El cambio climático facilita el aumento del tráfico y la caza ilegal de animales. Los daños que el ser humano está causando al planeta cada año están acabando con la resistencia de los grandes pulmones del mundo, como el Amazonas, e incrementan el número de especies en peligro de extinción, como el leopardo de las nieves asiático o el jaguar en México.

Por Hugo Muñoz Arévalo

Este año hay siete especies más en peligro crítico de extinción en España. Entre ellos, ni el visón europeo ni el urogallo cantábrico superan los 500 ejemplares vivos.

En el resto del planeta pueden encontrarse cifras muy similares. En Asia, uno de los animales más amenazados es el es leopardo de las nieves, un felino que ha visto reducido su número hasta quedar tan solo 4000 ejemplares vivos en libertad. En América, por su parte, se encuentra en peligro de extinción uno de sus símbolos más emblemáticos; el jaguar.

Y aunque haya miles de kilómetros separando a estas especies unas de otras, todos estos animales tienen al mismo enemigo en común. Porque el ser humano, que ahora se está encargando de buscar soluciones a la baja población de todos ellos, es el mayor responsable de una lista roja donde la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) sitúa ya a más de 26000 especies distintas.

La caza o el tráfico ilegal de seres vivos siguen formando parte del problema. No obstante, son ahora el cambio climático y la deforestación, o pérdida del hábitat los principales causantes de la amenaza a la existencia de todas estas criaturas.

Los incrementos en ataques al ganado por los que se acusa al jaguar son resultado de la reducción de su hábitat y del número de presas a la que este animal tiene acceso en libertad, según WWF . En el caso de depredadores en peligro de extinción, esto ocurre por la construcción de cada vez más infraestructuras que acaban por desplazar a estos animales. Esto lleva a muchas especies a buscar nuevas zonas de tránsito y a ‘invadir’ el hábitat de otros seres con los que hasta el momento habían tenido un contacto muy limitado.

Por su parte, el cambio climático explica la desaparición en España del leopardo de las nieves asiático, del mismo modo que la jara de Cartagena, el alcaudón chico, la náyade auriculada, la cerceta pardilla, la nacra común, el visón europeo y el urogallo cantábrico en España.

El felino antes nombrado, también conocido como fantasma de las nieves, presenta un caso de lo más característico para explicar el cambio climático como uno de los efectos directos en su acelerada extinción. Porque, al situarse sobre terreno montañoso, el leopardo vive en uno de los ecosistemas más sensibles al aumento de las temperaturas. Esto no solo se traducirá en el deshielo y la desaparición de la nieve, sino que, al mismo tiempo, obligará al felino a trasladarse a lugares más cálidos para los que su organismo no está preparado.

Un problema que ni siquiera el Amazonas logra frenar

Hasta este momento, los mayores combatientes contra el cambio climático eran los grandes pulmones del mundo. Enormes bosques que, como la selva amazónica, contaban con la protección que otorga ser reconocido como Patrimonio de la Humanidad.

Las especies arbóreas más dependientes de la humedad en el Amazonas están empezando a desaparecer. Imagen: flickr.com

Sin embargo, hasta al Amazonas le ha pasado factura el descontrol de las temperaturas que se encuentra en constante aumento desde el año 1980. Porque en esta área, las especies arbóreas más dependientes de la humedad están empezando a desaparecer. Y, aunque esto beneficia a aquellas que pueden subsistir con menos agua, su desarrollo no sería tan rápido como cabría esperar. Algo que recoge el último estudio publicado por la revista Global Change Biology.

Las únicas que salen beneficiadas de este cambio drástico del ecosistema son aquellas plantas que nacen de los troncos huecos de árboles que no han podido adaptarse. Unos árboles pioneros, llamados así por su rápido crecimiento, que basan su supervivencia en el aumento de los niveles de CO2 del entorno.