Ahora que montan hospitales de campaña para atender a los afectados por el coronavirus, cabe recordar los recortes presupuestarios en los servicios de salud pública en España. Esto ha desembocado en la reducción de camas en los hospitales y de las plantillas de personal sanitario en España y en Madrid, donde hay 3.000 camas y 3.200 trabajadores menos que hace diez años, aunque con medio millón de pacientes más.

Análisis de Xavier Caño Tamayo.

MADRID, España.- Titulares sobre la pandemia del coronavirus insisten en el temor de que los hospitales se colapsen por el aumento progresivo de contagios. De modo especial en la región de Madrid, que acumula más casos de infección que cualquier otro lugar de España y más de mil muertos.

Las autoridades sanitarias españolas parecen haber reaccionado. Se instalan grandes hospitales de campaña en varias ciudades españolas, por ejemplo, y se recurre a estudiantes de medicina y enfermería de último curso y a médicos jubilados para aumentar el número de facultativos y personal sanitario para atender a los infectados por el virus en diferentes grados de gravedad.

Más allá de lo inesperado de la pandemia del coronavirus, si no se hubiera puesto remedio a la insuficiencia de personal sanitario, la tragedia sería mayor. Esta insuficiencia va más allá de la pandemia en su origen. Todo comienza cuando se impuso la reducción del déficit público por encima de cualquier otra consideración.

Tanto primó la austeridad fiscal que, en pleno mes de agosto de 2011, con el país de vacaciones, se reformó la Constitución con urgencia para establecer que el abono de la deuda pública y sus intereses fuera lo primero a pagar frente a cualquier otro gasto del Estado. Ese objetivo fiscal supuso considerables recortes presupuestarios de graves consecuencias.

Esa reforma constitucional en beneficio de bancos, aseguradoras y entidades financieras, acreedores del Estado, se hizo con José Luis Rodríguez Zapatero, del Partido Socialista, como presidente. Cuatro meses después ganó las elecciones Mariano Rajoy, del Partido Popular, que impuso grandes rebajas en partidas presupuestarias de sectores tan esenciales como la sanidad pública y la educación.

La sanidad, la salud de la ciudadanía, supone la mayor partida presupuestaria de las comunidades autónomas, pero no todas las autonomías dedican lo mismo a sanidad. Para conocer la cantidad real dedicada a la salud de la ciudadanía, hay que averiguar el gasto por habitante y en esa cuestión la Comunidad Autónoma de Madrid queda bastante mal parada.

Según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, la media de gasto en sanidad por habitante en España es de 1.344 euros. Euskadi destina 1.640 por habitante, Navarra 1.571 y Asturias, 1.507. Pero Madrid solo dedica 1.108 euros por habitante y es la segunda comunidad autónoma que destina menos dinero por habitante a la salud, solo superada en cicatería por las Islas Baleares.

En beneficio de la sanidad privada

Los recortes y privatizaciones de la sanidad pública, perpetrados por el gobierno del PP en la Comunidad de Madrid y también en el gobierno de la nación, provocaron estragos. De 2010 a 2018, fueron despedidos o se dejaron de renovar contratos de unos 3.300 profesionales de la salud, según datos del propio Servicio Madrileño de Salud. En ese mismo período de tiempo la ciudadanía con derecho a sanidad pública de la Comunidad de Madrid aumentó en medio millón de personas. Menos médicos y enfermeras y más pacientes.

Los gobiernos regionales del PP en Madrid han recortado personal en atención primaria de salud, pero donde más se han empleado a fondo ha sido en los hospitales. Hace un par de años había en los centros hospitalarios menos profesionales sanitarios que los que ejercían en 2010, antes de empezar los recortes de plantillas.

Por otro lado, la Comunidad de Madrid tiene 33 hospitales públicos y 50 privados en los que se comprueba el afán del PP por privatizar, de un modo u otro, los hospitales públicos en beneficio de empresas privadas. Cinco hospitales públicos madrileños son gestionados por empresas privadas con el resultado es que sus tratamientos son seis veces más costosos que los del sector público. La diferencia se explica porque el objetivo de la sanidad pública no es dar beneficios a empresas privadas a diferencia de la sanidad privada. Para rematar esa política de codicia privada cabe señalar también que algunos hospitales privados derivan a sus pacientes privados a hospitales públicos, porque la tecnología y servicios que éstos ofrecen son mejores, según han denunciado reiteradamente sindicatos sanitarios y organizaciones médicas. El truco está en que la titularidad del hospital al que envían pacientes privados es pública, pero las ganancias van a parar a pecadores bolsillos privados.

En diez años de crisis y recortes presupuestarios, la Sanidad pública ha quedado tocada. Hoy, tras esa década inicua, a la que sumar los problemas provocados por la pandemia del coronavirus, es buen momento para analizar cómo ha empeorado la sanidad española y, a partir de ahí, tomar las medidas precisas para que los servicios públicos recuperen la excelencia anterior a los recortes.

Desde 2007 a 2014 el gasto sanitario privado ha aumentado mientras se reducía el gasto sanitario público. Además, de 2008 a 2016, los trabajadores del sector sanitario público han soportado una rebaja media salarial de 11 puntos, según el Instituto Nacional de Estadística.

Ahora que se han de montar hospitales de campaña para atender a los afectados por la pandemia del coronavirus, cabe recordar que, según la propia Consejería de Sanidad de la Comunidad Autónoma de Madrid, los recortes presupuestarios en sanidad y las consecuentes deficiencias derivadas han reducido en los últimos años el número de camas en los hospitales y también las plantillas de personal sanitario. Hoy hay unas 3.000 camas menos en la región y unos 3.200 trabajadores menos que hace diez años con medio millón de pacientes más.