Florentino Pérez necesitaba entrenador para el Real Madrid antes del Mundial, costara lo que costara. Si a España le va mal en Rusia 2018, será por “el ego” de Rubiales. Si le va bien, se atribuirá a que Fernando Hierro supo cerrar lo que comenzó Julen Lopetegui, el nuevo entrenador del Real Madrid.

Pasaron pocas horas entre la comunicación del Real Madrid CF de su fichaje de Julen Lopetegui como nuevo entrenador y la destitución de éste como entrenador de la selección española en plena concentración, a dos días del comienzo de Rusia 2018. Ni los “pesos pesados” de La Roja convencieron a Luis Manuel Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol, de la supuesta conveniencia de postergar la decisión hasta que terminara el Mundial, o al menos concluyera la participación de España.

Pasaron las mismas horas antes de que la prensa deportiva hablara del tema más allá de preguntarse si el entrenador vasco era el más idóneo para sustituir a Zinedine Zidane al frente del equipo, que acaba de conseguir su tercer trofeo consecutivo de Champions League, algo que ningún otro equipo ha conseguido. Tomás Roncero parecía eufórico hasta que empezó a planear sobre las redes la posible destitución de Lopetegui al frente de España, rumor que se confirmaba horas más tarde.

“Rubiales puso su ego por encima a la hora de tomar su decisión”, argumentaba parte de la prensa y de la afición en una muestra del doble rasero que existe cuando se cuestiona cualquier decisión que implica al Real Madrid de Florentino Pérez. El presidente blanco “hacía lo que tenía que hacer, pues su equipo no podía esperar a que pasara el mundial para empezar a organizar la temporada”, dicen, como si no existieran entrenadores en el mercado con un perfil adecuado para ocupar el banquillo de un club que lo gana todo sin necesidad de enturbiar la trayectoria de la selección en la competición más importante para un futbolista por lo que representa un torneo que se juega cada cuatro años y que presencian miles de millones de aficionados de todo el mundo. Ahora se conoce que Lopetegui no era ni siquiera la primera opción de Pérez. Mássimo Allegri, otro entrenador que generaba dudas para la afición madridista, había rechazado una oferta para dirigir al Real Madrid.

Foto: Juan Carlos Rojas

En lo deportivo puede que a la selección le conviniera que Rubiales mirara hacia otro lado y dejara que Lopetegui siguiera al frente del equipo, aunque una decisión así rara vez resulta inocua. ¿En qué lugar habría quedado la Federación Española, que representa a todos los españoles y no sólo a los aficionados del Real Madrid? Por muchas pulseritas y banderas nacionales que se esgriman cuando conviene, en momentos críticos como el que tuvo lugar la destitución de Lopetegui se ve quiénes anteponen su club y sus Champions a la selección.

Resulta natural que Lopetegui quisiera seguir al frente de la selección después de haberla clasificado. Pero llama la atención que pocos formadores de opinión obvien el conflicto de intereses que supone estar al frente de una concentración mundialista, con todas sus exigencias, y a la vez pendiente del teléfono para ver qué fichajes convienen para conseguirle la 14ª Champions al Real Madrid, club del mismo país en momentos además de tensión política y territorial. La elección de jugadores para los partidos se habría mirado con lupa por distintos sectores de la prensa y habría podido despertar sospechas en jugadores que podían interpretar su exclusión del equipo titular, con razón o sin ella, como una decisión sesgada por incompatibilidad de obediencias.

Parecían agotarse los argumentos en defensa del entrenador vasco y del club madridista cuando algunos tertulianos y aficionados recurrieron a su particular hemeroteca. Resulta que Kubala hizo lo mismo en 1980 para fichar por el Barcelona. Luis Aragonés fichó por un equipo turco antes de la Eurocopa 2008, Antonio Conte por el Chelsea antes de otra Eurocopa y Louis Van Gaal por el Manchester United antes de un mundial, pero ya habían anunciado que no seguirían con sus respectivas seleccione después del torneo. Aunque se puedan reprobar estos casos, ni sus clubes tenían el nivel de exigencia de un Real Madrid ni existía el mismo conflicto porque los clubes no eran del mismo país que dirigían en las competiciones internacionales.

La tristeza de Julen Lopetegui responde quizá a la impotencia de no haber imaginado la respuesta a su órdago, que le impedirá dirigir el destino de la selección en este mundial y, con mucha probabilidad, de otros mundiales en el futuro. Al menos con España. Una brillante trayectoria en el Real Madrid podría devolverle algo de alegría, pero hay quienes ya advierten del peligro de que le ocurra lo que a Rafael Benítez y antes a José Antonio Camacho, que no se comieron las uvas al frente del club. Florentino Pérez tiene lo que quiere: un entrenador para su club. Si a España le va mal, será el ego de Rubiales. Si le va bien, se atribuirá a que Fernando Hierro supo cerrar lo que comenzó el nuevo entrenador del Real Madrid.