“Estamos frente a un amedrentamiento verbal de un sujeto que cree que la legitimidad democrática con la que ganó las elecciones es un cheque en blanco para hacer su absoluta voluntad”, afirma el analista y ex diplomático Bernardo Graue Toussaint en esta nueva colaboración sobre  el “lenguaje propio de un pandillero” de quien está por asumir el poder en México.

Por Bernardo Graue Toussaint.

Los resultados de la falaz “consulta ciudadana” sobre la ubicación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) ya son lo de menos. Que ese ejercicio haya estado plagado de severas irregularidades no es lo importante. Que haya sido absolutamente ilegal no es lo destacable.

Lo realmente trascendente (porque trascenderá, porque traerá graves consecuencias) es el nuevo y patético mensaje del Presidente electo López: “Qué bueno que estamos inaugurando esta etapa de consultas. A mis adversarios les digo que se vayan acostumbrando porque cada vez que sea necesario, cuando se amerite, va la consulta”.

Veamos…

En primer término, resulta sorprendente que quien ganó legítimamente las pasadas elecciones presidenciales, no dirija su discurso a los ciudadanos, sino a “sus adversarios”. Igualmente es extraño que quien está por asumir el poder en México opte por usar el lenguaje propio de un pandillero para transmitir sus mensajes. Si la semana pasada nos sorprendió con frases como “me canso ganso” o “les guste o no les guste”, esta semana nos advierte con “váyanse acostumbrando”.

La forma y fondo de los mensajes del Presidente electo López arrojan varias interrogantes.

¿Qué nos quiere decir AMLO cada vez que nos dice “me canso ganso”? ¿Que en México -a partir de ya- sólo se hará su voluntad?

¿Qué pretende el Presidente electo cuando nos dice “les guste o no les guste”? ¿Que más vale no oponerse a sus deseos, a sus órdenes?

¿Qué quiere decirnos AMLO cuando nos amenaza “váyanse acostumbrando”? ¿Que debemos “acostumbrarnos” a que la norma, la nueva ley, será su personalísima manera de decidir las cosas?

Al oír a AMLO, me imagino el monólogo de un pandillero de barrio que quiere imponer su voluntad a los moradores de la zona. Les amenaza, les intimida constantemente. Y cuando alguien pretende defenderse, la advertencia amenazante seguramente será “harás lo que te digo, TE GUSTE O NO TE GUSTE”. Tal vez y a manera de reforzar su discurso intimidante, el pandillero le advertirá a su víctima: “VETE ACOSTUMBRANDO, pendejo, porque así será de ahora en adelante”.

Hoy AMLO está feliz. Goza inmensamente del momento. Goza de arrinconar con sus palabras. Le encanta provocar. Toda su vida ha sido pendenciero y un provocador de tiempo completo. Le encanta estar retando. AMLO, el Presidente electo, habla como el gandalla del barrio, como un pandillero en la política que amenaza, que advierte, que desea que el entorno se “acostumbre” a sus amenazas, a sus berrinches, a sus voluntades.

Es por lo anterior que me atrevo a afirmar que el asunto del aeropuerto ya no es lo sustantivo. Lo trascendente es que estamos frente a un amedrentamiento verbal de un sujeto que cree (erráticamente) que la legitimidad democrática con la que ganó las elecciones es un cheque en blanco que le otorga permiso absoluto para hacer su absoluta voluntad.

La semana anterior terminé mi columna dirigiendo este mensaje al Presidente electo López:

“Guárdese sus expresiones como “¡me canso ganso!” o la de “les guste o no les guste”. Esas formas son más apegadas a las de un bravucón gandalla de barrio, que las de un Presidente de México. Son las propias de un aprendiz de dictador, no las de un demócrata.”

Esta semana me permito añadir:

Usted, Presidente electo, puede decirnos (durante los 2190 días de su gobierno) su frase “váyanse acostumbrando”. Frente a sus farsas, engaños, advertencias antidemocráticas o ilegalidades, siempre le responderemos: NO.

graue.cap@gmail.com