La respuesta y decisión de secundar la huelga es personal. No se pretende emitir juicios sobre qué opción es mejor, pero sí es necesario dar voz a todos los testimonios de mujeres valientes que hacen posible el cambio.

“Tuve a mi primera hija siendo muy joven y eso implicó que tardase más en estabilizarme profesionalmente y en percibir un sueldo digno. El sueldo determina mi base de cotización y mi futura pensión”, señala Yanna Franco, profesora de Economía Aplicada, Pública y Política de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Describe cómo su condición de mujer, en una sociedad donde la maternidad sólo penaliza las carreras laborales de las mujeres, incide en su bienestar presente y futuro.

“La mujer sustenta de una u otra manera la economía. En muchos casos, la mujer realiza actividades que no le son remuneradas”, destaca Elis Pasquel, psicóloga clínica y directora de la Colonia Mexicana en Madrid. Añade:

Mi casa se caería u obtendría reclamos si dejase de hacer las cosas de las que me ocupo. En mi trabajo lo que más peso tiene para mí es el compromiso moral con mis alumnos y pacientes. Y, obviamente, no trabajar es no recibir un pago que necesito.

El progreso profesional de muchas mujeres va muchas veces en dirección contraria a las necesidades de su familia.

“La brecha salarial en España, según las últimas estadísticas, se sitúa como media en torno al 23%. No se trata, sólo de que en los sectores fuertemente feminizados se paguen salarios más bajos, sino de que incluso en los mismos puestos cuando los desempeñan hombres se pagan salarios más altos; en nómina, disfrazados de bonus y pluses”, señala la profesora Franco.

La división del trabajo por sexos se mantiene, las mujeres se especializan en el trabajo de cuidados y asistencia; mientras que los hombres en trabajos asalariados. Sin embargo, se han producido algunas modificaciones.

“El hombre es el principal sustentador y, aunque las mujeres estudiamos y trabajamos fuera de casa, nuestro salario es un complemento que se puede reducir o algo de lo que se puede prescindir cuando las circunstancias familiares lo requieren”, explica la profesora.

Con salarios inferiores a pesar de la preparación y cualificación, las mujeres tienen mayor facilidad para obtener reducciones de jornada o excedencias para cuidar de sus familiares.

“Mi trabajo ha sido desempeñado a lo largo de la historia, en su mayoría, por mujeres. Esto provoca que exista tanto discriminación negativa, como positiva”, narra Paloma G.A., educadora social de un centro de menores de la Red de Protección de la Comunidad de Madrid. Añade:

Piensan que las mujeres gestionamos y satisfacemos mejor las necesidades emocionales de los menores, pero que la firmeza y autoridad recae sobre los hombres. Mi papel en esta huelga es guiar, desde la distancia, todo lo que suceda para conseguir analizar las causas y efectos.

Una labor y responsabilidad educativa que frena su participación en la huelga del 8 de marzo, en la que quizás hubiera participado si realizase otro trabajo.

Paloma G.A., educadora social de un centro de menores de la Red de Protección de la Comunidad de Madrid.

Si en una plantilla formada en su totalidad por mujeres todas decidiesen secundar la huelga, ¿qué sucedería?

“Si faltamos, se cierra la escuela. Pero, ¿con quién iban a dejar los padres y las madres a sus hijos? En la escuela, nos hacemos responsables del cuidado de 60 bebés”, dice Andrea Esteban, educadora infantil. Añade:

“Cubrimos el tiempo que padres y madres no pueden obtener debido al sistema de conciliación familiar actual”.

Cristina S.O. y Ángela V.G., enfermeras del sistema público de salud, señalan que si abandonasen sus puestos de trabajo la calidad asistencial de la persona enferma empeoraría.

“Si yo paro no se hace el aseo del paciente, no se le levanta de la cama, ni se le cura”, explica Cristina.

“En nuestro caso, por nuestra profesión y por pertenecer a un organismo público las mujeres cobran el mismo salario que los hombres”, afirma Ángela.

“La desigualdad en la situación laboral es notable entre empresas privadas y públicas” señalan Rosa M.L., Ana C.E. y Marisa T.P., bibliotecarias de la UCM. En el ámbito del trabajo a la mujer se le asigna un papel subordinado, segregado y precario. Las políticas públicas reproducen desigualdades de género que proceden del mercado y de las instituciones.

No viajes sola, no vayas sola de madrugada, vigila tus espaldas y avisa cuando llegues. La mayoría de las mujeres que forman este texto han sido educadas en el miedo como mecanismo de protección.

“Con la edad las mujeres perdemos el miedo, pero porque también perdemos el atractivo para la agresión machista”, aclara la profesora Franco. Experimentan la violencia estructural que afecta a las mujeres por el mero hecho de serlo. Las mujeres representan más de la mitad de la población, pero no están presentes en la misma proporción en espacios económicos, puestos directivos de grandes empresas, ni representadas en paridad  en organismos de decisión política.

“Para acudir a las manifestaciones contaré, como siempre, con mi red de apoyo familiar: mi madre, es decir, otra mujer”, apunta Franco. La respuesta y decisión de secundar la huelga es personal. No se pretende emitir juicios sobre qué opción es mejor, pero sí es necesario dar voz a todos los testimonios de mujeres valientes que hacen posible el cambio. Si nosotras paramos, se para el mundo, sostiene uno de los lemas para la huelga del 8M.


Fotografías: Claudia Brihuega Ortiz