El apoyo entre mexicanos ha resultado determinante en el éxito de muchos compatriotas. No ha sido con esa idea superficial y falsa de que por haber nacido en un mismo país ya se deben algo entre ellos, sino con la convicción de que son ellos los que le deben y se comprometen con la tierra que los vio nacer. Cuando se apoya, la banda mexicana suena mejor.

Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón, Gael García Bernal, Salma Hayek, Emmanuel Lubezky, Brigitte Broch… éstos son algunos de los nombres que han deslumbrado al mundo del cine en los últimos años. Todos son mexicanos.

¿Quién iba a decir que esta generación tan talentosa iba a surgir de un país como México?   ¿Quién iba a decir que nuestro país iba a dar directores, actores y técnicos que iban a revolucionar el mundo del cine, con una voz tan propia y reconocible, y tan profundamente mexicana? ¿Cuáles fueron las razones de su éxito?  ¿Ser mexicanos les ayudó, les perjudicó o no tuvo nada que ver con todo lo que han conseguido?

Creo que ser mexicano sí tuvo un papel determinante en el éxito de todos estos talentosos individuos.  Aunque podría ser interesante analizar este aspecto en cada uno de ellos, lo que me gustaría destacar es el apoyo que se brindaron entre ellos para conseguir sus metas.

¿Alfonso Cuarón habría llegado a Hollywood sin Gael García Bernal y Diego Luna bailando Si no te hubieras ido en una playa paradisiaca y perdida de Oaxaca? Difícilmente.  ¿Amores perros de Iñárritu habría tenido el mismo impacto sin la ayuda en el montaje que le brindó Guillermo del Toro? La respuesta es no. ¿La cinematografía de Cuarón e Iñárritu serían las mismas sin la fotografía y las innovaciones técnicas de Emmanuel Lubezky?  Parece altamente improbable.

Lo que ellos mismos han destacado en diversas ocasiones es que se han ayudado, como amigos, como una tribu, como mexicanos, pero no con esa idea superficial y falsa de que por haber nacido en un mismo país ya se deben algo entre ellos. Ha sido más bien con la convicción de que son ellos los que le deben y se comprometen con la tierra que los vio nacer, y entienden que ayudándose entre sí le devuelven a México y a los mexicanos.

En un país en el que se premia la individualidad, este grupo de talentosos artistas del celuloide universal han alcanzado cotas de virtuosismo gracias a sus facultades personales y al apoyo que se han brindado entre ellos y a otros en una situación parecida. Sin perder su mexicanidad, incluso destacándola en varios momentos llamativos como la clásica llamada de “Tamales” en Times Square en Birdman o la declaración de Guillermo Del Toro al explicar cómo puede tener un gusto tan macabro y ser tan dulce: “Porque soy mexicano”, respondió para deleite de muchos.

Además de su amor por el cine y su talento, comparten visiones políticas similares y las expresan de manera rotunda y sin complejos en aquellos foros que resuenan a nivel global, como las entregas de premios que han acaparado en el último lustro.

A nivel personal, la lección que yo abstraigo de estos grandes es que los mexicanos podemos llegar a donde nos lo propongamos y que, ayudándonos entre nosotros, incrementaremos nuestras posibilidades de éxito, añadiéndole un toque mexicano.

Soy consciente que también se dan situaciones indeseables de abuso, desprecio y engaño entre los propios mexicanos, tanto en Estados Unidos como en España. Pero, ¿y si nos centramos en lo bueno?

¿Alguien se anima a reunirse para encontrar la manera de apoyarnos en proyectos concretos, más allá de necesidad de información y trabajos puntuales?