero en el Museo Nacional de Antropología. En realidad, resulta muy difícil elegir solamente cinco cosas, porque lo que más me gustaría es pasar de nuevo una larga temporada allí y recuperar un poco de la vida normal que llevaba en mis estancias en México.

¿A qué te dedicas actualmente y cuáles son tus planes para el futuro?

La situación para jóvenes investigadores es muy difícil en España y conseguir un trabajo en la universidad es sumamente complicado. Desde hace años compagino el trabajo como profesora de idiomas con la investigación, lo cual también requiere de mucho esfuerzo.

Me encantaría volver a México, quizás con una beca posdoctoral, para abrir nuevas líneas de estudio. Ahora me interesa mucho el tema animal en la literatura y estoy comenzando a trabajar la obra de José Emilio Pacheco y de Homero Aridjis desde un enfoque ecologista y animal. Llevar a cabo la investigación en México siempre resulta muy fructífero por las fuentes y muy buenos críticos que hay allí. También me gustaría volver al texto de mi tesis y publicarlo como un ensayo derivado del trabajo académico. A pesar de la precariedad, uno tiene que mantenerse activo en la investigación esperando que aparezcan algunas oportunidades.


Weselina Gacinska

Weselina Gacinska es Doctora internacional Cum Laude en Literatura Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid. Tiene dos másteres, uno en Historia y Antropología de América por la Universidad Complutense, y otro en Literaturas Hispánicas: Historia, Arte y Sociedad por la Universidad Autónoma de Madrid. Además, forma parte del consejo editorial de Philobiblion, revista electrónica semestral dedicada al estudio de la literatura escrita en el ámbito hispánico.