La historia de los españoles en el siglo XX está unida a la emigración. Es la historia de familias rotas que huían de la guerra o buscaban un lugar donde el hambre y la pobreza no los acosara a diario.

Esto cambió a finales de siglo, cuando España pasó de ser un país de emigrantes a uno receptor de inmigrantes. Muchos eran descendientes de aquellos que habían huido, personas que buscaban una conexión con sus orígenes, con su familia al otro lado del océano. Otros sólo querían huir de la misma hambre y pobreza que los españoles tan bien habíamos conocido y tan rápido habíamos olvidado.

La emigración supuso para muchas familias españolas un nuevo comienzo ligado a la sociedad mexicana. Se calcula que México acogió y rescató entre quince y veinte mil exiliados españoles de los campos de refugiados de Francia, según datos del Ministerio de Educación Cultura y Deporte español.

En la década de los ’80, España comenzó a recibir un gran número de inmigrantes que provenían de países latinoamericanos. Estos grupos han encontrado cierta desconfianza y, en algunos casos, actitudes racistas.

“La emigración española era una migración “ordenada””, explica, José Antonio Zamora de Zaragoza, científico titular del Instituto de Filosofía del Centro de Ciencias Humanas y Sociales. Desde la época del exilio español se ha producido una ilegalización de la inmigración.

Los españoles solemos tener una visión parcial del exilio. Los emigrantes del siglo XX suelen clasificarse dentro de las élites políticas que tuvieron que huir debido a sus ideas o inclinaciones políticas. No todos pertenecían a esta élite, por lo que sus problemas de adaptación eran distintos.

Zamora de Zaragoza afirma que no todos los españoles mostramos comprensión cuando entramos en contacto con inmigrantes. Los emigrados se encuentran con lo que él define como “racismo estructural”, alimentado por las leyes e instituciones contra la inmigración. “Aquel que consigue conservar su cultura y costumbres en España es un maldito”.

En diciembre de 2007 el gobierno español aprobó la Ley para la Memoria Histórica, que buscaba reconocer los derechos de aquellos que sufrieron persecución por parte del franquismo. El apéndice adicional séptimo ofrecía la oportunidad a los descendientes de los nacionales en el exilio de conseguir la nacionalidad española.

El gobierno recibió cerca de 500.000 solicitudes y hasta la fecha se han conseguido más de 4.000 reconocimientos de nacionalidad. Muchos autores y expertos critican la poca repercusión que este acontecimiento ha tenido en los medios españoles. Zamora Zaragoza lo califica como “una oportunidad perdida”.

Este autor sostiene que muchos de los solicitantes encontraron problemas con la burocracia española. La gran cantidad de documentos que debían presentar los nietos del exilio hizo que muchos intentaran obtener la nacionalidad por otras vías.

También las migraciones han formado parte de la historia de México. La mariposa monarca simboliza como ningún otro elemento de la naturaleza su naturaleza nómada y migratoria. Cada año este insecto parte del norte de Estados Unidos y el sur de Canadá para pasar el invierno en los bosques de oyamel y pino de México y regresar al norte en primavera. La mariposa monarca representa la fuerza de los emigrantes mexicanos que luchan por abrirse camino muy lejos de casa pero que siempre pueden encontrar el camino de vuelta a casa y sentirse a acogidos.

El mestizaje y la migración son motivos de celebración en la cultura mexicana. El siglo pasado miles de españoles conocieron este mensaje de acogida. La Guerra Civil Española provocó que muchas familias también sintieran la fuerza de la mariposa monarca. México fue uno de los países que más ayuda prestó a estas familias, que comenzaron una nueva historia de hermandad entre naciones que aún continúan sus hijos y nietos.