Sólo con voluntad política firme se podrán poner en marcha las medidas necesarias para conseguir un escenario de cero emisiones de CO2 para 2050. Destacan la plantación masiva de millones y millones de árboles, la prohibición de coches diésel o gasolina desde 2030, utilizar solo energías renovables para producir electricidad, extender y aumentar la recarga de vehículos eléctricos, prohibir las calderas de petróleo y gas para calefacción y prohibir todo el plástico de un solo uso.

Análisis de Xavier Caño Tamayo.

Un total de 77 países, 10 regiones y más de 100 ciudades se han comprometido en la Cumbre de Acción Climática en la ONU a eliminar toda emisión de dióxido de carbono para 2050. Cero emisiones. Pero en el mundo hay 193 estados, ¿qué harán ante el avance del cambio climático los otros 116? António Guterres,secretario general de Naciones Unidas, ha advertido que nos quedamos sin tiempo para resolver la mayor amenaza de la Humanidad: el cambio climático. Sin embargo, Guterres considera posible frenar el calentamiento global con decisión inquebrantable.

Para frenar el cambio climático hemos de empezar a cambiar ya el modo de producir y también el de consumir. Pero, por ahora, la Cumbre de Acción Climática de la ONU, en la más optimista de las valoraciones, ha sido un compromiso «insuficiente» para frenar el calentamiento global. Una buena noticia es que la Unión Europea, tercer emisor de gases de efecto invernadero tras China y Estados Unidos, se propone programas, planes y medidas de freno y contención de esos gases para lograr reducir a cero las emisiones de dióxido de carbono en 2050. La mala noticia es que Estados Unidos, China, India, Rusia y Brasil, los mayores emisores de gases de invernadero, no se han comprometido a tomar las medidas necesarias para reducirlos. Una actitud suicida.

Emergencia climática en España

En España, el Pleno del Congreso de los Diputados aprobó hace unos días la declaración del estado de emergencia climática en España con 311 votos a favor y los nada sorprendentes 24 en contra de los diputados de VOX. Aunque los de este partido tal vez sean los más bárbaros de las derechas españolas (en el sentido latino del término), en este país la derecha nunca se ha comprometido contra el cambio climático. Como botón de muestra, Mariano Rajoy prometió, cuando era presidente del gobierno, una Ley de Cambio Climático que nunca pasó de promesa, además de que puso palos en la rueda a las energías renovables con cargas fiscales. Incluso utilizó a un supuesto primo suyo, catedrático, para negar el cambio climático.

La declaración del Congreso convierte en prioritario enfrentarse a este problema y por eso urge ya una ley estatal que tenga como primer objetivo reducir un 90% las emisiones de dióxido de carbono para 2040.

La ciencia demuestra con argumentos e informes documentados que el cambio climático es real. ¿No significan nada los episodios recientes de desbordamiento de ríos, inundaciones, destrucción por el agua y pérdidas multimillonarias, varias muertes incluidas, por la llamada gota fría en España? ¿O las letales inundaciones en esos mismos días en India, Nepal, China, México, Estados Unidos, Paraguay…

Pedro Sánchez hizo en la cumbre de la ONU un discurso de buenas intenciones, pero sin medidas concretas. Una falta de concreción preocupante porque hemos visto en las últimas décadas al Partido Socialista (PSOE) ceder una y otra vez a las presiones de la gran industria y del sector energético. ¿Cambiará el PSOE ese tercio? Porque afrontar el cambio climático es reducir las emisiones de gases invernadero, lo que obliga a dejar de utilizar combustibles de origen fósil. Y hay que utilizar energías renovables.

Hay que dejar de quemar carbón, petróleo y gas para producir energía eléctrica o para mover automóviles y que el aumento de temperatura del planeta respecto al nivel preindustrial tenga un máximo de 1,5º centígrados. El máximo aumento de temperatura global de 2º del Acuerdo de París no evita los desastres y catástrofes climáticos. No sirve.

Poderosos enemigos del planeta

Pero aquí con la iglesia hemos topado, amigo Sancho, como diría Don Quijote, porque a la contra del objetivo de reducir gases de efecto invernadero están los muy poderosos sectores energéticos y de automoción, sin olvidar el muy potente sector del transporte aéreo que es el que más contamina y más gases invernadero expulsa al aire y acumula en la atmósfera.

¿Tendrán los gobiernos suficientes agallas políticas para tomar las medidas obligatorias que frenen y reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero? ¿Basta lo que se empieza a hacer? No lo parece, aunque más de mil instituciones del mundo hayan declarado la emergencia climática y lo hayan hecho también unos cuantos Estados como Irlanda, Canadá, Francia, España, Austria Argentina, Argentina, buena parte de Suiza, Nueva Zelanda, Bélgica, Holanda, Polonia y otros. Pero no lo han hecho todos los Estados del mundo, ni siquiera la mayoría.

A finales de julio pasado, más de 800 administraciones públicas de 16 países habían declarado la emergencia climática además de muchos ciudades y pueblos y más de siete mil universidades de todo el mundo. En España, más de 80 organizaciones se han unido en una Alianza por la Emergencia Climática y exigido al parlamento español, gobiernos autónomos y ayuntamientos que se sumen como han hecho ya Canarias, País Vasco y Cataluña. Pero es insuficiente.

Las grandes declaraciones de nada sirven si no hay una voluntad política férrea para afrontar el calentamiento global con medidas y objetivos concretos.

Declarar el estado de emergencia climática es elaborar planes y medidas concretos de obligado cumplimiento para reducir un 45% las emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos 10 años y lograr cero emisiones en el año 2050.

A modo de inventario, entre las medidas que se barajan destacan la plantación masiva de millones y millones de árboles, la prohibición de coches diésel o gasolina desde 2030, utilizar solo energías renovables para producir electricidad, extender y aumentar la recarga de vehículos eléctricos, prohibir las calderas de petróleo y gas para calefacción, prohibir todo el plástico de un solo uso… No cabe ocultar cuan difícil es desarrollar planes y tomar medidas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Pero urge hacerlo y a fondo. De otro modo nuestros hijos y nietos pagarán y sufrirán las temibles secuelas del cambio climático.