José Carlos García Fajardo cuenta las experiencias que condujeron al nacimiento de la ONG SOLIDARIOS, que cada año forma y ocupa a voluntarios sociales que acuden a la llamada de mayores en soledad, con personas sin hogar y muchas personas con otras situaciones de exclusión social. Ahora como voluntario, este incansable fundador “jubilado” se ocupa ahora de un proyecto para seleccionar y llevar bibliotecas a centros penitenciarios de toda España.

El servicio social de la ONG SOLIDARIOS comenzó cuando estudiantes de la facultad de Ciencias de la Información transportaban, desde sus casas a las diversas facultades de nuestra Universidad Complutense de Madrid (UCM), a alumnos con alguna seria discapacidad motora. Al comprobar el gran servicio humano que pusimos en marcha, este servicio se extendió a todas las Facultades y Centros de la UCM por orden de Gustavo Villapalos. El entonces rector los animaba a que aportaran sus datos, domicilio y horarios incluidos, si tenían un medio de locomoción, para recoger en sus casas a otros alumnos con esa discapacidad motora. Por la parte de atrás de este escrito, les diríamos a quienes necesitasen este servicio que nos dieran los mismos datos para cruzarlos con los de los voluntarios. No disponíamos de PC’s entonces pero lo conseguimos cruzar los datos en grandes encerados.

Al mismo tiempo, asumíamos otros servicios en Cottolengos, hospitales, personas mayores que vivían solas, y ofrecíamos voluntarios sociales bien formados a otras ONG serias y responsables que eran expertas en otros programas.

Entonces, un día sonó mi teléfono y un antiguo alumno mío me decía que ingresaba en un Centro Penitenciario para cumplir una larga condena en el viejo Centro Penitenciario de Segovia.

No me falle, Profesor”, me dijo. No sabemos cómo sucedió, pero, al cabo de 15 días, un sábado temprano, ya estaba dentro de la prisión, acompañado por un par de “voluntarios solidarios” dentro la fría, desalmada y vieja cárcel. Esto se repitió todos los sábados a partir de ese día para no fallar a quienes nos había pedido que no le fallásemos y se extendió a otras cárceles de España con el tiempo.

Si tú me dices ven, lo dejo todo”, canta el bolero. Para nosotros, si alguien nos pide ayuda está claro que nos necesita, a nosotros nominalmente, porque no lo piden al “lucero del alba”. Todavía hay gente que “espera” que “alguien” le pida ayuda no sé por qué medio de mensaje sin “escuchar” el formidable grito de que alguien me/nos necesita.

Han pasado unos 40 años y yo vivo jubilado como Profesar Eméritus y voluntario en la ONG, trabajando sin cesar, pero al ritmo de los 82 años cumplidos. No me aburro nunca. Ahora llevo meses desarrollando un proyecto que me obsesiona, desde hace años, con voluntarios veteranos que me recogen para acudir cada semana al CP de Soto del Real porque ya no puedo conducir.

Cosas que pasan: comencé en una cárcel y empleo mis días, relaciones, contactos etc. en poner en marcha este proyecto: que los voluntarios se formen bien y de acuerdo con los diferentes módulos, niveles y necesidades de los centros penitenciarios de España donde estamos. Se trata de hacer bibliotecas de seis a diez mil libros con novela, poesía, historia, psicología, biografías, libros de viajes, teatro, arte bien seleccionados, organizados, catalogados y con un servicio por los diversos módulos o celdas semanal. Pero en algunos módulos ya tenemos en marcha bibliotecas seleccionadas con cientos de libros. Por eso me siento ocupado, contento y con un desafío esperando la formación del nuevo Gobierno y ya contactando a “enlaces” para que la Dirección General de Prisiones nos siga ayudando en el transporte, pero ahora para toda España.

¿Cómo obtenemos esos miles de libros? Pues de jubilados y viejos profesores que no saben qué mejor destino que ofrecérselos a unas personas que lo que tienen es tiempo y nosotros cuidamos del buen funcionamiento. Ah, y si alguien dice que es una locura… sonreímos y seguimos adelante. Llevamos décadas escuchando cosas semejantes.

Pueden, quienes creen que pueden”. “Lo hicieron porque no sabían que era imposible”. “Nadie sabe de lo que es capaz, hasta que se pone a hacerlo”. Y en la última sábana que colgamos durante años en nuestra facultad: “Si nadie nos tiene que mandar, ¿a qué esperamos?”. Esta es la historia auténtica de nuestros anhelos, esfuerzos, dificultades y éxitos.