“Cada día que pasa es más evidente que esta Unión Europea se creó en beneficio de las minorías ricas”, dice el autor de este artículo en referencia al acuerdo alcanzado pro el Eurogrupo para afrontar los costes de la pandemia y la paralización económica por el obligado confinamiento.

Opinión de Xavier Caño Tamayo.

MADRID, España.- Como en la irónica y milenaria fábula de Esopo, el resultado ha sido un ratoncito tras tanta declaración del Eurogrupo y reuniones para acordar la financiación con la que afrontar los costes de la pandemia y la paralización económica por el obligado confinamiento. Para ese viaje no hacían falta alforjas, como dice el refrán.

Además de insuficiente, el acuerdo alcanzado es insolidario por parte de los ricos países del centro y norte de Europa (Alemania, Países Bajo, Bélgica y Austria) con los del sur (Grecia, Francia, Italia, España y Portugal).

Lo único aceptado por los tozudos holandeses y alemanes ha sido el sobado Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), creado tras el estallido de la crisis de 2008, para rescatar la banca, otros medios de financiación y grandes empresas. Pero con condiciones. Si querían dinero de la Unión, había que someterse a las leoninas condiciones de la Eurozona, como limitar el déficit público nacional al 3% del PIB y, si para lograrlo tenían que recortar presupuestos sociales, era problema suyo. Pero así los prestadores, bancos, similares o instituciones europeas no dejaban de cobrar con puntualidad los intereses por los prestamos concedidos.

El acuerdo establece que habrá ayuda financiera sin condiciones para gastos sanitarios… mientras dure la emergencia sanitaria. También se concederán otras ayudas, pero con condiciones. Por tanto, sin tanta palabrería, es el MEDE de siempre con el intocable techo de gasto para limitar del déficit público y que nadie se pase ni un pelo en presupuestos sociales que pudieran propiciar un aumento del déficit.

Lo deja muy claro el punto 16 del acuerdo del Eurogrupo que, con mucho y confuso eufemismo, indica que los países que pidan esa financiación tal vez serán vigilados. Otra vez. Y quizás someterse a recortes o rebajas de presupuestos sociales para mantener el límite del sagrado déficit que, como hemos comprobado desde 2010, suele significar vulneración de derechos sociales de la gente común.

Garantizar derechos o hacer negocio

Tenemos muy presentes las noticias de los primeros días de la pandemia en prensa radio y televisión con la angustiosa petición de más médicos y personal sanitario para atender al creciente número de personas contagiadas por el coronavirus. Según el semanario La Marea, los recortes presupuestarios y la privatización de la sanidad pública, impulsados por los gobiernos del Partido Popular de la Comunidad de Madrid, hicieron que la sanidad de la región perdiera unos 3.300 profesionales mientras la población con derecho a sanidad pública aumentaba en medio millón de personas.

Años de recortes presupuestarios en esta comunidad, muchos de ellos en Sanidad pública, hicieron evidente la insuficiencia de camas de hospital, de Unidades de Cuidados Intensivos, de médicos y de personal sanitario para atender al creciente número de pacientes infectados en diversos grados de gravedad.

El ingenio hispánico, pero sobre todo la solidaridad ciudadana, han logrado evitar un desastre sanitario. Una muestra evidente de esa solidaridad ha sido la oferta de muchos médicos y otro personal sanitario, ya jubilados, que se han ofrecido como voluntarios para subsanar la insuficiencia de facultativos por los recortes.

Pero resuelto el problema sanitario hay que pagar todo. Entonces llega el inefable Eurogrupo y casi no ofrece nada o más o menos lo mismo que propuso con la crisis de 2008.

Con los insolidarios Países Bajos al frente, el Eurogrupo ofrece préstamos sin condiciones para afrontar la emergencia sanitaria y otros con condiciones gravosas para reflotar la economía. Sin embargo, la Reserva Federal Estadounidense (FED) ha anunciado que inyectará directamente en la economía 2 billones de dólares y gastará 200.000 millones de dólares en comprar deuda a corto plazo directamente a Estados y grandes ciudades sin bancos intermediarios que se lucren por no hacer nada.

Otro gran banco central, el Banco de Inglaterra, ha anunciado que financiará directamente al Gobierno británico “sin límite”. Que no es como actúa la Unión Europea, ¿verdad? Más bien al revés: El Banco Central Europeo (BCE) tiene prohibido prestar directamente a los Estados miembros. Claro, ¿cómo harían entonces los bancos privados europeos para ganar millones sin dar palo al agua?

Por eso los 750.000 millones de euros de los que dispone el BCE para afrontar lo que se avecina pasarán forzosamente por los innecesarios bancos privados y otros medios financieros privados antes de llegar a los Estados, que son los que han de afrontar y resolver los problemas. Es decir, lo que hagan les saldrá más caro.

Cada día que pasa es más evidente que esta Unión Europea se creó en beneficio de las minorías ricas.