“Juzgar los crímenes de la dictadura franquista y que sea delito cualquier exaltación de esa dictadura, como sucede en Alemania con el nazismo o Hitler, es una asignatura pendiente que urge afrontar. O este país no levantará cabeza ni será una democracia plena”, dice el periodista Xavier Caño Tamayo, autor de este artículo de opinión.

Por Xavier Caño Tamayo

Una veintena de alcaldes del Partido Popular se niegan a sacar del callejero de su municipio el nombre de José Antonio. Por supuesto es Primo de Rivera, fundador del violento partido fascista Falange Española. Se niegan a pesar de que la Ley de Memoria Histórica obliga a las administraciones públicas a retirar escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones que exalten, personal o colectivamente, la sublevación militar de Franco y otros generales, el bando nacional en la guerra civil o la dictadura franquista.

Podría considerarse algo anecdótico de no ser porque hechos así demuestran la existencia de un grave problema no resuelto en España: la persistencia del franquismo, cuarenta y tres años después de la muerte del dictador. Y, por si no hubiera demasiados cargos públicos del PP con esas actitudes y actuaciones que apestan a autoritarismo, declaraciones recientes y actuaciones del presidente del partido, Pablo Casado, lo muestran claro y cristalino.

Se opone a la ley del aborto y dice confiar en que el Tribunal Constitucional, ante el que el PP presentó una demanda contra esa ley, la recorte. Ataca al feminismo, que no es otra cosa que la acción para conseguir la igualdad real entre mujeres y hombres, y también al masivo movimiento de los pensionistas, que se manifiestan por pensiones dignas.

Según Casado, el centro-derecha que dice liderar tiene que combatir a ambos movimientos. Pero ni él ni su partido son centro-derecha, sobado eufemisno que pretende ocultar a la derecha de siempre sin centramiento alguno, la misma que defiende los intereses de la minoría rica del país a costa de la desigualdad y creciente precariedad de la ciudadanía.

Se comprueba que es así porque en los últimos años han aumentado las desigualdades, la precariedad laboral y la pobreza, así como las personas en riesgo de exclusión social, que en España ya son más de ocho millones.

Lo cierto es que Pablo Casado no está siquiera a la derecha del arco político porque en realidad es extrema derecha que alimenta el miedo a los inmigrantes y miente falacias como que “millones de africanos acechan las fronteras porque quieren venir a Europa”. Y se ve que Casado es extrema derecha al no querer sacar a Franco del Valle de los Caídos y, peor aún, burlarse de las víctimas de la dictadura franquista. Y si nos referimos a Catalunya las propuestas de Casado son de manicomio, pero de extrema derecha.

Apagar un incendio con gasolina

Es indudable que hay un problema con Catalunya o en Catalunya cuando algo menos de la mitad de la población considera que separarse de España es una solución. Para afrontarlo, a Casado no se le ocurre otra cosa que reprimir y confiesa que si llega a gobernar volverá a instaurar el artículo 155 de la Constitución aunque ningún otro partido lo apoye. Propone enconar los problemas en vez de resolverlos, quiere apagar un fuego con gasolina.

El problema con Catalunya en gran medida es obra directa del PP. Cuando el resto de España, a través del Congreso de los Diputados, aceptó en 2006 una reforma del Estatuto de Catalunya con más autogobierno, el PP lo demando ante el Constitucional, que no estuvo a la altura al dejar irreconocible el estatuto reformado. De aquellos polvos vienen estos lodos.

Pero Casado expresa especialmente su actitud y convicción más reaccionarias al designar los nuevos altos cargos del PP. Incluso la diputada Celia Villalobos, veterana del PP, reconoce la deriva reaccionaria cuando asegura que los que rodean a Pablo Casado son de extrema derecha. Como botón de muestra, solo cabe echar un vistazo a las biografías, hechos y dichos de los nuevos cargos en la Comunidad Autónoma de Madrid, designados por Pablo Casado.

Uno tuvo que declarar ante la UCO de la Guardia Civil por salpicarle la trama Gürtel, hay dos alcaldesas imputadas por un delito ambiental, otro diputado también por delito ambiental, un diputado se opone a los derechos de los homosexuales… ¿Es esa la “regeneración” del PP que Pablo Casado  prometió en las primarias para sustituir a Rajoy?

Y hablando de extrema derecha, nada fue más de extrema derecha que la dictadura franquista cuyo heredero político es el PP. Alberto Reig, catedrático de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, así lo ha mostrado al describir la fascista dictadura de Franco: “Lo ocurrido en la zona franquista desde el 18 de julio de 1936 fue un crimen contra la humanidad. Franco y el franquismo fueron mucho más criminales que los regímenes de Pinochet en Chile o de Milosevic en Serbia. La dictadura franquista, impuesta a sangre y fuego, dejó chiquita a cualquier otra dictadura europea del siglo XX

Ese franquismo pervive también en la inaceptable impunidad de los crímenes de la dictadura franquista. O que torturadores reconocidos como el ex-policía llamado Billy el Niño)sean tratados como invitados por algunas autoridades. Por tanto, juzgar los crímenes de la dictadura franquista y que sea delito cualquier exaltación de esa dictadura, como sucede en Alemania con el nazismo o Hitler, es una asignatura pendiente que urge afrontar. O este país no levantará cabeza ni será una democracia plena.