Un enfermero de uno de los hospitales de referencia en Madrid destaca la deshumanización del cuidado a los pacientes, el miedo a caer enfermos o a cometer un error y el estrés como las consecuencias más difíciles de asimilar por trabajar a destajo con un número de infectados de coronavirus que aún no para de crecer.

MADRID, España.- Cada noche, a las 20:00, se oye un júbilo de aplausos de gente que sale a los balcones de sus edificios en toda España para aplaudir en honor a médicos, enfermeros, auxiliares, celadores y el resto de personal sanitario que trabajan a contrarreloj para tratar a un creciente número de infectados por Coronavirus.

Pedro, un enfermero en Madrid con 11 años de experiencia en Urgencias, en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y en otras unidades, ilustra lo que hay detrás de este reconocimiento ciudadano a un trabajo en situación de emergencia. Prefiere utilizar este nombre y mantener en el anonimato el trabajo de todo su equipo, al que compara con el de médicos en un entorno de guerra por la deshumanización de la atención al paciente, por el miedo a cometer errores y por el ambiente de estrés en un hospital en el que, de 800 camas en total, 500 están ocupadas por personas diagnosticadas con coronavirus.

‘Ahí va un COVID-19’, decimos muchas veces. Hemos convertido en números a los pacientes.

A esto se suma el miedo generalizado de contraer la enfermedad cuando se han improvisado protocolos a diario por falta de mascarillas y material adecuado para impedir un contagio, aunque hoy el personal celebra la llegada de un cargamento de mascarillas nuevas desde China.

Este joven de 32 años trabaja en uno de los hospitales de referencia de Madrid. Hace una semana lo trasladaron desde la unidad en la que trabajaba a una UCI improvisada en un gran espacio diáfano que antes servía como despertar quirúrgico y donde ahora trabaja a destajo el personal, en ocasiones con respiradores que no se utilizaban desde hace años y con otros materiales inadecuados.

Sanidad pública - Madrid

Al entrar en esta mega-unidad con pacientes intubados, mucha gente debe pensar: ‘de aquí no salgo con vida’”, dice este enfermero sobre un miedo con cierta base en la realidad, a tal punto que los ingresados se despiden de sus familiares antes de entrar.

Medidas como esta derivación de enfermeros desde su especialidad hacia unidades improvisadas implica que se dejan de realizar cirugías programadas, otras intervenciones, análisis, endoscopias y se suspenden citas médicas de distintas especialidades, lo que muestra el impacto que tiene el coronavirus en el sistema de salud de un país.

Aunque la sanidad pública en España aún cuenta con gran reconocimiento a nivel mundial, los recortes en años recientes han desembocado en una reducción de plantillas en los hospitales.

Pedro afirma que se empieza a hablar de la necesidad de recurrir a médicos y enfermeros que están de baja o que aún estudian la carrera porque la bolsa de trabajo está a cero, no hay más enfermeros disponibles para atender a pacientes que entran a raudales y que no salen por la necesidad de cuidados durante varios días.

Cuando hay una huelga del personal sanitario, nadie se puede acoger a ese derecho laboral porque ya se está trabajando en condiciones de servicios mínimos”, dice Pedro.

Esta reducción deja bajo mínimos al personal al afrontar una emergencia como la actual por el coronavirus, menospreciada hace tan sólo semanas al considerar que sólo mataba a “personas muy mayores” y a gente con problemas serios de salud.

Pedro desmonta este tópico con su propia experiencia esta semana. Hace unos días consoló a una de sus compañeras que le contaba entre lágrimas la impotencia en un día de trabajo en que atendió a un joven de 38 años en estado crítico. Uno de los compañeros de Pedro, de 50 años de edad, ha sido contagiado y otros compañeros de otras unidades temen caer enfermos en los próximos días, conscientes de que, en días anteriores, cuando había menos información, atendieron a una enorme cantidad de pacientes sin la protección necesaria.

Al entrar, casi siempre con máscaras de oxígeno, los derivan a distintas unidades en función de su gravedad. En su unidad improvisada, Pedro ha recibido a personas de perfiles con edades distintas, de entre 40 y 75 años. Las otras unidades del hospital han sido habilitadas para enfermos en estado crítico.